Construyendo

¡O te aclimatas o te aclimueres!

Conviene aclimatarse, pero invirtiendo en tecnología y promoviendo buenas prácticas laborales, en beneficio de todos, ¡Vale la pena!

¡O te aclimatas o te aclimueres! Es una frase popular muy usada en México para indicar la necesidad de adaptarse o acomodarse a las condiciones en las que te encuentras, para poder sobrevivir. Se aplica por ejemplo cuando eres empleado, y no te agrada tu espacio de trabajo, o el ambiente laboral, o las formas en que tu jefe ejerce su autoridad contigo y con tus compañeros. Entonces, si deseas conservar tu empleo y la fuente de ingresos que te permiten sostener a tu familia, no te queda otro remedio que aguantarte.

También se aplica, desde luego, a la famosa teoría de la evolución, según la cual no necesariamente sobrevive el más fuerte, sino el que mejor se adapta a las cambiantes circunstancias.

Pero no siempre es posible confiar en que todos los problemas puedan ser resueltos por un proceso evolutivo. En ocasiones los cambios en las circunstancias suceden a mayor velocidad de lo que una especie como el ser humano puede alcanzar en la evolución de su organismo, que le permita soportar las nuevas condiciones.

Desde que la temperatura media anual global es medida, los 19 años más calurosos de la historia han ocurrido en los últimos 20. El cambio climático se ha convertido en una amenaza para la humanidad y sus consecuencias tienen un impacto notable en una gran cantidad y variedad de sectores. Uno de ellos es la salud humana, y en especial podemos focalizar sus efectos en el ámbito laboral.

Los daños y afectaciones causados directamente por el calor en los centros de trabajo, podrían estar subregistrados o erróneamente catalogados, por lo que podríamos estar frente a un enemigo silencioso y furtivo, que pasa inadvertido en la mayoría de los casos.

Y esta es una preocupación especialmente importante para los trabajadores que usualmente están expuestos al Sol, como los obreros de la industria de la construcción y los del sector de las energías renovables, tanto los técnicos de turbinas eólicas como los instaladores de paneles solares.

La cantidad de días de exposición a temperaturas consideradas peligrosas, en obreros de la construcción en Estados Unidos, se estima que será mas del doble en 2030, de lo que se registró en el año 2000, y para 2050 se estaría triplicando. Un estudio independiente mostró que por cada incremento de 5 ºC en la temperatura ambiente, el incremento de los casos que requieren hospitalización, derivados de la exposición al calor, aumentan 393 por ciento.

Los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC) en aquel país señalan que cuando se detona el proceso de un golpe de calor, la temperatura corporal puede alcanzar 41 ºC en un lapso tan corto como 10-15 minutos, por lo que, cuando los síntomas empiezan a ser evidentes, es posible que ya sea demasiado tarde, con mayor razón si tomamos en cuenta que la persona está laborando en una azotea, o en lo alto de una turbina eólica.

Adicionalmente a lo grave que ya es para la seguridad y para la vida de los trabajadores, los costos, no sólo por atención de estas afectaciones sino por la disminución de la productividad, pueden llegar a ser exorbitantes.

Por fortuna, los avances de la tecnología son sorprendentes y hoy en día la tendencia en el mundo del equipamiento laboral se enfoca en el monitoreo continuo e individual, por cada trabajador, de una serie de indicadores fisiológicos como el ritmo cardiaco, la temperatura corporal y la pérdida de la sudoración, entre muchos otros indicadores, que permitirían detectar a tiempo las amenazas y así actuar a tiempo. Con esto, sería posible mitigar sensiblemente los riesgos derivados del calor, ahorrar mucho dinero a las empresas, al sector salud y a los propios trabajadores, pero con mayor importancia permitiría salvar muchas vidas.

Esto se realiza por medio de sensores insertados o adaptados a los chalecos, cascos, botas u otros elementos del equipamiento básico de un obrero, que envían los resultados del monitoreo en tiempo real al departamento de capital humano de la empresa, o al encargado de la seguridad laboral, el cual puede avisar directamente al obrero que presente una sintomatología que anuncie un posible riesgo, y brindarle asistencia.

A este conjunto de tecnologías, se les llama Smart PPE (Personal Protection Equipment), o Equipos de Protección Personal Inteligente, y hay muchas empresas en todo el mundo desarrollando cada vez mas y mejores aplicaciones.

Por lo tanto, y gracias a los avances tecnológicos, hoy en día podemos tener opciones viables para prevenirnos de los efectos del cambio climático. Desde luego que una mayor responsabilidad social de las empresas es necesaria, pero también un mayor compromiso de los trabajadores con su propia seguridad y con la productividad. El sector público tiene que asumir con responsabilidad sus funciones normativas, pero también debe incentivar estos esquemas mediante estímulos fiscales.

Conviene aclimatarse, pero invirtiendo en tecnología y promoviendo buenas prácticas laborales, en beneficio de todos, ¡Vale la pena!

Raúl Asís Monforte González

E-mail: raul@mienergiamx.com

Facebook: Raúl Asís Monforte González.

Twitter: @raulmonforte

COLUMNAS ANTERIORES

Reuso y reciclaje, instrumentos para la protección efectiva del agua
La tecnología, para que sirva, debe ser implementable

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.