La Feria

Como en los años setenta…

Por diosito santo que esto del penacho ya lo hemos vivido; no son cuentos, bueno sí, claro que lo son, pero es un cuento trillado, muy trillado.

Y cuando despertó era un día de los setenta o de los ochenta, o de los dosmiles o de los cincuenta. Difícil decirlo. Un día más de estar atornillados a la historia de oropel, a la evasión del presente. Han revivido el sentimentalismo tipo Raúl Velasco de 'lo nuestro', pero recargado gracias al eterno bucle del tiempo real de las redes sociales.

Por diosito santo que esto del penacho ya lo hemos vivido; no son cuentos, bueno sí, claro que lo son, pero es un cuento trillado, muy trillado. Un relato circular sin chiste, aunque efectivo.

¡Ay!, de nosotros, tan mexicanos y tan ofendidos, tan de aquí y tan reacios a ser del mundo.

Pero es que todo esto nos pasa porque quién nos manda tener qué sobrellevar la bendición de ser de la mismita tierra que Juan Diego, indio como uno, invento y beato como nadie.

Gracias, señor Presidente por revivirnos el increíble orgullo de ser lo que dizque fuimos. Por recordarnos que tenemos el himno más bonito (nunca más un segundo lugar frente a La Marsellesa, que para eso vivimos tiempos de transformación), la bandera más chula del pla-ne-ta, los atletas más mejores aunque, claro está, también los más robados de la historia: las medallas serán siempre nuestras, qué más da si nos descalifican en un bajo puente de Moscú 1980 o por cachirules en 82, o si le niegan el cetro una y otra vez a tanto Pepe El Toro que esta patria nos dio.

Para cuándo, mi Presidente, el censo mundial que revise cuántos Benitos del mundo llevan el nombre de nuestro pastorcito de Guelatao, para cuándo nos traemos de nuevo la sede mundialista, porque como México no hay dos: no hay mejores mundiales que los que organizamos acá. Verdad de Dios.

Quién quiere medicamentos oncológicos para sus niños si podemos estar discutiendo si los códices regresan para el año de los centenarios a museos sin presupuesto. Penacho, hermano, cáele, eres mexicano.

A ver, a qué pueblo le roban por siglos la plata pero sabe hacer increíbles collares con las cuentas de vidrio que le dejaron. Pero siempre hay que regatearle a los indígenas, eh, porque para ellos ni chiste tiene lo que hacen, son retetalentosos, como todo lo de esta tierra.

Eso tiene nuestro pueblo bueno, además de bueno es creativo, además de creativo trabajador, además de trabajador creyente, y encima honesto. Voallorar. Si uno sólo puede entender que es por ojeriza que el equipo en el que alinea puro nacional no gane cada año no digamos en la liga nacional, sino la mismísima Champions.

¿Qué no se acuerdan? Si clarito nos decían en la primaria que tan estaba destinado México a la grandeza que nuestra geografía era la del cuerno de la abundancia. Si hubiera habido parque, y Echeverría y López Portillo no se hubieran atontado, otro gallo nos cantara.

Viva el bando vencido, arriba nosotros los pobres sobre ustedes los ricos, que se vayan los extraños enemigos, que aquí nos gusta la raza, la mecánica nacional, Héctor Suárez como modelo aspiracional y no como parodia, soñar diario mexicano con ganarse la lotería, porque ya merito, y gracias a nuestro Presidente, dejaremos de jugar como nunca y perder como siempre.

Ya verán cómo hasta las disculpas nos dan, porque como México no hay dos, y que digan que estoy dormido y no chapoteando en noticias que exaltan un día sí y otro también tanto chabacano patriotismo, como en los años setenta… gracias mi Peje por regresarnos a tan glorioso pasado. Dios me lo bendiga.

Con una disculpa a tantos por las referencias robadas.

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