Estrictamente Personal

Fanfarronadas

La siguiente prueba PISA ya comenzó en varios países, pero no en México, donde López Obrador no quiere que se mida la educación, escribe Raymundo Riva Palacio.

Los resultados de la prueba PISA, que dio a conocer este martes la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, provocaron una fuerte reacción en el mundo por la regresión en el conocimiento y la comprensión de matemáticas, ciencia y lectura. Jóvenes en 76 países perdieron tres cuartas partes del año en aprendizaje en matemáticas y algunas naciones, como México, tuvieron su peor caída desde que se realiza esta prueba en jóvenes de 15 años, hace dos décadas.

En Francia, donde el ciudadano ordinario lee 16 libros al año, es un escándalo. “Nadie entendería que el ministro de Educación no reaccionara ante estos preocupantes resultados”, apuntó el influyente Le Monde en su editorial. “No es donde uno quisiera estar”, comentó Tracey Burns, la jefa de investigación del Centro Nacional de Educación y Economía de Estados Unidos al The New York Times. Estas cifras, señaló en el contexto español el editorial institucional de El País, el periódico más influyente en lengua hispana, alertan sobre la necesidad de reforzar con docentes y recursos los centros con mayores necesidades por razones económicas o de diversidad.

En todas partes sonaron las alarmas por estos resultados de la prueba, que se aplazó un año para dar un poco más de tiempo al mundo para normalizar sus programas educativos tras la pandemia de covid-19, que fue un factor de la regresión educativa, pero que, de acuerdo con la OCDE, sólo podría atribuírsele de manera parcial. Varios gobiernos y sociedades se preguntaron ayer qué falló y qué tienen que revisar para revertir el rezago, pero hubo uno que minimizó la radiografía: Andrés Manuel López Obrador. “Nosotros no los tomamos en cuenta”, dijo el Presidente. “Todos esos parámetros se crearon en la época del neoliberalismo... (para) desaparecer la educación pública, degradándola”.

En la primavera de 2021, ante las críticas, López Obrador aseguró que México no dejaría de aplicar la prueba PISA, que se realizó en 2022. De 81 países que la realizaron, México tuvo una puntuación de 57 de 100, y quedó en el sitio 67, aunque dentro de los países de la OCDE salió en penúltimo lugar en la prueba madre, las matemáticas –que enseñan a pensar–, sólo delante de Colombia. Ahora simplemente la descalifica, ante los malos resultados obtenidos. La siguiente prueba PISA ya comenzó en varios países, pero no en México, donde López Obrador no quiere que se mida la educación y, como lo hemos visto todo el sexenio, que la realidad no lo cuestione y ponga en entredicho.

Su mejor defensa es la fanfarronería, la marca de su sexenio y uno de los legados que, aunque no lo desee, quedará ligado intrínsicamente a su nombre. Lo hemos visto en varios mensajes y proyectos.

Ante la crisis del abasto de medicinas, en lugar de proponer una solución racional inventó una magafarmacia que aseguró será inaugurada en unas cuantas semanas. Hace unos días, el secretario de la Defensa, el general Luis Cresencio Sandoval, le informó que la megafarmacia podrá ser inaugurada sólo en forma parcial, porque no existen condiciones para que esté operando plenamente. El Presidente tiene ocurrencias –como parece que fue esta una de ellas– y ordena que se materialicen. La megafarmacia no se trata sólo de una bodega con anaqueles y medicinas, sino una instalación acondicionada con refrigeradores y un sistema logístico capaz de hacer llegar las medicinas donde se necesite, en un plazo máximo de 24 horas.

Pero no lo dude, el Presidente terminará inaugurando la megafarmarcia, aunque por dentro esté semivacía. La óptica es lo que cuenta, como cuando inauguró la refinería de Dos Bocas en el tiempo prometido, aunque no estaba operando ni generando ningún barril de petróleo. Es lo que también sucederá con el Tren Maya, previsto para arrancar el viernes de la próxima semana, aunque sólo recorrerá la ruta Cancún-Campeche, porque, entre otras cosas, no han terminado de llegar los vagones comprometidos con una empresa europea.

Otro proyecto salido de su introspección es el de Mexicana, la línea aérea que operará el Ejército. Inicialmente se anunció que volaría a 20 destinos, con precios más bajos que las aerolíneas comerciales –cubriendo rutas que no son rentables–, pero que se tuvieron que reducir hace tres semanas a sólo nueve, porque se han demorado los procesos para obtener el certificado de operador aéreo, y la falta de aviones en el mercado.

Esto último se agudizó en los últimos días, por lo que el director de la Agencia Federal de Aviación Civil, Enrique Vallín Osuna, informó que iniciará sus operaciones con tres aviones que pertenecen a la flota de la Secretaría de la Defensa Nacional, que, para satisfacer las emociones del Presidente, serán retirados del servicio diario para que la fecha de la inauguración se cumpla, si es que las autoridades aeronáuticas autorizan que vuele comercialmente.

López Obrador es un guerrero –normalmente sólo en horario matutino–, a quien la realidad le importa muy poco, porque siempre la ajusta a sus fantasías, como tener en la primavera próxima un sistema de salud mejor que el de Dinamarca, otra ocurrencia que terminó con la incumplible promesa de una política pública. Ese tipo de frases simplemente no tienen sustento en la vida real, como que el Tren Maya fuera la obra más importante que se estaba construyendo en el mundo, que tampoco tiene asideras. Hay 17 proyectos de construcción en marcha en el mundo, y al menos 15 hacen palidecer al Tren Maya, como el Tren del Golfo, que atravesará Arabia Saudita, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Omán y Qatar, con una inversión de 250 mil millones de dólares, o la nueva ciudad Neom, en Arabia Saudita, que costará 500 mil millones.

Pero el Presidente, con su increíble teflón para mentir impunemente y su poderosa retórica que ha cautivado incluso a personas de gran inteligencia, tiene todavía un buen espacio para otras ideas de ese tipo. Está a 10 meses de terminar su sexenio e irse para hacer lo que quiera, pues finalmente los problemas que generaron sus sueños de grandeza serán para la presidenta que lo suceda.

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