La Feria

Signa Lab y los neutrales

Morena le teme a la academia, al conocimiento científico vacunado contra la propaganda, y a todo aquel que en 2018 no aparcó sus valores.

Signa Lab nació de la violencia. Signa Lab es un laboratorio, es un centro de conocimiento, es un esfuerzo metódico, una nave que busca explorar el espacio digital.

Signa Lab nació hace una década. Es dirigido por Rossana Reguillo, egresada de la universidad ITESO, donde ha sido directora de la biblioteca, profesora, investigadora y referencia desde los años ochenta por sus estudios sobre jóvenes, inseguridad y otras dinámicas que afectan a México.

A inicios del sexenio anterior, Reguillo fue víctima de violencia. Su labor incomoda. Desde siempre, valga decirlo. Sus investigaciones, producto de estudio meticuloso y apasionada tenacidad, suelen caer mal entre quienes siempre buscan manipular, nunca entender.

La forma en que fueron utilizadas las redes en esos ataques de tiempos del peñismo que espiaba y acosaba (como hoy el lopezobradorismo) la trastornó.

En el umbral de un retiro bien ganado luego de décadas de trabajo, dio la media vuelta a cualquier idea de jubilación y convenció al ITESO de montar una unidad para estudiar cómo operan las granjas de bots, cómo se aprovechan fuerzas oscuras del ciberespacio, cómo se conversa en internet.

Porque lo que descolocó a Reguillo, doctora en ciencias sociales pero una eterna estudiante, no fueron los ataques per se, fue no entender; fue darse cuenta de que la atroz guerra que se libra en México tenía un enorme campo digital donde el Estado mexicano tampoco protege a sus ciudadanos.

Signa Lab nació para contribuir a llenar ese vacío: generar conocimiento a fin de que las y los mexicanos puedan defenderse; dar información y herramientas a una sociedad que se debate entre el horror y la indiferencia ante el imperio del crimen y del odio que también campean en las redes.

En esa labor, en concordancia con los valores jesuíticos de esa singular universidad del sistema Ibero que es el ITESO, Signa Lab no es neutral, por supuesto. Nada más alejado a ello.

Neutrales son los que ven a las madres buscadoras ser asesinadas y se tragan el cuento de que “vamos bien, a ellas las matan por temas pasionales”.

Neutrales son los que cuando llegó al poder eso que se autodenomina como izquierda, guardaron el sacapuntas con el que afilaban ingenio e indignación y hoy dibujan y redactan loas y sesudas explicaciones de la pertinencia del militarismo, los arrebatos desde Palacio y la atrofia del sistema de salud.

Neutrales son quienes leen libros del Presidente apagando el pensamiento crítico y la mínima decencia democrática, solazándose con insultos clasistas cuando se denuncia el supuesto clasismo de una adversaria a quien no le conceden categoría de legitimidad para actuar en política.

No. Signa Lab no es neutral. Es imparcial, eso sí. Detecta fenómenos, los estudia, los verifica, sistematiza y expone sus conclusiones. Publicadas éstas, sin intención premeditada ni agenda partidista, se reportan metodología y hallazgos, se documenta el origen de sus datos, la forma en que llegaron ahí.

Este fin de semana Morena y su candidata Claudia Sheinbaum descalificaron al INE por seleccionar a Signa Lab para filtrar preguntas del ciberespacio en el primer debate presidencial. Su directora no es neutral, se quejaron los que tienen el poder.

Por lamentable que sea, el mensaje no sorprende. Ni con su supuesta enorme ventaja en encuestas aceptan una campaña donde gente profesional e independiente como la de Signa Lab entregue con rigor, imparcialidad, transparencia y eficacia lo que se le encargue.

Morena le teme a la academia, al conocimiento científico vacunado contra la propaganda, y a todo aquel que en 2018 no aparcó sus valores para entregarlos al nuevo régimen que quiere imponer árbitros y censura.

COLUMNAS ANTERIORES

Viene la era oscura de la ley del más fuerte
Trabajadoras del hogar, al IMSS… una propuesta a Citlalli

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.