Donald Trump impulsó una política nacionalista en varios frentes. En cuanto a comercio, el conflicto de Estados Unidos con China que se extendió durante varios meses generó fuertes pérdidas no sólo para los países protagonistas. Los flujos de mercancías y servicios se vieron afectados a nivel global por el desbalance en el intercambio comercial de dos titanes económicos. Asimismo, la amenaza de aranceles desajustó los precios internacionales de varios productos y, en medio de este conflicto, uno de los principales acuerdos comerciales a nivel global (el Tratado de Libre Comercio de América del Norte o TLCAN) comenzó a renegociarse, abriendo la puerta para revisiones a otros tratados internacionales que, a juzgar por Donald Trump, ponían a Estados Unidos en desventaja.
Además de permear en el terreno comercial, la política nacionalista del presidente Trump también abarcó los ámbitos climático, migratorio, cultural, social y por supuesto, el de las inversiones. En un intento de evitar el desplazamiento de recursos hacia países donde la mano de obra es más barata, los atractivos recortes de impuestos implementados por la administración de Trump lograron, en cierta medida, retener un importante monto de inversión fija en Estados Unidos. México definitivamente fue un país afectado por esta medida y para muestra se presentan algunos números. En 2015, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Economía, la Inversión Extranjera Directa (IED) proveniente de Estados Unidos se ubicó en 19 mil 336 millones de dólares (mdd). En 2017, un año después de la victoria de Trump, ésta cayó a 15 mil 615 mdd y, en 2018, la IED tocó un mínimo de 11 mil 618 mdd. Si a esta tendencia de baja agregamos el efecto de la pandemia, la IED proveniente de Estados Unidos en 2020 podría ser todavía menor que la registrada hace dos años.
Con Joe Biden en la presidencia, el panorama para la inversión norteamericana en México es incierto. Es probable que el incremento del salario mínimo a 15 dólares por hora que propone Biden incentive una importante migración de plantas industriales hacia nuestro país debido a que la mano de obra en México sería todavía más barata en relación a Estados Unidos. No obstante, habrá que analizar las reglas del juego que establezca el mandatario demócrata respecto al tema de las inversiones. Hace apenas unas cuantas semanas, alrededor de 40 legisladores norteamericanos enviaron una carta a Donald Trump para manifestar su preocupación sobre acciones del gobierno de México que "ponen en riesgo la inversión de empresas norteamericanas en el sector de energía, así como el acceso de éstas al mercado". Peor aún, los legisladores expresaron que estas acciones "socavan el espíritu del Tratado México-Estados Unidos-Canadá".
Un presidente como Joe Biden probablemente vigilará de cerca el respeto a los contratos de las inversiones norteamericanas en el exterior. En ese sentido, será muy importante que todos los países no sólo honren estos contratos, sino también observen lo establecido en los acuerdos internacionales vigentes. Más aún, si Estados Unidos prioriza los proyectos en energías limpias, probablemente las empresas de este ramo busquen mercados donde cuenten con un mayor respaldo económico y legal. En México, queda claro que la administración actual da prioridad a las energías fósiles.
Dejando de lado la inversión extranjera, el panorama para la inversión doméstica también es incierto. En septiembre pasado, el presidente López Obrador y representantes del sector privado informaron sobre la inversión en 39 proyectos de infraestructura en los sectores de comunicaciones y transportes, energía, agua y ambiente. De éstos, siete se encontraban en ejecución al momento del anuncio. En total, los 39 proyectos ascienden a cerca de 300 mil millones de pesos.
A principios de este mes se conoció que algunos proyectos enfrentaban algunas trabas burocráticas y el avance parece ser lento. De nuevo, resulta prioritario que los compromisos establecidos entre los sectores público y privado salgan del papel. Después de un sólido repunte de más de 11 por ciento mensual en la construcción de agosto, ésta retrocedió 5.6 por ciento en septiembre (-9.0 por ciento en la parte de edificación) y la tasa anual permanece en terreno fuertemente negativo. Si no se generan condiciones duraderas que mejoren la confianza de los inversionistas locales, los objetivos quedarán pendientes y otros países podrían beneficiarse del desvío de inversión que sufre México. En lo que respecta a IED, es muy importante no desviar atención de los inversionistas extranjeros, pues México representa un gran destino y se requiere de inversión en el país para crecer. Más importante aún será el no desviar la atención de un nuevo presidente en Estados Unidos que podría vigilar más de cerca el tema de las inversiones. Sobre todo, si este presidente tiene la firme intención de gastar más para salir de la crisis.