La Feria

Sicilia, AMLO y la unidad

Sicilia veía el partidismo, las pugnas electorales y a la clase política toda, como parte de los grandes obstáculos a la hora de construir una salida a la violencia.

Hace siete años y medio, en la campaña electoral de 2012, Javier Sicilia hizo una advertencia al candidato Andrés Manuel López Obrador. Si no se corregía el rumbo, le dijo el poeta, la violencia empeoraría. Por ello, pidió al entonces perredista que, en caso de ganar la Presidencia de la República, emprendiera "una agenda de unidad, que nos permitiera salvar la emergencia nacional en la que esta guerra imbécil contra las drogas y la corrupción de las instituciones nos han sumido".

Pero Sicilia fue más allá. Reprochó a López Obrador ser "tan soberbio para creer que en estas condiciones se puede gobernar sin la unidad de la nación, cómo hará si gana para crearla y no convertirse en un nuevo administrador de la desgracia del país, cuál es su propuesta de paz, más allá de programas constructivos a largo plazo (…) cuál es su posición frente al asunto de las drogas, y su propuesta para dejarlas de ver como un problema de seguridad nacional, y enfrentarlas como un asunto de salud pública que ponga fin a esta guerra perdida. ¿Cómo, por lo tanto, va a generar una política que no nos subordine a la estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos?".

Y remató: "para muchos, usted señor López Obrador, significa la intolerancia, la sordera, la confrontación, en contra de lo que pregona su república amorosa, con aquellos que no se le parecen o no comparten sus opiniones, significa el resentimiento político, las revanchas sin matices contra lo que fueron las desahuciadas elecciones de 2006, el mesianismo y la incapacidad autocrítica para señalar y castigar las corrupciones de muchos miembros de su partido. Significa también la red de componendas locales con dirigentes, que años atrás reprimieron a quienes buscaban un camino democrático. El señor Bartlett es sólo la punta del iceberg".

Ese diagnóstico resuena hoy luego de que la familia LeBarón, que durante un tiempo formó parte del movimiento de víctimas encabezado por Sicilia, sufriera de nueva cuenta una terrible desgracia, mayor esta –si es posible comparar las muertes de seres queridos– a la de 2009, cuando dos de sus miembros fueron masacrados.

La nueva tragedia de los LeBarón, como las decenas de muertos cotidianos a manos de la delincuencia organizada, no es culpa de López Obrador. Es una consecuencia de un decenio de políticas fallidas.

En aquel encuentro, el candidato de la izquierda dijo cosas que ha sostenido hoy como Presidente: señaló que entendía "muy bien el problema, no sólo lo entiendo, lo hago mío todos los días; todos los días hablo con la gente, ya he recorrido todo el país (…) recojo los sentimientos de la gente. (…) Y entiendo por qué se agravó el problema de la seguridad y de la violencia. (…) Siempre he sostenido que esta crisis, que este proceso de degradación, progresivo –porque es más que una crisis–, esta decadencia, se originó desde 1983, cuando un grupo se apoderó de los bienes de la nación, de los bienes del pueblo y, preocupados con el pillaje, se olvidaron de la gente, se les canceló el futuro de millones de mexicanos, sobre todo a los jóvenes".

El presidente López Obrador tenía un diagnóstico en 2012 consistente con su actuar en el 2019. Hoy sus programas en torno a la violencia buscan atender a los jóvenes, antes que nada. Claro que una de las novedades de su estrategia es la Guardia Nacional, que es militar aunque se diga civil, pero en todo caso es el mecanismo que ha propuesto el mandatario ante la debilidad de nuestras policías.

Sicilia veía el partidismo, las pugnas electorales y a la clase política toda, como parte de los grandes obstáculos a la hora de construir una salida a la violencia. "No me metan en el mismo costal", reclamó al respecto López Obrador en aquel encuentro con víctimas de la violencia, llevado a cabo en el Castillo de Chapultepec.

No es necesario exagerar nada al decir que la tragedia de los LeBarón es de tal magnitud que representa una nueva oportunidad para intentar una agenda nacional de unidad frente a los criminales. El único con investidura para convocar eso es el Presidente de México. Eso lo haría de verdad diferenciarse de sus antecesores. Veremos qué decide al respecto.

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