La Feria

La resurrección de Calderón

En unos cuantos meses Calderón pasó de pedir ayuda al presidente, a llamar 'cobarde' a la insinuación de culparlo de la rebeldía policiaca.

Hablando de expresidentes, es notorio lo que ha logrado el nuevo gobierno. A Morena le debemos un milagro. Ni más ni menos que la resurrección política de Felipe Calderón.

El proceso electoral de 2018 significó una derrota triple para FCH. No pudo incidir en el Partido Acción Nacional (al que terminaría renunciando), no pudo ayudar a que cuajara la candidatura presidencial independiente de su esposa Margarita Zavala, y ganó su adversario de dos comicios presidenciales.

Tras ese proceso, el futuro lucía poco halagüeño para Calderón. Tanto que vio cómo le quitaban pensión y escoltas, y estos últimos pudo recuperarlos sólo después de que ex profeso dirigiera una misiva al presidente Andrés Manuel López Obrador, que accedió a la petición, misma que con poca elegancia terminaría por hacer pública.

Sin partido, sin pensión y en medio del desprestigio en que quedaron las administraciones prianistas luego del 1 de julio de 2018, Calderón parecía destinado a sólo apoyar esporádicamente a Margarita Zavala en la constitución de México Libre, la organización política para la que ahora buscan registro.

Pero vino la crisis de la Policía Federal y el mal manejo de la misma por parte del secretario Alfonso Durazo, que llegó al extremo de apuntar que tras la rebeldía de los azules estaba el expresidente panista.

Durazo abrió la puerta grande para el retorno de Calderón, quien en respuesta al señalamiento, velado pero clarísimo, del colaborador de AMLO, difundió un video en el que negó el señalamiento al tiempo que pedía pruebas del mismo.

Así, en unos cuantos meses Calderón pasó de pedir ayuda al presidente, a llamar "cobarde" a la insinuación de culparlo de la rebeldía policiaca y a "exigir" al mandatario y a su secretario que presentaran pruebas o retiraran de "inmediato esas calumnias". Es decir, pasó de verse obligado a escribir una carta de auxilio, a mostrarse envalentonado.

Y esto ocurrió en un contexto donde además de la obvia ausencia de figuras de la oposición, los temas que están en la mesa son unos en los que Calderón puede debatir con soltura.

¿Que Calderón nos metió en el baño de sangre en el que estamos? Es cierto. Pero que él dejó un índice de homicidios a la baja también lo es. Más allá de eso, empero, quién podría reclamarle hoy desde el gobierno su 'estrategia' bélica cuando la nueva administración ha ido más allá, al constituir un cuerpo con mandos y tropas de la milicia. De forma que si alguien cree que Calderón se amilanará al mencionarle su 'récord' en cuanto a violencia, tengan por cierto que no será así y que el michoacano le entrará a ese debate y al que le pongan en frente: estancias infantiles, política energética, medio ambiente, economía, relación con Estados Unidos… bueno, hasta pelearse con Bartlett se le da al expresidente.

AMLO y Calderón parecen destinados una pugna permanente. Como cuando fueron líderes de sus entonces respectivos partidos en los años noventa, como cuando fueron candidatos en 2006.

La reedición de esta confrontación a punto de comenzar la tercera década del siglo XXI no es sin embargo una sorpresa. Si Andrés Manuel y Calderón se enfrentan de nuevo es porque no han surgido, ni desde la derecha ni desde la izquierda e incluso desde el amlismo, nuevas figuras políticas que refresquen el debate. Estamos condenados a esto.

Con esta resurrección pierde Margarita Zavala, que no podrá capitalizar el desgaste de López Obrador, pues tal crédito será para Calderón, quien incluso ya se ve en una candidatura a la Cámara de Diputados en 2021. Lástima, Margarita.

Y perdemos todos, porque está bien que los de Morena necesitaran de sparrings para su tenebra conspiracionista, ¿pero no les dio para más que para resucitar a Calderón? Pues ahora ustedes se lo bancan, como dicen los argentinos.

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