Apuntes Globales

Las amenazas globales para México en 2023

El gobierno debe poner mayor empeño en los hechos que amenazan a nuestro país. No está en su poder desactivarlas, pero sí preparar al país para evitar que sean devastadoras.

Nuestro país, querámoslo o no, está inserto de lleno en la globalización. Más aún, somos vecinos de la potencia más poderosa del mundo, Estados Unidos. Y también Centroamérica, una de las regiones más violentas del planeta sin guerra declarada. Esto explica la importancia de reflexionar sobre los riesgos externos para nuestro país en el año que comienza.

Considero que hay cinco grandes amenazas. Primero, el recrudecimiento del autoritarismo en Rusia y en China. Segundo, la polarización política en Estados Unidos y la proliferación de grupos vigilantes armados. Tercero, la profundización de la violencia en Centroamérica. Cuarto, los desastres naturales, incluyendo pandemias y efectos del calentamiento global. Por último, los usos siniestros de la tecnología, en especial la inteligencia artificial y las redes sociales.

Una Rusia desesperada y aislada es lo que más podría afectar al mundo y a México en 2023. El líder ruso Vladímir Putin cada vez está más lejos de poder vencer a Ucrania. Su cálculo al arrancar 2022, de que sería casi un paseo para las tropas del Kremlin invadir al vecino Ucrania, se ha convertido en una pesadilla, tanto en vidas jóvenes rusas como por el estrangulamiento económico que les ha tendido el mundo bajo el liderazgo de Estados Unidos y de una fortalecida Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Ya Putin coqueteó con la posibilidad de utilizar armas atómicas o químico-bacteriológicas para acabar con la resistencia de Ucrania. Los costos para Rusia serían altísimos. Se convertiría en un paria internacional, como ni siquiera lo es Irán. Pero en la medida que Putin continúe aislándose y su liderazgo entre en duda, no es posible descartar la utilización de armas sucias para continuar su dictadura.

China sigue en camino de convertirse en la economía más grande del planeta para 2030. Sin embargo, se ha olvidado de la apertura política. Más aún, el último Congreso del Partido Comunista Chino de noviembre pasado ungió a Xi Jinping como el hombre fuerte con un poder prácticamente sin ataduras. El poder infinito corrompe infinitamente y Xi podría cometer todo tipo de atropellos. Por lo pronto, la falta de transparencia china sobre el Covid-19 le salió muy caro al mundo y la amenaza sigue vigente.

Estados Unidos tiene un enorme potencial de ser una fuente de inestabilidad global. Su democracia, otrora ejemplar, está seriamente comprometida por la enorme polarización política y porque no han sabido reformar su sistema electoral. Al arrancar 2023 tenemos ya una muestra de ingobernabilidad. El Partido Republicano no ha podido ponerse de acuerdo sobre quién será el presidente del Congreso y, por tanto, el gobierno federal está semiparalizado. Desde hace un siglo no pasaba algo así.

Hay una buena noticia. Donald Trump está en el punto más bajo de su poder. Su insistencia en seleccionar candidatos leales a él, pero desconectados del electorado, llevaron a su partido a tener, contra lo que se esperaba, una mala actuación en las elecciones de medio término del pasado noviembre. Además, la comisión legislativa sobre el asalto al Capitolio lo encontró culpable de cuatro delitos graves, por lo que ahora está en manos del Departamento de Justicia enjuiciar al exmandatario.

Nuestro vecino del sur, Centroamérica, sigue siendo una fuente de conflicto para México y Estados Unidos. A la violencia desbordada del Triángulo del Norte –Guatemala, El Salvador y Honduras– se ha agregado Nicaragua, con una dictadura de facto y altamente represora, de manera que los nicaragüenses se han agregado a los cuantiosos flujos de transmigrantes del Triángulo del Norte. Los flujos de migrantes llegando a la frontera con Estados Unidos han creado una situación de crisis permanente que está siendo utilizada por los republicanos para debilitar a Biden y fortalecer la narrativa de que se requiere del señor de la “bella y hermosa” pared en la frontera –Trump– para que imponga orden.

En los últimos tres años hemos experimentado el poder devastador de las pandemias. Apenas estamos saliendo del Covid-19. China vuelve a ser, como a finales de 2019, una fuente de contagios. No podemos cantar victoria. Es urgente reforzar los mecanismos globales, así como los nacionales, para hacer frente a otra posible pandemia o a una mutación del virus del Covid.

También estamos siendo testigos de los estragos del cambio climático. Nuestros vecinos centroamericanos y varios estados de México, como Tabasco, están sufriendo constantemente eventos climáticos devastadores que afectan el bienestar y se convierten en una poderosa causa de expulsión migratoria. En 2023 no faltarán los acontecimientos climáticos que acaben acarreando más flujos migratorios a la frontera común con Estados Unidos.

Finalmente, preocupa la utilización de nuevas tecnologías, como los drones y armas sucias, como pudieran ser las químico-bacteriológicas, por grupos del crimen organizado, milicias o terroristas. Rusia, Irán y el propio Estados Unidos no tienen una buena regulación para realizar estas ventas. En México, los grandes cárteles están armados hasta los dientes.

El gobierno de la 4T tiene que poner mayor empeño en estas amenazas. No está en su poder desactivarlas, pero sí preparar al país para, de sobrevenir, evitar que sean devastadoras.

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