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¿Maridaje con destilados?

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Las bebidas alcohólicas se dividen en dos grandes familias: fermentados y destilados. Las fermentadas –vino, cerveza, sidra, sake, pulque, entre otras-, son aquellas cuya materia prima pueden ser frutas, granos o tubérculos y sus azúcares sirven de alimento a las levaduras para que estos hongos las degraden en alcohol. Su máximo porcentaje alcohólico es de 15%. Los destilados –también llamados aguardientes como mezcal, whisky, cognac o ginebra por citar algunos-, son resultado del calentamiento de un fermentado en un alambique donde por medio del calor se purifican y consecuentemente se produce una bebida con un porcentaje de 35% aproximadamente de alcohol. Los fermentados son bebidas vivas que evolucionan y se degradan mientras que los aguardientes son bebidas que ya no se desarrollan.

Durante milenios se ha acostumbrado acompañar los alimentos con vino ya que por sus propiedades permite enaltecer los sabores de la comida. La cerveza es otra bebida fermentada que aunque resulta muy compleja para complementar con alimentos es muy común su consumo. El nivel de alcohol de la cerveza es considerablemente menor que el del vino.

El incremento del consumo de vino en nuestro país trae fenómenos colaterales como realización de eventos o recomendaciones que sostienen que podemos acompañar nuestros alimentos con destilados. Es altamente probable que bebidas como el whisky, mezcal o cognac complementen formidablemente algunos platillos, sin embargo quienes sugieren maridajes con alguna de estas bebidas no consideran los efectos fisiológicos de la ingesta de alta graduación alcohólica ni tampoco la acción y reacción de los estímulos sensoriales cuando se bebe aguardientes.

El nivel de alcohol de un destilado es tan alto que después de dos tragos adormece las papilas gustativas, consecuentemente es imposible percibir en plenitud las cualidades de las viandas que se degustan. Adicionalmente tal cantidad de alcohol provocará un estado tal que el único propósito será entregarnos sin el menor empacho al alcohol.

Cada quien tiene la libertad de acompañar sus alimentos con lo que mejor les parezca, pero el vino por su nivel de alcohol, riqueza en componentes y cualidades benéficas para la salud, nos ayudará a digerir mejor y ayudará a enaltecer la comida complementándola. Beber vino con moderación es saludable porque es la bebida cardiosaludable por excelencia ¡Salud!

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