La Fiesta Está Viva

El patio de cuadrillas

México está en el patio de cuadrillas con tres diestros que solo por el color y bordado de sus vestidos se han definido ante un público que cada seis años ha demostrado la civilidad y amor a su país, al que la gran mayoría de los políticos ni siquiera aspira a entender ni asumir.

Minutos previos a cualquier festejo taurino, sea una novillada, una corrida de toros o incluso un festival de aficionados, el patio de cuadrillas es el sitio donde las cosas se ponen serias. Los toreros han pasado ya por la angustiosa espera del cuarto de hotel, la por momentos incontrolable y asfixiante incertidumbre ha quedado atrás al momento de vestirse de torero; acto que transforma al ser humano en el héroe, en el que se asume el papel real de salir a un ruedo y enfrentar a un toro que ofrenda su vida, al igual que el diestro, a cambio de crear el milagro del arte taurino.

Eso ha quedado atrás, al llegar a la plaza el contacto con la gente es patente y distante a la vez, el cuerpo está ahí, pero la mente y el alma saben que en minutos se las verán con un toro, por el que sienten admiración, atracción, fascinación y miedo, mucho miedo, tanto físico como psíquico, el primero por estar dispuesto a morir y el segundo por saber que los sueños pueden no cumplirse.

En el patio de cuadrillas cuesta a veces hasta respirar, tragar saliva y articular palabras. La gente ajena al paseíllo pide fotos, saluda, desea suerte y al instante se da cuenta de la increíble tensión que ahí se vive, el ambiente se corta con cuchillo y es mejor dar espacio en son de respeto y máxima admiración a los toreros.

En otra analogía acerca de los momentos que estamos viviendo como país esta semana, -Prometo no pisar terrenos que manejan mejor mis compañeros de este periódico-, México está en el patio de cuadrillas con tres diestros que solo por el color y bordado de sus vestidos se han definido ante un público que cada seis años ha demostrado la civilidad y amor a su país, al que la gran mayoría de los políticos ni siquiera aspira a entender ni asumir.

El primer espada representa 18 años de temporada exigiendo una oportunidad, misma que el público, tras el hartazgo de los diestros que dominaron la Fiesta en esos años, le brindó con toda la ilusión de ser un mejor México, se lo había trabajado y los errores más los abusos de los anteriores le abrieron la plaza para que demostrara su tauromaquia. Seis años en el máximo puesto y su demostración ha sido pavorosa. Hoy quien representa esa tauromaquia, asume y carga en sus hombros fatídicos manejos. Vestidos de guinda con bordados en pasamanería negra en son de luto (de manera inconsciente) por los cientos de miles de muertes que han provocado; hacen el paseíllo hacia el dos de junio, con tensa sonrisa, sabiendo que no han cumplido, que han fracasado y que su único logro ha sido dividir a la afición, enconar a los de sol con los de sombra, y hasta confundir a su cuadrilla.

El segundo espada viste de azul esperanza con bordados en flores de colores y mariposas que inspiran a una transformación real. Su historia es bonita, comenzó de maletilla en la legua, ha soportado insultos, menosprecios y rechazos. Le bastó una tarde y un buen quite para que le abrieran las puertas y la afición está volcada con la ilusión de un México mejor para todos, cuyo único camino depende de todos y cada uno de los mexicanos. La unión será su faena más compleja, pero la afición formada por los ciudadanos es noble, buena y trabajadora, solo requiere que le apoyen y garanticen que se trabajará para que juntos hagamos el país que podemos ser y no el que quieren que seamos.

El tercer espada está ataviado con un vestido naranja sin bordado alguno. Expresa una sonrisa zonza, su tauromaquia no tiene la profundidad y verdad que México requiere. Dice no pertenecer al sistema, pero llegó en el asiento de atrás en el coche de cuadrillas del primer espada.

En chiqueros está el toro serio, del que hablamos la semana pasada. Ese toro es el país, sus problemas, necesidades y virtudes. El público debe abarrotar este domingo los tendidos (urnas), con nuestro voto legítimo pondremos como figura a quien la mayoría designe, como en las plazas de toros.

¡Qué haya mucha suerte, qué sea el público quien decida lo que es mejor para México y que los tres toreros asuman el resultado de la tarde!

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