La Fiesta Está Viva

¡Otra alegría!

Hace más de tres décadas que un novillero no cortaba orejas y rabo el la Monumental Nuevo Progreso, ante la exigente afición tapatía: Diego San Román es el nombre.

La columna de hace una semana la titulé '¡Qué alegría!', celebrando la esperanzadora actuación de quien estoy seguro será un torero no sólo importante, sino en caso de que las cosas se cuadren, un torero de época, me refiero a Miguel Aguilar.

Pertenece el hidrocálido a una camada de grandes prospectos —diría yo realidades—, que debemos apoyar para que se cuajen como los toreros a los que las actuales y siguientes generaciones de aficionados sigamos de plaza en plaza.

El domingo en Guadalajara, uno de estos toreros jóvenes que viene dando mucho de qué hablar desde hace ya más de un año, obtuvo un triunfo rotundo al cortarle las orejas y el rabo a un novillo de la ganadería de San Martín. Habían pasado más de 30 años desde que un novillero no cortaba las orejas y el rabo el la Monumental Nuevo Progreso, ante la exigente y conocedora afición tapatía.

Diego San Román es el nombre: presencia, personalidad y valor para cinco toreros. Sus primeras actuaciones enloquecieron a buenos aficionados y profesionales; de inmediato se fijaron en él las empresas y se fue para España a preparase. El inicio, aunque plagado de triunfos, también vino acompañado del peaje que cobra el toro: las cornadas.

Debo confesar que cuando le vi por primera vez en video, me preocupaba el exceso de valor, lo cual puede parecer una incongruencia, porque si algo se necesita para ser torero, es valor más allá de lo que podamos entender los mortales.

Me explico: el toreo cuando alcanza su nivel más alto es cuando se convierte en un ejercicio casi espiritual del torero; en este nivel el diestro es capaz de apoderarse del alma del aficionado y llevarlo por las más autenticas y profundas emociones, que pasan por el peligro, la angustia, la admiración y la belleza que es creada ante un toro; para que esto se logre, el exceso de valor puede entorpecer la creación artística y por momentos parecer como impericia o falta de respeto al toro, que cobra, y cobra fuerte, pero cuando el valor se alinea al toreo, y éste se tiene de sobra, el torero multiplica su potencial, y es lo que está sucediendo con Diego San Román, no es que utilice menos valor, sino que optimiza el recurso incluso apostando más fuerte, pero con un oficio torero más desarrollado.

Estamos ante toreros que no salen cada año. La tauromaquia es como la naturaleza, sabia, y de vez en vez nos regala estas generaciones de superdotados que si son detectados, apoyados y aprovechados (en el buen sentido de la palabra), la Fiesta se fortalece con el simple hecho de que los aficionados se ilusionan y quieren ir a verlos, pagan un boleto y la economía de escala genera negocio para todos.

El dinero en el toro lo tiene la afición, así que es menester de las empresas estar pendientes de momentos, toreros y gustos, por lo que creo firmemente que estamos ante una camada de novilleros, encabezados por San Román y Aguilar, que pueden ilusionar al aficionado y al público, así como conectar con una nueva generación de chavales que desde el tendido gocen del valor y el arte de sus contemporáneos para llenar la plaza.

Las empresas ya echaron ojo; estos dos, acompañados de Héctor Gutiérrez —un estupendo y fino novillero que ha sido también objeto de esta columna en otra ocasión—, están conformando una tercia de toreros que viene brindando un gran espectáculo taurino. Torearon el sábado en Juriquilla con éxito, el domingo en Guadalajara (convocando un gran número de aficionados), y están programados para este domingo 13 en la Plaza México, ante un encierro de Marrón, hierro de primera línea que será sin duda materia prima para que gocemos de una gran tarde de toros.

Ya lo sabe, amigo aficionado, el domingo vamos a la novillada en México: tres torerazos, ganado de primera, y la mejor actitud para disfrutar del toreo, que es la única obligación del público y la afición.

Estamos ante una camada de época, hagamos lo nuestro y sumemos para que ésta sea nuestra época. Nos vemos en La México, 16:30 horas, niños menores de 12 años entran gratis, y entradas a partir de los 70 pesos, no hay pretexto para no ir.

COLUMNAS ANTERIORES

Sevilla, la feria del toro
¡Arranca la feria!

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.