Apuntes Globales

El cierre de la frontera en tiempos del coronavirus

La pandemia está viajando de norte a sur y no cabe duda de que las ciudades fronterizas mexicanas están expuestas.

Al anunciar la Casa Blanca el cierre parcial de la frontera, el pasado viernes 20 de marzo, el secretario de Salud de Estados Unidos, Alex M. Azar II, señaló "cuando los migrantes llegan a nuestras fronteras sur y norte significa un incremento en nuestros riesgos de salud… estos migrantes están esparciendo el virus a otros migrantes, a nuestros agentes de CBP, a nuestro personal médico y a la población en general".

Lo que Trump y su equipo diplomático y de salud se callaron es que en ese momento la cifra oficial de infectados en Estados Unidos era de 16 mil 600 personas y en México y el Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador) de sólo 204 casos.

La pandemia está viajando de norte a sur, y no cabe duda que los estados fronterizos, especialmente las ciudades mexicanas, están expuestas.

¿Qué es lo que ha sido cerrado? ¿Qué es lo que México y Estados Unidos acordaron? Y, ¿qué es lo que Washington unilateralmente impuso a México?

El acuerdo bilateral cierra la frontera para viajes no esenciales. Es decir, para los turistas que cruzan por vía terrestre. El objetivo, según nuestro cónsul general en San Diego, Carlos González Gutiérrez, es aplicar la medida de distanciamiento social.

La esencia del acuerdo es no interrumpir el flujo de carga comercial, los tráileres y transportes de mercancías entre ambos países. Aparentemente esto se ha logrado. La carga está transitando.

San Ysidro, por ejemplo, que es el puerto de entrada más importante en la frontera con Estados Unidos, ha visto disminuida su afluencia en un 85 por ciento. La garita tiene una afluencia diaria en ambos sentidos de cerca de 200 mil personas, 30 mil peatones y 170 mil automovilistas. Las fotografías de la semana lo muestran desierto.

De seguir esta situación, la economía de la región conocida como Calibaja –los municipios de California y Baja California pegados a la frontera– está en peligro. La región produce aproximadamente un 23 por ciento del PIB mexicano.

Los hoteles en Tijuana que, por lo general tiene una ocupación de 85 por ciento, están al 20 por ciento de su capacidad. Los centros comerciales contiguos a la frontera que generan una actividad diaria de 8 millones de dólares, están cerrados. Y más de 50 mil personas que viven en Tijuana y que vienen todos los días a trabajar a San Diego –empleadas domésticas, nanas, cuidadores y todo tipo de personal de servicios– no puedan cruzar la línea y por tanto no devengan salario diario.

El golpe a los más vulnerables

El efecto más grave del cierre parcial de la frontera es para los migrantes que llegan a esta región a tratar de ingresar a Estados Unidos por la vía tradicional –coyotes– o los que vienen huyendo de la violencia y solicitan refugio.

El departamento de Home Land Security anunció que quienes ingresen sin documentos, incluso quienes solicitan asilo, quienes cruzan para entregarse a la autoridad, serán deportados en caliente.

Es decir, el coronavirus es la gema de la corona del esfuerzo incesante de la Casa Blanca de Trump por cerrarle la puerta a los migrantes, especialmente de Centroamérica y México. En tres años de gobierno, Steven Miller, quien es el gran asesor del mandatario en el tema antimigración, ha instrumentado más de 10 programas para evitar que sigan llegando peticionarios de asilo.

Los más conocidos han sido la separación de los niños de los padres (abril 2018). Programa tan inhumano y pésimamente instrumentado que lo tuvieron que suspender a las pocas semanas. Pero el drama es que hay cientos de niños perdidos.

En el verano de 2018, Home Land, instrumentó otro programa llamado Metering que traduzco como conteo. Aduciendo que no había capacidad para procesar a todos los solicitantes que llegaban a la frontera, se obligó a los migrantes a esperar su turno en enormes listas. Hoy, en Tijuana hay nueve mil migrantes en la lista de espera. Y no tienen para cuando, pues las cortes migratorias han sido cerradas por lo menos un mes.

La medida que le ha resultado muy eficiente al gobierno de Trump es justamente el acuerdo al que llegó con el gobierno de AMLO, Quédate en México. A través del programa se han regresado a 62 mil migrantes a México, de los cuales 20 mil siguen esperando su audiencia en Estados Unidos.

Mi pronóstico es pesimista. El coronavirus implicará una sórdida recesión en México y el triángulo del norte centroamericano. Las presiones de expulsión migratoria se elevarán enormemente. Como Estados Unidos permanecerá cerrado, México será un mayor destino. Para los jóvenes de Guerrero, Michoacán y Colima, entre otros estados, la emigración como válvula de escape no será opción. El crimen organizado tendrá mucho de donde escoger.

Finalmente, por la naturaleza de los asentamientos de la comunidad migrante en las ciudades fronterizas mexicanas, de enorme hacinamiento, habría que esperar un alto contagio. Esto podría prolongar y expandir el actual cierre parcial de la frontera.

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