La Feria

López-Gatell no quiere preguntas

López-Gatell reclama que la gente no le hace caso, pero quizá debería reflexionar si la estrategia de cuidados sanitarios no está siendo víctima del éxito de su vocero, que habla mucho e informa poco.

Al subsecretario Hugo López-Gatell no le gusta que le pregunten en las ruedas de prensa. Es, de un modo muy peculiar, como el presidente López Obrador.

En el sexenio de las mañaneras, ahora tenemos las vespertinas. En sesiones que empiezan puntualmente a las 7 pm, López-Gatell, solo o con parte de su equipo, reporta al anochecer de cada día sobre los nuevos casos de contagios del coronavirus en el mundo y en México.

En la sala hay presentes reporteros y uno que otro palero del gobierno federal disfrazado de periodista. Pero como ocurre en las mañanas en Palacio Nacional, lo que acontece a partir de las 19:00 horas está lejos de ser una rueda de prensa.

El anuncio de cada tarde sobre la pandemia sigue un formato inflexible. Primero las estadísticas en el mundo por el Covid-19. Luego, el reporte nacional: nuevos infectados confirmados, hospitalizados y defunciones.

En eso se llevan no más de diez minutos cada noche. A pesar de ello, la sesión de preguntas casi nunca empieza antes de las 7:30 pm. ¿Por qué? Porque López-Gatell se permite, como dice él, dar cada noche un mensaje que él ha elegido para que medios y ciudadanía tengan en cuenta algo que a él le interesa que sepamos.

Una introducción de 30 minutos antes de las preguntas no sería tan grave si no se estuviera fijando un patrón donde sólo un puñado de reporteros puede tomar la palabra. Y a partir de ahí, el funcionario estelar de esta crisis, o alguno de sus colaboradores, hacen lo mismo que AMLO: dan respuestas larguísimas, reiterativas, repetitivas y a la postre poco sustanciosas en términos noticiosos.

Hugo, como con Andrés Manuel, dicta una hora de catequesis sanitaria sobre lo que debemos tener en cuenta en cuanto a comportamiento del coronavirus que tiene al mundo pasmado, y lo que podemos hacer para tratar de evitar el contagio. Pero de informar, lo que se dice informar, de eso hay muy poco.

Por ejemplo, el miércoles López-Gatell y sus acompañantes abrieron el micrófono a preguntas, transcurridos 45 minutos de la sesión vespertina. Creo que hasta López Obrador debe envidiar que su pupilo le esté superando en acaparar el micrófono.

Encima, durante esos tres cuartos de hora, el subsecretario de Salud, como él mismo adelantó, se dio el lujo de repetir por casi 10 minutos las recomendaciones que había dado el día anterior.

En suma: si López-Gatell terminó la sesión de antier medio reclamando que la gente no le hace caso, pues los mexicanos no se quedan en casa, quizá debería reflexionar que la estrategia de cuidados sanitarios es víctima del éxito de su vocero: que habla tanto e informa tan poco que termina por contribuir al ruido que inunda estos días la conversación.

Las ruedas de prensa de hace once años con el H1N1, con el secretario de Salud José Ángel Córdova Villalobos al frente, eran un ejercicio donde se informaba de infectados, pero también se atendían los cuestionamientos e inquietudes que tenía la sociedad. Esos encuentros entre autoridades y medios se transmitían en directo a nivel mundial por cadenas como CNN.

En cambio, López-Gatell copa el espacio con demasiadas palabras, toma un puñado de preguntas que elude con gracia de torero andarín, y antes de las ocho, sin importarle que haya muchas manos queriendo preguntar cosas que quisiera saber la sociedad, decreta que ya no queda nada por agregar ese día.

En concreto, 'ruedas de prensa' que pudieron ser una presentación enviada vía WhatsApp.

AMLO y López-Gatell son igualitos. Aman el micrófono, pero para nada los cuestionamientos en ruedas de prensa.

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