La Feria

AMLO quiere a la TV, pero no a la IP

Desde la noche de su victoria electoral vive una especie de luna de miel con los dueños de las antenas de TV.

La pandemia ha puesto contra la pared a madres, maestras y autoridades. Y a los niños otro tanto, justo es decirlo. Volver a clases será como enfrentar un sprint largo largo luego de haber corrido un maratón cuya meta no sólo no está a la vista, sino que parece alejarse sin remedio. Para enfrentar ese reto, el gobierno federal ha hecho algo que si intentara más a menudo, quizá estaríamos mejor: pidió ayuda.

Ayer se anunció que el regreso a clases será vía televisión. El actual nivel de contagios en todo el país impide si quiera pensar en algún modelo que permita volver a las aulas en lo mediato.

Por ello, el gobierno ha reconocido los límites que le impone la situación. No se puede volver a clases, ni se puede asumir que modelos que requieren que maestros y escolapios tengan internet sean ideales para enseñar a esa gran mayoría que cursa en planteles públicos.

La alternativa es que las grandes cadenas de televisión abrirán canales para transmitir contenidos educativos para los distintos grados escolares. No suena sencillo de aterrizar, pero no adelantemos vísperas. Ojalá salga bien, y ojalá sentara un precedente en este gobierno. A riesgo de ser tildado de ingenuo, equiparemos lo que ocurre con la educación con otros sectores.

Porque el reto de la educación no es, ni de lejos, el único que impone la pandemia a México. Además de la obvia y desbordada problemática sanitaria, el país enfrenta un colapso económico.

El embate del coronavirus más el encierro tomaron a la economía mexicana en un punto muerto, estancada luego de un año de atribuladas decisiones que provocaron falta de inversión y desconfianza.

Sólo para recordar dónde estábamos antes de la llegada del Covid-19. El Financiero daba cuenta en diciembre de 2019 que con datos al tercer trimestre se registraba ya para entonces una caída de la inversión privada en 5.49 por ciento a tasa anual, lo que en ese momento suponía la mayor caída en seis años. (https://www.elfinanciero.com.mx/economia/inversion-privada-en-mexico-tiene-su-menor-caida-en-6-anos-durante-3t19).

Y esos números ahora parecen hasta halagüeños si tomamos en cuenta que ayer analistas encuestados por el Banco de México corregían su pronóstico de que el Producto Interno Bruto caerá en 2020 un 8.8 por ciento, ahora temen un retroceso de hasta 9.9 por ciento.

Estando así las cosas, quién sabe si se dará el milagro de que el López Obrador de ayer por la mañana entienda que eso mismo que hace ahora con las televisoras –pedirles ayuda ante la complejidad del momento y la incapacidad gubernamental para la autosuficiencia–podría intentarlo para reactivar la economía en general.

Y es que la caída económica sí obedece, en parte, a la pandemia, pero no sólo al embate del coronavirus. López Obrador sembró desde 2018 incertidumbre en los empresarios, 2019 reflejó ese nerviosismo y en el fatídico 2020 tal conducta no se ha modificado.

Corregir e incorporar al capital privado en el sector energético, por ejemplo, puede dolerle mucho a Andrés Manuel, obsesionado como está en revivir el estatismo cardenista en Pemex o el de López Mateos en la Comisión Federal de Electricidad.

Esa apuesta, de marginar a los inversionistas, le traerá al país varios dolores de cabeza, que podrían paliarse si, al igual que este lunes por la mañana, López Obrador reconoce que el gobierno no puede solo, que es y será incapaz de sacarnos del barranco económico. Si no, pues ahí seguiremos más rato del que deberíamos.

No escapa, por supuesto, a esta columna, la alianza especial de AMLO con las televisoras. Desde la noche de su victoria electoral vive una especie de luna de miel con los dueños de las antenas de TV. Y en una de esas, antes que reconocer los límites del gobierno ante una crisis, lo de la educación por televisión es además para darles más poder (y algo de dinero) a sus amigos, que ya en su momento les cobrará los favores. Igual y es sólo eso: que como todo presidente, priista o panista, tiene a sus empresarios consentidos, pero desconfía en general del capital. Quién sabe. Por lo pronto ayer, en el tema educativo, nació una colaboración que, por las niñas y los niños, ojalá funcione.

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