Salvador Garcia Linan

Nunca más

Los militares golpistas de Argentina eliminaron los derechos humanos y se convirtieron en dueños de la muerte y la vida de sus habitantes, comenta Salvador García Liñán.

A mis amigos, a sus esposas y a sus hijos adolescentes, torturados y asesinados por los militares.

Anoche encontré en mi biblioteca, un libro de 500 páginas que me impactó con mucho dolor, cuando lo leí en Argentina. Su título: “Nunca más”. Es el informe de la “Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas” en Argentina, que reproduce hasta que se deja el libro por unas horas para reponerse, las historias, todas ellas llenas de violencia, suma crueldad, los atroces Golpes de Estado y las innumerables historias violentas, bárbaras e insoportables dictaduras militares en Argentina, en las cuales sobreviví a dos, una de ellas cerca del cuartel de Campo de Mayo. Nos habíamos extraviado en una noche muy obscura. Viajaba con mi esposa y nuestra bebita. Con dinero arreglé nuestra imperiosa situación. Los soldados, jóvenes y amistosos, al ver a la niñita dormida, me pidieron “guita” para sus cigarros. Con gusto se la di.

Los horrores investigados y expuestos en las 500 páginas del libro, cometidos por criminales uniformados y armados, quiénes ante la presencia de civiles disparaban a jóvenes de ambos sexos reunidos en forma pacífica, solamente porque iban contentos gritando.

Nunca olvidaré la tarde en que salí con un amigo del estadio de fútbol del River Plate, observar a tres militares montados en unos enormes caballos, atropellar a tres jóvenes que celebraban la victoria del River. Yo, inocente, traté de acercarme para ayudarlos de alguna forma, porque vi que sufrían en forma horrible, pero mi amigo me gritó: “No te acerques, aléjate, boludo, porque te puede pasar lo mismo.” Ahí quedaron tirados los tres muchachos. Nadie se atrevía a acercarse. Esa noche no pude dormir.

La desventura cruel y criminal que sufrieron los argentinos de parte de los generalotes que se robaron con suma brutalidad la presidencia democrática de su país, usando siempre violencia criminal contra las protestas cívicas, convirtiendo establecimientos civiles, granjas, escuelas y cuarteles en prisiones, campos de tortura y de muerte solitaria. Aún de jóvenes embarazadas, quedándose ellos con las criaturas, repartiéndolas entre sus amistades. De ahí la aparición de las Abuelas de Plaza de Mayo.

Esto me enseñó la extrema debilidad de los Derechos Humanos, cuando un grupo de militares brutales dan un Golpe de Estado que instauran las más sangrientas dictaduras militares, con la eliminación de los derechos humanos y con sus fatídicas leyes de “punto final y de “obediencia debida”.

En las crueles dictaduras militares, el terrorismo de Estado fue desencadenado de forma total y sistemática, por las Juntas Militares.

Los militares golpistas se convirtieron en torturadores, en dueños de la vida y la muerte de los habitantes de un infortunado país, que no se ha podido recuperar.

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