La Feria

El botín de los 'patriotas'

Debería preocupar que las declaraciones que venimos conociendo nos presentan a los delatores como víctimas, no necesariamente como coautores, menos como agentes de corrupción por sí mismos.

El criterio de oportunidad podría ayudarnos a conocer detalles de los esquemas de corrupción más famosos del sexenio pasado. Pero esas delaciones premiadas, ¿ayudarán a México a encontrar algo parecido a la justicia?

En las últimas semanas la prensa ha dado cuenta de más detalles de los casos Odebrecht y la 'estafa maestra'. Se han publicado reportes que nos revelan parte de lo que han declarado ante las autoridades actores clave de esos millonarios escándalos.

El diario Reforma nos ha dado a conocer, por ejemplo, el testimonio de Froylán Gracia, mano derecha de Emilio Lozoya en Pemex. Y Animal Político obtuvo la declaración de Emilio Zebadúa, brazo ejecutor de Rosario Robles en la Sedesol y en Sedatu, y operador de los desvíos en esas dependencias que formaron parte de la llamada 'estafa maestra'.

Una constante de las revelaciones periodísticas es que Luis Videgaray se ha convertido en el villano de villanos, en la mente maestra que habría ideado desvíos u ordenado pagos indebidos.

Procesalmente, lo anterior sorprende poco. El criterio de oportunidad requiere que el delator entregue información que lleve a procesar a alguien más arriba en la escala criminal.

LV fue, para muchas cosas, el presidente de facto del (corrupto) sexenio peñista. Así que vaya novedad que ahora hay quien diga que él ordenó la indebida utilización de dinero proveniente de corrupción en campañas o en propaganda gubernamental, o en compensación a proveedores amigos.

Si la Fiscalía General de la República quiere convertir a Videgaray en el premio mayor de su cacería, ya tiene los testimonios de los Emilios de Pemex y de Sedesol, que le ayudarán en ese propósito. A ver cómo prueban sus dichos tales señores, pero esa ya será otra historia.

Hoy, sin embargo, debería preocupar que las declaraciones que venimos conociendo nos presentan a los delatores como víctimas, no necesariamente como coautores, menos como agentes de corrupción por sí mismos.

Y es que el relato de cómo habrían ocurrido los supuestos pagos a legisladores panistas por la reforma energética y los desvíos de la 'estafa maestra' muestra a Lozoya, Gracia y Zebadúa como actores que lidiaban con presiones inescapables, funcionarios de voluntad de trapo, incapaces de negarse a los actos de corrupción que sus superiores les habrían impuesto. Unas hermanas de la caridad atrapadas en un callejón de mala muerte.

Casi casi los imagina uno temblando ante las indebidas solicitudes de sus jefes. Una imagen que no ajusta con ninguna de las estampas atestiguadas a lo largo de los años del peñismo, donde los Emilios fueron orgullosos protagonistas de la administración mexiquense, cuando los panistas –que claro que pudieron corromperse– hubieran pagado por tener la capacidad de poner en aprietos a los más altos directivos de Pemex, como hoy sostiene Gracia que ocurría. ¿Los poderosos y temidos de la torre de Pemex en posición de debilidad? Ésa sí sería noticia.

Entonces, según las declaraciones que se han filtrado, tenemos a unos patriotas que pretendían servir a su país, pero que fallaron en su propósito porque los malos del mismísimo gobierno (Videgaray y EPN) les obligaron a desviar millones y millones de pesos.

Si el criterio de oportunidad ofrecido por la FGR no incluye pesquisas sobre lo (mucho) que pudieron haber ganado con esa corrupción, para sí mismos, estos abnegados patriotas que hoy entregan a sus jefes, pues en una de esas se les deja escapar con algún botín, hoy fuera del radar.

El criterio de oportunidad deberá servir para castigar a todos, no para regalar impunidad a discreción; de ocurrir esto último, sólo se generará más cinismo social.

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