La Feria

Sin computadoras, sin papel, sin luz, sin…

Está claro que por la austeridad gubernamental la inversión necesaria en México para salir del hoyo nomás no llegará.

Dentro del gobierno de Andrés Manuel López Obrador se escuchaba una frase el año pasado. Cuando algún funcionario –digamos en Pemex– se quejaba de lo mal que estaba todo cuando llegaron, se le contestaba: "¿Si las cosas no hubieran estado así, crees que los mexicanos habrían votado por AMLO?". El tema es si quienes arribaron compondrán el problema o lo harán más grande. Parece que lo segundo.

La austeridad es un mantra para el presidente López Obrador. Es algo que él se repite y repite, en este caso no sabemos dirigido a qué divinidad, asegurando que por ese camino se llegará a una virtud que tendrá frutos tangibles, como dotar a su gobierno de más recursos.

En la interesante conversación que tuvo hace unos días Javier Lafuente con Carlos Urzúa, quien hace un año dejó de colaborar con Andrés Manuel, el exsecretario de Hacienda expone varias razones por las cuales el gobierno se ha tropezado con sus propios pies.

Si uno lee bien lo que le dice Urzúa al corresponsal de El País, el problema no es que a la administración le falte dinero, como de hecho ocurre, cosa que tampoco es una novedad al hablar de un gobierno mexicano.

El problema es que –siguiendo a Urzúa– con un discurso polarizante, con decisiones como la cancelación del aeropuerto, con escuchar sobre todo a los más incondicionales –entre ellos a quienes son ignorantes de materias como la energética– y el creer demasiado en la austeridad terminarán por hacer que haya menos dinero, público y privado, invertido en el país. Y si encima sumamos pandemia y crisis económica, el mantra vale sorbete.

Dicho de otro modo, López Obrador sobreestimó sus capacidades: ni el gobierno tenía los recursos que él pensaba, ni sus colaboradores le han traído ganancias, ni la lucha contra la corrupción (es un decir) se ha convertido en un revulsivo.

Lafuente pregunta a Urzúa por qué AMLO, frente a tal adversidad, insiste en no endeudar al país. El exfuncionario contesta que por ignorancia y por no escuchar a economistas, porque lo prometió en campaña junto con "no alzar impuestos" y porque el Presidente creía que al combatir la corrupción tendrían recursos. López Obrador manifestaba, según Urzúa, que "'no se apuren, todos estos déficits y deuda que hemos tenido es simplemente porque hay una corrupción dentro del gobierno federal, porque se dan unos lujos que nosotros no vamos a tener'. Entonces, es susceptible a creer, digamos, en estas ideas que no tienen mucho fundamento".

¿Hay que decir que lo contrario de la corrupción no es la austeridad? Puede haber corruptos austeros. Pero, ya se sabe, Andrés Manuel iguala austeridad con ser honesto.

De los tiempos pejistas en la jefatura de Gobierno (del DF) viene parte del mito de que, si eran austeros, las arcas se llenarían de dinero: haber bancarizado el pago de servicios que antes pasaban por la coladera de la tesorería capitalina dio a aquella administración recursos extra.

De ser el caso, Andrés Manuel entendió mal la lección. Porque si es cierto que al quitar oportunidades de corrupción al pagar trámites capitalinos se recuperaron millones para el entonces GDF, eso se habría debido a que el gobierno invirtió en conciliar, mediante moderna tecnología y eficiencia de procesos, los pagos para que el sistema bancario los recibiera sin intermediario ni, para citar al clásico, 'piquete de ojo'.

Es decir, exactamente lo contrario a lo que se pretende en este gobierno, que quiere 'ahorrar' quitando computadoras, luz, papel, mandos medios, etcétera. Si el gobierno invirtiera en facilitar trámites (como los que se hacen en la Secretaría de Economía), en una de esas cosecharía más recursos y permitiría que las empresas bajaran sus costos.

Las cosas estaban mal en el gobierno antes de este sexenio. No sería la primera vez que los baños en una dependencia carecieran de papel. Pero dejen eso: si año y medio después de ostentar el poder presidencial, la principal idea (es un decir) de López Obrador para sacar el buey de la barranca es ser austeros, pues empiecen a hacerle caso al Presidente cuando mandó a todo mundo a ponerse a meditar. Porque está claro que por la austeridad gubernamental la inversión necesaria en México para salir del hoyo nomás no llegará. Om.

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