La Fiesta Está Viva

El gen

Juan Pablo Sánchez es portador de un gen taurino de gran importancia en lo que a cualidades taurómacas se refiere, escribe Rafael Cué.

Juan Pablo Sánchez es portador de un gen taurino de gran importancia en lo que a cualidades taurómacas se refiere; segunda generación de toreros hidrocálidos (tanto su padre Ricardo como su tío Luis Fernando son matadores de toros que vivieron éxitos importantes en la década de los 80).

Su formación fue en España bajo el amparo de una de las grandes familias taurinas: los Lozano. Sus cualidades enamoraron a esta dinastía; le prepararon a la sombra, en el campo y con gran esmero y planeación. Debutó en Iberia y dejó muy claro que su natural capacidad y temple cimentarían una carrera con enormes posibilidades.

Lleva Juan Pablo nueve años como matador de toros. Verle torear es un deleite, verle oficiar en el campo también. La virtud que más sobresale en su tauromaquia es el temple, aspecto que no tiene una sola definición ni interpretación; en mi opinión, es la capacidad que tiene el torero de adaptar la velocidad de la embestida del animal a su toreo —entre más despacio mejor—, sin que el animal toque nunca las telas. Más allá del temple, para poder implementarlo es necesario contar con muchas otras cualidades como torero, haciendo a un lado al valor, que éste —se entiende— todos los toreros lo tienen. En el caso de Juan Pablo, el valor es mucho, porque no alardea de dónde se coloca, ni la distancia en la que es capaz de meterse a los terrenos del toro; el valor es un mero instrumento para obtener otras cosas, como el temple, la dimensión en el recorrido de la embestida, el poder y convencer al animal de moverse por donde el torero desea, todo esto con el fin de crear arte, estética y emoción en la reunión.

En sus ya nueve años como matador de toros, sus triunfos han sido muchos, Guadalajara es una plaza que se le ha dado muy bien, y cómo olvidar aquella gran faena al toro 'Hocicudo', de la ganadería de Los Encinos, al que indultó; las dos orejas y el rabo también en "La perla tapatía", a un toro de Begoña; rabo en Aguascalientes, Mérida, etc., su historial es amplio. En La México ha tenido faenas y tardes muy importantes que no ha rematado con la espada, como aquella delicia a un toro de Bernaldo de Quirós.

En la cuarta corrida de la Temporada Grande, el domingo pasado, se lidiaron seis toros muy bien presentados de la ganadería de De la Mora, con mucha romana, destacando por su calidad el primero y el sexto de la tarde, estando los cuatro intermedios con virtudes y defectos, pero siempre manteniendo el interés por parte de la gente de lo que en el ruedo aconteció. Diego Silveti y el jerezano Ginés Marín completaron el cartel que convocó alrededor de unos 7 mil espectadores en tarde de clima primero apacible y luego algo fresco y ventoso. Fue una corrida interesante, con muchos matices y siempre con el interés que genera el toro en el ruedo.

Diego Silveti no tuvo suerte en el sorteo, es justo decirlo.

El hispano en su primero hizo cosas buenas, aisladas por la irregularidad del toro. Al sexto lo cuajó, mostrando su capacidad durante la faena de muleta, adaptándose a los tiempos y ritmos de un gran toro que exigía el inicio de cada muletazo con sutileza y enorme valor, porque al contrario de cómo inicia la embestida el toro en España, el buen toro mexicano se templa incluso antes de iniciarla. Faena de arte e inspiración, malograda con la espada.

Rotundo, artista y profundo estuvo Juan Pablo Sánchez en su primero. Toro de gran trapío y cualidades, la mayor: la bravura enclasada a la que Juan Pablo sometió con la muleta muy baja en tandas largas y de intensa transmisión al tendido. El toro vació sus embestidas en los primeros 30 muletazos, no hace falta más para crear una obra de arte taurina; espadazo fulminante y el corte de una oreja que abrió el festejo.

El cuarto fue un toro con movilidad y complejidad en su embestida, al que Juan Pablo le pudo y convenció de ir y venir por donde él quiso. Estocada, falló el puntillero y tras un descabello la gente con mayoría solicitó la oreja, que negó el juez Braun, pegando un petardo. Juan Pablo ratifica la gran baraja taurina mexicana.

Para este domingo, cartel cumbre: Enrique Ponce, Fabián Barba, Joselito Adame y la confirmación del sevillano sensación, Pablo Aguado, ante ocho toros de la ganadería de Reyes Huerta. Plaza México, 4:30 de la tarde. No puede usted faltar.

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