Rosario Guerra

Violencia

Y así estamos: una pandemia que dejará miles de muertos y una economía destrozada; un país dividido, sin liderazgo; y la violencia a todo lo que da, dentro y fuera de casa.

La violencia implica el uso de la fuerza sobre un sujeto para imponerle realizar un acto y a la que no se puede resistir. En los hogares mexicanos ha crecido la violencia durante la cuarentena en 60 por ciento y los pedidos de auxilio a través de 911 han aumentado un 25 por ciento. No hay suficientes refugios para las mujeres violentadas y sus hijos. AMLO dijo que les daría ayudas, que sonaron como pesada broma, por nuevas golpizas para quitarles el dinero.

Cuando los llamados del 911 responden, las víctimas se atienden para evitar más violencia, ya sea deteniendo al transgresor -que días después regresa a su domicilio-, ya sea buscando algún apoyo en DIF o Inmujeres o Covid para protegerlas en forma temporal. Pero hay poca ayuda psicológica, la médica ha descendido y desde luego, no hay apoyos económicos o capacitación para el trabajo. El acompañamiento para bajar y dar seguimiento a los hechos de violencia es bajo, con pocos recursos y desde luego a AMLO lo hizo inexistente.

El machismo, herencia de un patriarcado ancestral, se normaliza como forma de vida familiar. Mucho se alaba a las familias mexicanas como sustento de la sociedad y sus valores, pero ya tiene tiempo que esto no ocurre. En la Ciudad de México casi 40 por ciento de las mujeres son jefas de familia, y en el resto del país alrededor de 30 por ciento. Solteras, viudas, concubinas o esposas, por igual, cuando viven en pareja y además trabajan, mantienen dobles y triples cargas de trabajo. A veces los hombres contribuyen, otras ni el esfuerzo hacen, hay desde luego hombres que logran ser proveedores únicos y pueden ser cariñosos, cuando la agresividad y el maltrato en el trabajo no los cambia.

Pero la familia tradicional, con valores y respeto es más una excepción que una realidad. Ciertamente esto ha contribuido a un desgaste del tejido social, que reproduce más violencia, incluso vista como natural. Es común que el maltratador imponga su autoridad por la fuerza física, el maltrato psicológico, el poder económico, de forma deliberada. Por sus repercusiones esta agresión física, psicológica, de los malos tratos, que producen depresión, baja autoestima, ansiedad y aislamiento social, implica un problema de salud pública mental.

No, no me refiero a AMLO, sino a las miles de mujeres que no denuncian, incapaces de alzar la voz, de defenderse de abusos, ante las amenazas y la normalización de un fenómeno que el presidente AMLO expresa públicamente, descalificando mediciones de su propio gobierno, asegura no hay un incremento de la violencia familiar, porque existe una gran fraternidad. Por eso acusa a los narcos con sus mamás. Su lógica es distinta.

Otro ejemplo de que funciona de forma diferente es el caso de las energías limpias, le preocupa que molinos de viento afean el paisaje, pero no le preocupa el carbono que contamina el aire por uso de carbón y petróleo. Y para sostener las malas finanza de la CFE busca regresar, igual que con Pemex, a los monopolios estatales, que son costosos, inútiles y generan mayor pobreza al no liberar recursos para la atención de las necesidades de las familias.

El Cenace, que regula la energía, prohibió la operación de más de 14 proyectos de energías limpias, por 9 mil millones de dólares, contratados desde años anteriores. Seguimos golpeando la confianza de los inversionistas en el país en plena caída del PIB, el empleo y la inversión. Empezarán los litigios, y muy probablemente los ganarán los privados, pero no habrá nuevas inversiones. Incluso están cuestionadas la puesta en marcha de cadenas productivas con el TMEC, lo que puede acabar con nuestras exportaciones, ancla de nuestra economía.

La corrupción sigue, entre empresarios consentidos, hijos de políticos o amigos de servidores públicos con precios altos, falta de transparencia y adjudicaciones directas. Aún hay quienes creen en la buena fe de AMLO. Yo también creo la tiene, pero no sabe qué hacer. No entiende de economía, es empecinado para seguir proyectos de ocurrencia. El Tren Maya dicen creará 80 mil empleos en la primera etapa, ya solo le faltan 1 millón 920 mil más para cumplir su decreto. En Santa Lucía algunos empleos más se crearán, porque el Ejército subcontratará obras, pero qué decir de Dos Bocas y de Pemex, nos llevarán a perder el grado de inversión país por calificadoras.

El que nada sabe, nada teme, decía mi abuela. Y así estamos, con buena fe, unas grandes ideotas, poco viables, una pandemia que dejará miles de muertos y una economía destrozada. Y para acabar, un país dividido, sin liderazgo nacional. Y la violencia a todo lo que da, dentro y fuera de casa.

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