Rolando Cordera Campos

De Davós y de fantasmas

Cordera habla del desajuste en las finanzas, banca y préstamos superpuestos que pueden dañar la estabilidad China, mientras EU empieza a dar señales de flaqueza

No dejan de ser curiosas algunas crónicas de mexicanos sobre la reunión anual en la Montaña Mágica. Ahí, los hombres de las nieves encaramados en las cumbres de la Alta Finanza, se sintieron un tanto solos ante la ausencia de los grandes del Estado, pero no por ello dejaron de lado algunas de las preocupaciones que los (y nos) abruman como el medio ambiente, los múltiples y variados descontentos sociales, las crecientes dificultades para encauzarlos y, así el alejamiento de la gobernanza.

Poco de esto nos contaron los viajeros totonacas que prefieren seguir cantando las glorias del capitalismo global a pesar de que sus capitanes no dejen de visitar los espectros que dejaron flotando la Gran Recesión y su secuela de recuperación lenta y desigual, salvo sobre todo en Estados Unidos y, desde luego, en China, tan atribuladas como puedan estar sus elites dirigentes.

La referencia a la desigualdad se mantuvo en el cónclave pero, como lo recuerda el gran estudioso del tema Branco Milanovic, los que más mencionan el fenómeno son los mismos que buscan salidas laterales y posposiciones sin término a las políticas que podrían encarar la cuestión y abrir la puerta a nuevas estrategias. Dicho en breve, combinaciones robustas de crecimiento, innovación y equidad.

Central, en este sentido, el apunte de Alicia Bárcena de que la desigualdad, aparte de sus implicaciones éticas y sobre el tejido social y moral de las sociedades, se ha probado excesivamente costosa e ineficiente para las economías, lastre al crecimiento, deformación de las pautas de consumo e inversión y freno de la acumulación. Combinaciones necesarias para relanzar un desarrollo capitalista incluyente, capaz de dar lugar a formas efectivas de solidaridad social y gobierno legítimo.

El cierre del gobierno estadunidense impidió a Trump viajar a Suiza y sus despropósitos con el Brexit dejaron atada a Westminster a la primera ministra May. El presidente López Obrador afrontó su primera gran crisis con la guerra al huachicol, así que la atrocidad política llamada Bolsonaro pudo emitir sus gruñidos y ofrecer al país carioca en bandeja para nuevas hordas multinacionales que, en realidad, han sentado sus reales en el coloso del Sur desde hace muchos años. La ansiada globalidad, se ha vuelto realidad quebrada y quebrantada.

Por si falta hiciera, un desajuste en el dominó chino de las finanzas, la banca y los préstamos superpuestos puede dar al traste con la estabilidad económica del gigante oriental, mientras la economía americana empieza a dar muestras de flaqueza luego de buenos años de recuperación.

Las falanges trumpianas podrían despertar de su extraño sueño para encontrarse con otra pesadilla americana, y el país de Lincoln empezar a explorar otras avenidas, más afines con su verdadera tradición creativa, dispuesta a mezclar con eficacia buenas dosis de populismo del bueno, inextricablemente ligado con la noción de justicia social, con la creación de espacios económicos, de mercado y producción, capaces de sostener dinámicas más acordes con su propio y ampliado inventario de necesidades no resueltas como ocurre con la salud y la enfermedad que cambian de signo para volverse más ominosas.

Con todo, el cuerpo político norteamericano da señales de vigor y los demócratas parecen dispuestos a arriesgar iniciativas de reforma económica y hasta política orientadas a la renovación de su economía política. Veremos pronto qué tanto esa forma de vivir la democracia, con Trump a la cabeza, se ha vuelto disfuncional no sólo para la gobernanza o el cuidado del entorno, como lo propone el empresario-presidente cada vez que puede, sino contrario a toda forma de cooperación multilateral.

Hace años, al filo del desplome de la URSS y en ocasión de una iniciativa plural para relanzar las izquierdas europeas, el gran político italiano y comunista Giorgio Napolitano dijo que el comunismo había acabado, pero lo que dio lugar a esa convocatoria mundial sigue con nosotros. Exacerbado por la crisis global, el "fantasma del comunismo" anunciado Marx y Engels, sigue vivo aunque sus cabezas sean otras y no ofrezcan el reino libre de la necesidad que proclamaran sus profetas.

Sin tener que volar a los picos helados, los mexicanos topamos de frente con algunos de esos espectros en Hidalgo, Guanajuato, el Estado de México. Sus raíces deben pronto ser bien entendidas pero no para solazarnos con sus expresiones más salvajes y agresivas, sino para tomar nota del esfuerzo y el sacrificio que la sociedad mexicana deberá hacer para reconstruir esos reflejos que, de desplegarse y volverse práctica social generalizada, no pueden sino llevarnos a una gran decepción.

Como si se tratara de un tándem diabólico, el insólito desafío de la CNTE en Michoacán nos advierte de la cadena múltiple de reclamos y agravios que tenemos, pero sin duda también, de negación de la ley como vehículo primigenio para vivir en sociedad.

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