La Fiesta Está Viva

Sangre torera

Héctor Gutiérrez sufrió una cornada en el muslo y aunque trató de seguir toreando, finalmente fue llevado a la enfermería, logrando salvar su vida.

Celebrando la vuelta a los toros en la capital, el público se ha volcado a los tendidos de la Monumental. El domingo pasado se llevó a cabo la quinta corrida de los festejos de reapertura con un cartel muy para aficionados del toreo con Alejandro Talavante, que volvía tras siete años sin pisar este ruedo, alternando con El Payo y Héctor Gutiérrez ante seis toros de Villa Carmela.

Alrededor de 18 mil personas se dieron cita en los tendidos. Tarde de clima fresco y muy poco viento, ambiente de expectación y ganas de ver torear.

Con euforia y valentía, la gente amante de la tauromaquia ha tomado cartas en el absurdo asunto prohibicionista y ha defendido su legítimo derecho de asistir al espectáculo del que más gusta.

El toro, sabio y hermoso animal, dicta los devenires en los festejos y en la vida de toreros, así como de ganaderos. Las cornadas son parte del precio que pagan los de seda y oro por buscar alcanzar la gloria del toreo. El peligro siempre está ahí, en cualquier toro y en cualquier momento. El gran valor de los toreros, su técnica y la bravura de los toros, hacen posible el milagro del toreo.

De vez en cuando el toro hiere, penetra las carnes de los diestros y cobra a quienes entregan su vida a ellos. La dureza de esta profesión es casi inimaginable para nosotros los mortales. Su constante contacto con la muerte, la incertidumbre, la presión de jugarse la vida tanto física como del alma, hacen que estos personajes sean verdaderos héroes para quienes tenemos la sensibilidad de admirarlos.

El tercero en el cartel en su primer toro, un bello ejemplar de Villa Carmela, con el que estaba armando, lo que se dice en el toreo, un verdadero taco, estuvo fino con el capote, estoico en el quite por gaoneras y capaz con la muleta; Gutiérrez se estaba zumbando al toro con la determinación de quien se sabe competente, viviendo un momento clave en su vida y su carrera.

Derechazos de poder, largueza y temple que le pudieron al astado que parecía entregarse hasta que probó al torero, éste, sin inmutarse, se quedó quieto, lanzando la moneda al aire entre la gloria o la sangre. Esta vez tocó cobrar, un seco derrote al pararse el toro en medio muletazo rompió la carne del torero y desgarró la apasionada ilusión de triunfar esta tarde.

Por los aires, con medio pitón dentro del muslo, Héctor cayó a la arena, casi sin pensarlo se fue por su muleta para seguir, se sabía herido de gravedad, pero su esfuerzo estaba en volver a la cara del toro. Era imposible, borbotones de sangre salían de manera estrepitosa de su pierna, empapando el vestido grosella y oro hasta obscurecerlo al dramático tono de su propia sangre.

Su gesto no era de dolor físico, a su alma la había rasgado un pitón. Sus miles de horas de entrenamiento, esfuerzo y sacrificio se iban a la enfermería. Su mirada no pedía una explicación al toro, él hizo lo suyo, Héctor añoraba mantenerse en el ruedo para seguir toreando. Era imposible, sus compañeros lo levantaron y se lo llevaron a la enfermería, dejando un heroico sendero de su propia sangre como testigo de su valor, orgullo y torería.

Gracias a dios y a las manos y capacidad del Dr. Jorge Uribe y su equipo, salvó la vida, cornada impactante, de torero caro, las que pegan los toros a los toreros buenos, que encajados en la arena se cimbran donde los toros sienten, donde el duelo es a muerte, a cambio del arte.

Recupérate pronto torero, las plazas te esperan, los toros aguardan para encontrarte de nuevo y juntos crear el milagro del toreo. Los aficionados han constatado una vez más tu valía como torero.

La tarde se resumió en el corte de una oreja, a su primero, por parte de un inspirado y feliz Talavante ante un toro que entendió a la perfección. Gozando se le vio al hispano que sabe que su expresión gusta y mucho en este país.

El Payo, que lidió tres toros por el percance de Héctor Gutiérrez, no tuvo uno a modo. La corrida que decepcionó en su juego privó al queretano de hacernos disfrutar con su manera exquisita de torear. Siempre elegante, entregado y esforzado dio una buena tarde de toros.

La ilusión continúa para este próximo domingo 25 de febrero en la capital. José Mauricio le confirmará alternativa al hispano Emilio de Justo, teniendo como testigo a Diego San Román ante toros zacatecanos de Pozo Hondo. Cartel de lujo en toreros y ganado.

COLUMNAS ANTERIORES

Herencia y transmisión
El rey de Pamplona

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.