La Feria

Quezada Salas y el doble fracaso del Profeproa

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Cuando se anunció el Profeproa, el diario Reforma lo explicó así: "Luego de varios años de compartir la nómina magisterial con agiotistas afines a los dirigentes sindicales, que cobraban un interés de hasta 180 por ciento anual, ahora, con fondos públicos, se rescatarán los adeudos millonarios de los maestros del SNTE".

El cálculo del gobierno era que, inicialmente, se necesitarían 5 mil millones de pesos para que alrededor de 300 mil maestros dejaran de tener el agua en el cuello. El esquema de rescate fue diseñado por Nafinsa, que logró una tasa de 18 por ciento anual.

Era noviembre de 2013. El sindicato magisterial recibió de plácemes el anuncio, hecho ni más ni menos que por el presidente de la República. Los gritos de Peña-Peña retumbaron en el acto oficial. El SNTE y Enrique Peña Nieto se abrazaron. La detención de Elba Esther Gordillo era historia. Pero el Profeproa constituía en realidad un doble rescate. En el primero, aquellos maestros que veían que cada quincena sólo les llegaba la mitad de su sueldo –el resto iba directo a mano de los prestamistas– podrían escapar de la usura mediante un crédito blando ofrecido por el gobierno a través de Bansefi.

Y el segundo rescate fue, como algunos advirtieron entonces que ocurriría, el permitir la impunidad de los agiotistas del sindicato. El empeño que el gobierno puso para diseñar el rescate financiero no se vio aparejado, ni remotamente, por algún tipo de voluntad para investigar a los abusivos prestamistas, ni a sus cómplices en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.

Veintinueve meses después, un reportaje periodístico nos ha recordado que buena o mala idea, el Profeproa no podía funcionar sin la instrumentación de un castigo a aquellos que abusaron de los maestros. Aquí no se exime a los profesores de la irresponsabilidad al haber recurrido a créditos impagables, pero ese es otro tema.

Hace una semana, The Miami Herald publicó un reportaje donde daba cuenta de las millonarias (en dólares) propiedades adquiridas por el hoy diputado Bernardo Quezada Salas, personaje de larga trayectoria en el SNTE y en el Partido Nueva Alianza.

El #condodiputado y su familia adquirieron al contado, de acuerdo con ese diario, once departamentos de lujo en un solo día de 2005. Antes y después, el #condodiputado y su familia adquirieron otros dos departamentos.

El #condodiputado se ha defendido (es un decir) diciendo que ha tenido, a la par de la política, una carrera empresarial. Que haya empresarios metidos a políticos no debería ser problemático, que los políticos construyan en paralelo una fortuna y luego se digan empresarios, en cambio, debería ser, por principio, motivo de suspicacia; y tal fortuna debería ser no sólo legítima sino perfectamente explicable. Parte de la fortuna familiar del #condodiputado proviene de una empresa, a nombre de su suegro, dedicada a préstamos a maestros: Etesa (Ediciones, Tratados y Equipos S.A. de C.V.). Las compras de los departamentos en Miami fueron entre 2004 y 2008, antes del rescate peñista. Sin embargo, el esquema de préstamos a los maestros data de hace más de una década.

Según datos de Reforma, el Profeproa sólo ha rescatado créditos por la cuarta parte del monto pensado originalmente (1,226 millones de pesos). ¿Qué pasó? ¿Por qué tan poco?

Una hipótesis: como usureros que han sido, ¿gente como el #condodiputado Quezada Salas realmente querría que se rescate a sus clientes, que se los quiten con menores tasas?

El Profeproa habría fracasado por partida doble: ni rescató a tantos maestros como debía, ni castigó a los agiotistas ligados al SNTE.

Twitter: @SalCamarena

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