La Feria

Tata Andrés y el Conapred

Estamos ante la pulsión de AMLO de despreciar instituciones u organismos e imponer su voluntad sin atender llamados de diálogo o demandas de grupos que buscan participar.

El martes pasado el presidente de la República anunció a tres candidatas indígenas para dirigir el Conapred. El anuncio de Andrés Manuel López Obrador se dio por Twitter y pasa por alto recomendaciones y candidaturas –también de mujeres indígenas– que contaban con diversos respaldos. Estamos, una vez más, ante la pulsión de AMLO de despreciar instituciones u organismos e imponer su voluntad sin atender llamados de diálogo o demandas de grupos que buscan participación. Y lo hace porque siente que su idea es no sólo irreprochable, sino encomiable.

Están por cumplirse dos meses de la renuncia de Mónica Maccise al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred). Su salida fue por una polémica en redes sociales, pero en medio de ésta, López Obrador dejó claro que le gustaría que llegara una mujer de extracción indígena a la presidencia de ese organismo.

No hay quién reproche la idea presidencial de poner en ese cargo a una mujer indígena. Aunque ese organismo ha sido liderado (casi siempre) por gente capaz, justo es decir que la pregunta debería ser por qué no había llegado antes una o un indígena a tal puesto.

En eso, Andrés Manuel maneja reclamos históricos como nadie. Se deshizo de alguien que ni supo cuándo nombró –porque a Maccise la puso este gobierno–, y para que nadie le respingara por el grosero despido puso en la discusión un perfil de candidatura que resulta incuestionable.

De esa forma, en algo que tampoco es nuevo, López Obrador se salió por la tangente de la polémica por el desaseo de Gobernación en el caso Maccise, tan mal manejado por la Segob que provocó la sonora renuncia de un puñado de integrantes de la Asamblea Consultiva del Conapred.

Nombrar titular de Conapred es facultad única del Presidente de la República. Pero desde su nacimiento –por un reclamo de la sociedad civil y desde una lucha/iniciativa de Gilberto Rincón Gallardo– ese organismo representaba una de esas cosas que nos salían básicamente bien: el gobierno nombra, pero la o el que llegaba tenían respaldo, representatividad, experiencia, compromiso, interlocución, etcétera.

Nadie debería cuestionar a las candidatas de AMLO: "Claudia Morales, wixárika de Jalisco; Olga Santillán, tepehuana del sur de Durango y Mónica González, del pueblo Cucapá de Baja California" –según publicó el presidente en su tuit del martes– por su "falta de experiencia" en temas de discriminación. Si de algo sabe toda integrante de un pueblo indígena en México es de eso, de ser discriminadas.

El punto es no caer en el juego del Presidente, que intentará convertir legítimos cuestionamientos a su atrabancado proceder en presuntos 'actos' de discriminación contra las candidatas. No entremos pues, siquiera, al tema de las credenciales de éstas. Porque encima tienen experiencia en lucha social, y eso no es poco.

Quedémonos, en cambio, en lo grave: López Obrador desdeña cualquier solicitud de diálogo y participación, incluso cuando se le toma la palabra, y en su intento de parecer de una estatura mayor, al dotar finalmente al país de una presidencia indígena en Conapred, en realidad ejerce un tutelaje y asume una actitud condescendiente: pretende erigirse en un Tata en pleno siglo XXI.

Porque para responder al Presidente, desde hace un mes el Conapred hizo públicos seis perfiles de mujeres indígenas; y también por esas fechas el Frente Plural de Mujeres Indígenas enlistó diez nombres, que incluyen cuatro de las candidatas de la Asamblea Consultiva de Conapred.

Pero en Segob tenemos a dos personas que les gusta trabajar atadas de manos. Así, aunque el Frente Plural y el Conapred demandaron diálogo, consultas y un proceso de verdadera participación, una vez más Olga Sánchez Cordero y Alejandro Encinas se escudaron en que sólo el Presidente decidirá. ¿Estos dos funcionarios (es un decir) entenderán que Gobernación debería servir para lograr acuerdos, para negociar, para que los más ganen, para que los menos pierdan?

Estamos ante un retroceso más. Y, repito, eso nada tiene que ver con las candidatas de AMLO. La nueva presidencia –se habla ya de una titularidad tricéfala, sí, las tres encabezarían; y se habla también de que reformarán (o sea, descapitalizarán) las direcciones del Conapred– tendrá un camino cuesta arriba: llegará básicamente porque el dedito del Tata así lo dispuso. Y las demás, incluidas muchas otras mujeres indígenas así como activistas, se aguantan.

COLUMNAS ANTERIORES

Sheinbaum y Consejo Mexicano de Negocios, ¿modelos incompatibles?
El sexenio del espionaje, que no de la transparencia

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.