Salvador Garcia Linan

Pandemónium de adversidades

Las personas mayores de 70 años que han descuidado su salud se han encontrado con la llegada “sorpresiva” de oriente de un misterioso virus con nombre de una marca de cerveza.

Dedicada al Dr. López-Gatell, a quien admiro profesionalmente y lo sigo como un buen médico epidemiólogo.

Para las personas mayores de sesenta años que han descuidado "un poco" su salud, su presión es alta, no hacen ejercicio ni lo han hecho desde hace algunos años, están un poco pasados de su peso normal, han fumado varios años y disfrutan mucho de las "chelas" y las "cubitas" preparadas con refrescos de cola azucarados y ron. De repente se han encontrado con la llegada "sorpresiva" de oriente de un misterioso virus con nombre de una marca de cerveza. ¿Un virus será igual a un microbio o a un bacilo?

Los médicos lo han advertido: "Para esta enfermedad no existe ninguna medicina ni vacuna, así que ya es tiempo que les "caiga el veinte". Es necesario que cambien su estilo de vida. Con males crónicos, la prevalencia es de cuatro veces más muertes en los mayores de 60 años".

En Epidemiología, "la prevalencia es la proporción de personas que sufren una enfermedad con respecto al total de la población en estudio o analizada". Si a eso se le añade elevada hipertensión, diabetes, obesidad y tabaquismo, la sentencia es muy clara: en este momento esa enfermedad te puede causar la muerte. Ninguna otra cosa más. Es ahora la única forma de morir y es un enemigo que no discrimina a nadie. Cualquiera es un candidato posible a una estancia en Cuidados Intensivos de un hospital.

Nadie sabe por cuánto tiempo, pero ante la cercana amenaza del coronavirus, se han preguntado si existe otra forma de morir con menos violencia, miedo, dolor y abandono. Pero lo vital es: no tener a un "virus" enemigo que discrimine por la edad y por un pasado un poco desordenado.

Para un espíritu bien dispuesto a cambiar, no son las únicas armas para protegerse a sí mismo. Las reiteradas promesas de vivir "otra forma de vida", quizás ya sea demasiado tarde. Pues es hasta ahora que en el horizonte de su vida y del país, se presenta algo peor.

Por todo ello no olvidemos que en México, como en casi en todo el mundo, no se vivía temiendo morir por una infección, una muerte muy incómoda, muy solitaria y dolorosa, en cierta forma injusta: dicen que se muere por no poder respirar y no alcanzan los ventiladores para todos, menos para los "viejos". Se salva al que tiene más probabilidades de vivir.

Pero no ha sido únicamente el fatídico coronavirus importado quien ha matado en forma violenta y realmente injusta. Por homicidio se han asesinado a 11,535 mexicanos de todas las edades entre los meses de enero a abril de 2020. No fue una desgraciada infección, fue la inseguridad en la que vivimos en México. Además de la cercana posibilidad de adquirir el incurable mal.

Es otra la incertidumbre en la que vivimos todos como si fuera una epidemia: la inestabilidad de un país cuyos habitantes estamos a merced de morir por homicidio, sin nunca encontrarse a los homicidas.

Resulta incuestionable que existen ahora en México dos formas injustas y dolorosas de morir: por homicidio o por la pandemia del coronavirus. Las dos formas nos prueban a cada momento la fragilidad de nuestras vidas. La suerte no nos protegerá contra las dos peores crueldades a las que nos enfrentamos.

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