La arquitectura y la funcionalidad de las edificaciones para hospitales en México comenzó a tomarse en cuenta cuando los edificios de los hospitales se diseñaron y se construyeron como establecimientos dedicados en forma patente a la curación de los enfermos. Sin embargo, adolecían de instalaciones y precauciones sanitarias básicas para evitar infecciones bacteriológicas, las cuales serían consideradas hasta el siglo XX. Ejemplos muy sorprendentes fueron la falta de cuidado en la calidad microbiológica del agua que provenía de pozos y el desecho de evacuaciones humanas y de curaciones médicas en pozos cercanos. Además, la falta absoluta de instalaciones para el lavado continuo de las manos de médicos y enfermeras antes de entrar en contacto con un paciente encamado.
Las intenciones y los movimientos a favor de la Independencia de México cambiaron el panorama hospitalario cuando los edificios de los hospitales comenzaron a ser habilitados y administrados por el Estado, no por órdenes religiosas. Años después se comenzó a hacer adaptaciones de casonas, cuarteles, conventos y haciendas en hospitales, pero aún no había diseño arquitectónico ni cuidados médicos para curar a los enfermos en forma segura. Menos existían consideraciones bacteriológicas, ya que privaba el uso de bacinicas para todas las necesidades humanas y médicas.
En el año de 1841 se creó el Consejo Superior de Salubridad y en 1917 el Departamento de Salubridad el cual instaló en algunos hospitales el servicio de urgencias y la atención a accidentados, como el Hospital de San Juan de Dios.
Con la llegada de Porfirio Díaz se fundó el Hospital General para albergar de 800 a 900 enfermos, contando con secciones de radiografías, maternidad, infecciones, tuberculosis, tifosos, anatomía, bacteriología, química biológica y anfiteatro para disección.
En el año de 2013 se comenzó a darle importancia al diseño de hospitales tomando en cuenta la función y los servicios médicos y el espacio arquitectónico abundante y adecuado para la tranquilidad de los pacientes.
Es lamentable comentar que el COVID-19 invadió de infectados todos los lugares para atender pacientes volviéndose a la mala calidad de servicio de los hospitales, semejante a la de hace cincuenta años.