Ricardo Monreal

Los próximos años

El proceso de cambio de régimen que inició en 2018 se consolidará en los años siguientes. De ello depende que las siguientes generaciones puedan vivir en un país más próspero, justo y equitativo.

El autor es líder de Morena en el Senado

Los finales de año son temporadas propicias para la reflexión, la recapitulación y la planeación. El 2019 fue importante en muchos aspectos. Se trató del primer año de un gobierno que se ha abocado a terminar con la corrupción y disminuir los índices de impunidad. Fue también un periodo en el que se empezaron a construir las bases para mejorar la calidad de vida de millones de personas que anteriormente se encontraban a la deriva, al no contar con el sustento del Estado, y fue, asimismo, el año en el que se llevaron a cabo importantes reformas y acuerdos para enfrentar los retos venideros.

Nuestro país entrará al 2020 habiendo aprobado el acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), un instrumento trascendental para hacer frente al dinamismo de la economía mundial. Así, dejaremos atrás un proceso de ardua negociación, para entrar a otro de implementación en el que tanto autoridades como sector privado deberemos trabajar coordinadamente para asegurar que el tratado se convierta en un mecanismo que favorezca el crecimiento nacional sostenido y equitativo. Durante los próximos años, México tendrá que reafirmar su importancia como actor económico en la región norteamericana y en el mundo.

Paralelamente, en los años siguientes tendremos que seguir avanzando en lo relativo al empoderamiento laboral de las y los mexicanos. El 2020 iniciará con un aumento del 20 por ciento al salario mínimo, demanda que no había sido atendida por administraciones pasadas, que se justificaban en los supuestos riesgos inflacionarios de esta medida. Asimismo, contaremos con un marco laboral para democratizar la vida sindical y generar mecanismos de protección y ampliación de los derechos de trabajadoras y trabajadores del hogar.

El combate a la corrupción que inició desde el primer día de la actual administración y de la legislatura se deberá consolidar durante los años siguientes. En lo que va de la LXIV legislatura se han aprobado importantes cambios para dotar al gobierno de las herramientas necesarias –antes inexistentes– para realmente combatir la corrupción. Se han realizado investigaciones y detenciones de quienes cometieron actos de esta naturaleza, y día a día se fomenta la cultura de la legalidad en las filas de la administración pública. En el futuro próximo atestiguaremos el descenso de México en los indicadores de percepción de corrupción, en los que por tantos años ocupamos los primeros lugares.

Durante 2019 se inició también un replanteamiento de nuestra política social. En las décadas pasadas, las transferencias condicionales de efectivo fueron el eje rector de estas políticas, utilizadas con fines electorales y generando un mecanismo perverso en el que los derechos eran concesionados. Ahora ya no hay intermediarios: millones de personas reciben los apoyos que por derecho les corresponden, sin tener que cumplir con encomiendas partidistas u otorgar una parte de los apoyos a un tercero. La política social se debe consolidar en el mecanismo para sacar de la pobreza a millones de habitantes y no para cooptar voluntades.

Los próximos años servirán también para que la simbiosis entre el poder político y el económico termine de disolverse. Hemos legislado para poner fin al millonario negocio de la emisión de facturas falsas, tan largamente tolerado, a pesar de los efectos devastadores que tenía en el erario. Se ha logrado también prohibir la condonación de impuestos que durante tanto tiempo favoreció la concentración de riqueza en unas cuantas manos, evitando que quienes más tenían retribuyeran la proporción justa al Estado, lo cual impidió una distribución del ingreso más equitativa.

Los cambios en materia educativa que se han iniciado tampoco pueden pasar desapercibidos. Se canceló la mal llamada reforma educativa, cuyos resultados –de acuerdo con indicadores internacionales– fueron contraproducentes, para darle paso a un esquema que pone en el centro a las familias, al magisterio y especialmente a alumnos y alumnas. Paralelamente, a través de diversos programas, se ha invertido en ampliar el acceso y garantizar la educación de miles de jóvenes. La educación se convertirá, por fin, en un elemento nivelador.

De esta manera, el proceso de cambio de régimen que inició en 2018 se consolidará en los años siguientes. De ello depende que las siguientes generaciones puedan vivir en un país más próspero, justo y equitativo. En el inicio de esta nueva etapa de la vida pública del país hemos logrado pasos importantes, resultado de la lucha de muchos años. Nos encontramos en una coyuntura sine qua non, pues en los tiempos por venir, los principios que defendemos deberán echar raíces profundas que no puedan ser, como en otras latitudes, arrancadas por grupos de interés. Seguiremos trabajando por el futuro de México.

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