La Feria

'Nosotras'

En el último lustro hemos atestiguado distintas manifestaciones en las que las mujeres logran fuerza al movilizarse en contra de la violencia de género.

A mi madre, en sus 75 otoños

Unos con la ilusión de que algo similar se propague rápidamente también por estas tierras, otros con temor de que ocurra exactamente eso, pero todos con sentimientos exacerbados por su propia agenda observan desde México las protestas de Chile.

Si el alumno favorito de los bancos internacionales y los modelos económicos gradualistas grita de hartazgo, qué pasará en los países donde la ineptitud y la corrupción marcaron por décadas el camino de un magro crecimiento alimentando, de forma idéntica al caso chileno, una insalvable desigualdad y una falta de horizonte de mejora para los más.

En lo que llegan otras respuestas, cabría apuntar que en nuestro país se manifiestan ya algunos hartazgos. Parte de eso fue la elección de 2018, una demanda de cambio radical (si será bien o mal evaluado el nuevo gobierno al respecto de ello es una gran incógnita). Pero el 1 de julio no ha sido la única manifestación de que "es hora de cambiarlo todo", como cantan en las calles de Chile.

Al menos en el caso mexicano, en el último lustro hemos atestiguado distintas manifestaciones en las que las mujeres logran fuerza al movilizarse en contra de la violencia de género en sus múltiples formas. Y toda escala guardada, en esencia y al menos con respecto a esa agenda, el movimiento es tan contundente como en Chile (si no pregúntenle al Ángel). Y como en el caso chileno, la respuesta de los gobiernos mexicanos ha sido de torpe a lamentable.

Como parte de las expresiones de hartazgo frente a la violencia que mata cada día a nueve mujeres en nuestro país, al tiempo que victimiza de diversas formas a miles más, se estrena el documental Nosotras, dirigido por Natalia Beristain y producido por el colectivo El Día Después.

De 23 minutos de duración, Nosotras puede ser visto en Youtube y otras plataformas digitales. Ahí, Beristain nos pone enfrente un filme sin estridencias ni adornos.

Los testimonios de los múltiples tipos de violencia que sufren las mexicanas –en la casa y en la calle, en la plaza y en el transporte público, por extraños y por familiares– son presentados en una cadencia narrativa que va de menos a más pero que tiene el mérito de, como se dice ahí mismo, dejar constancia de que no se entienden las "microviolencias normalizadas" sin el feminicidio, y viceversa: el acoso callejero, la violencia económica, la discriminación laboral, las agresiones físicas, la violación y el asesinato de mujeres conforman la espiral de la impunidad en línea centrífuga, que perpetúa los ataques en todas sus modalidades, y que, en su expresión más salvaje, nos tienen como país en el primer sitio de feminicidio en América Latina.

Nosotras habla de una sociedad mexicana que en cuestión de violencia hacia las mujeres "tiene que cambiarlo todo".

Todo. Desde los sistemas de justicia, hasta la educación de niñas, niños, adolescentes, jóvenes y adultos. Tiene que cambiar, sobre todo, la normalización de las agresiones hacia las mujeres y el machismo. Y creerse dos cosas.

La primera, que a pesar de todo lo que se ha visibilizado el problema, falta mucho para que tengamos dimensión de la tragedia que se vive.

Como lo dice en una parte de Nosotras la madre de Idaly Juanche Laguna, desaparecida la década pasada a los 20 años en Ciudad Juárez.

"Porque a mí me han preguntado muchas señoras, ¿y es cierto que desaparecen?". La señora, con una camiseta estampada con la imagen de su hija, hace un silencio de unos tres segundos y sigue narrando: "Y yo nomás me les quedo viendo y digo: 'Pues lamentablemente, sí'".

Eso es lo primero que tenemos que cambiar como sociedad. La idea de que el feminicidio no está pasando porque les pasa a otras.

Y la segunda cosa a cambiar es la deshumanización del conformismo. Esto puede y debe cambiar, porque tenemos que aprender que no estamos condenados a ser un país donde se violente o mate a las mujeres por su condición, y menos a ser el país en el que más se les asesine.

Todos tenemos que aprender, como se dice en Nosotras, que "es posible que el feminicidio pare".

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