Apuntes Globales

Octubre 7: más seguridad y migración y la responsabilidad de México

El Departamento de Seguridad Interna y el propio Pentágono pronto podrán manos la obra y veremos un despliegue de securitización de la frontera sin precedente.

Apartir de los atentados terroristas de Hamás en Israel acontecidos el pasado 7 de octubre, el sistema global ha entrado en una fase más volátil y violenta. Las hostilidades entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza se suman a otra guerra, la invasión de Rusia a Ucrania.

El nuevo entorno internacional tendrá efectos directos e importantes en la relación con nuestro vecino del norte. Ya vivimos esta película. Los atentados terroristas en Estados Unidos del 11 de septiembre 2001 cambiaron vertiginosamente el escenario bilateral. En esta ocasión los impactos serán más lentos, pero también, probablemente, más graves.

La seguridad como imperativo ya es una realidad en los presupuestos militares. El presidente Biden presentó al Congreso su petición de fondos especiales para el entorno post-7 de octubre: 61 mil millones de dólares para Ucrania, 14 mil para Israel, 14 mil para la frontera con México y 56 mil para desastres, combate de fentanilo y cuidado infantil.

El incremento de los presupuestos militares es generalizado. Entre los aliados de Washington, Japón y Alemania, están poniendo el ejemplo. Para Japón, la invasión de Rusia a Ucrania representó un parteaguas: acabó con el límite presupuestal post Segunda Guerra Mundial –no rebasar 1 por ciento del PIB en gasto militar–. Alemania, por su parte, tuvo un salto de 100 mil millones de dólares en su presupuesto militar el año pasado, para acercarse a la meta sugerida a todos los países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) –2 por ciento del PIB–.

La frontera común será la primera línea afectada por la securitización. Llama la atención que la petición del Ejecutivo al Congreso para la frontera con México sea del mismo monto de lo requerido para Israel.

Biden tiene que evitar a toda costa que se siga agravando la crisis de migración en su frontera sur. Ya revirtió hace unas semanas su promesa de campaña: cero tramos de muro fronterizo nuevo. De manera que el Departamento de Seguridad Interna y el propio Pentágono pronto podrán manos la obra y veremos un despliegue de securitización de la frontera sin precedente.

Como candidato a la reelección, Biden está urgido de poner orden a la frontera con México. Su errática puesta en escena de política migratoria y un sistema de asilo y refugio caduco han permitido la entrada de más de un millón de peticionarios de asilo que seguramente se perderán en el vasto territorio estadounidense, pues las cortes migratorias traen un rezago de más de cuatro años.

La frontera entre nuestros países está ligada al bienestar del mundo. Es una dinámica relativamente nueva. En la primavera pasada, al invadir Rusia a Ucrania, los vuelos a Tijuana de la Ciudad de México se saturaron de ucranianos, llegando hasta mil 200 al día. En mayo pasado, coincidiendo con la elección en Turquía, empezaron a llegar cientos y tal vez miles de nacionales de ese país. Y desde luego, los Estados fallidos Venezuela y Haití se transforman en flujos de cientos de miles de personas. Tan sólo en la frontera Tijuana-San Diego, la Patrulla Fronteriza detuvo el año pasado a connacionales de 107 países.

Migrantes del Medio Oriente no tardan en hacer su aparición. Y hay que decirlo, a los muchos migrantes de Guerrero que ya tenemos estacionados en las ciudades fronterizas, especialmente Tijuana, se unirá un enorme contingente de los desamparados por Otis.

El mundo más bronco post-7 de octubre se reflejará de varias maneras en la frontera común.

AMLO y su equipo no pueden elegir sólo ser parte de América del Norte en lo económico. Estamos en la esfera de seguridad de esta región y nos toca hacer un esfuerzo mayúsculo para que nuestra frontera no sea un puente para dañar a nuestro vecino del norte.

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