Economista en Jefe de INVEX

El fenómeno del ajuste continuo

Lo deseable sería que estos ajustes no afecten la credibilidad del banco central o contaminen las expectativas de inflación de largo plazo.

Es fácil detectar una característica esencial en prácticamente todos los estimados macroeconómicos que se presentan en las principales publicaciones y encuestas del mercado desde que inició la pandemia de Covid-19.

No solo organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) han modificado constante y significativamente sus previsiones de crecimiento, inflación y otras variables desde que el coronavirus se esparció por el mundo. También instituciones como la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), Banco de México (Banxico) y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) han actuado en la misma línea. No nos quedamos atrás cientos de analistas, tanto locales como externos, que hemos ajustado nuestros estimados de forma más recurrente en comparación con otras épocas.

Nuestros modelos no son erróneos, aunque algunas voces sugieren que varios de éstos deberían ajustarse a una nueva realidad económica. Se entiende que el impacto de una pandemia como la que aún atravesamos probablemente era algo difícil de cuantificar a inicios de 2020, sobre todo si un evento de proporciones similares se registró 100 años antes. Para muestra, hay que recordar que ni el participante más pesimista en el mercado norteamericano estimó 6 millones de solicitudes del seguro de desempleo en ¡una semana! debido a la llegada del Covid-19, ni la pérdida de 20 millones de plazas en tan solo un mes.

Tampoco se descarta que las reacciones de algunos gobiernos y bancos centrales frente a una crisis no vista en casi un siglo –me refiero a los históricos subsidios y a las inéditas inyecciones de liquidez– también distorsionaron una gran cantidad de estimados y, sobre todo, de expectativas hacia delante. La falta de claridad para medir el golpe de 2020, y sobre todo la posterior recuperación de una economía global que aún sufre secuelas y distorsiones nunca vistas –sobre todo en el tema de cadena de suministros– no solo nos afectó a analistas del sector privado. Los funcionarios de bancos centrales, sector público y organismos internacionales sufrieron lo mismo.

Con la relativa estabilización de la pandemia no llegó la relativa estabilización de los estimados macroeconómicos. Sobre todo, los de inflación.

De entrada, Jerome Powell, presidente del banco central de la economía más grande del mundo, afirmó que el problema inflacionario en Estados Unidos era de carácter temporal cuando el Índice de Precios al Consumidor (CPI, por sus siglas en inglés) registraba una variación de 5.4 por ciento anual en junio de 2021. La tasa llegó hasta 9.1 por ciento anual en junio de 2022 y aún no confirma una clara señal de descenso. Los estimados para la inflación norteamericana de prácticamente todos los participantes del mercado (el FMI, la OCDE, y sobre todo de la FED) han ido al alza constantemente.

Desde hace varios meses, las percepciones sobre el nivel adecuado para la tasa de interés de referencia terminal de Estados Unidos (obtenido a través del dot plot de la FED) también han ido al alza continuamente.

En marzo de 2022, los funcionarios de la FED consideraban un nivel terminal de 1.9 por ciento para la tasa de interés de referencia este año y de 2.8 por ciento para 2023 (mediana dot plot). En septiembre, las cifras ya eran de 4.4 y 4.6 por ciento. Al parecer, el fenómeno del ajuste continuo no solo se da en los estimados de inflación del banco central de Estados Unidos. También se da en la percepción de cada miembro sobre el nivel adecuado para la tasa de interés de referencia terminal, aunque éste no sea un pronóstico ni una garantía.

De igual manera, Banxico ha aumentado sus estimados de inflación de forma consistente, más aún desde que da a conocer dichas estimaciones en sus comunicados de política monetaria (acción que se agradece). También ha extendido, desde 2021, la convergencia esperada del objetivo de inflación a 3.0 por ciento. Al parecer, el fenómeno del ajuste continuo no concluye mientras se aproxima el fin de la pandemia. Lo deseable sería que estos ajustes no afecten la credibilidad del banco central o contaminen las expectativas de inflación de largo plazo.

¿Habrá más ajustes al alza en los estimados de inflación? Probablemente. Al menos hasta que la inflación observada efectivamente confirme un punto de inflexión a la baja hacia los objetivos de los bancos centrales (sobre todo la inflación subyacente). ¿Cuándo ocurrirá esto? Depende de dos factores principalmente: la profundidad de la desaceleración (o incluso recesión) económica en Estados Unidos y otros países, así como el desarrollo de la guerra Rusia-Ucrania. ¿Continuarán al alza los estimados para las tasas de referencia terminales? Si la inflación no cede, seguramente sí.

Por ahora, como bien aseveró Banxico, habrá que estar muy atentos a las “circunstancias prevalecientes” en la economía.

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