La Fiesta Está Viva

Señores magistrados

La Sala 2 de la Suprema Corte de Justicia de la Nación tiene en sus manos el día miércoles la inmensa oportunidad de impartir justicia, como lo hacen cada día.

Los ciudadanos comunes vivimos protegidos por ustedes. Hombres y mujeres que han dedicado su vida al estudio de la ley, nuestra constitución, los derechos y libertades que en el tiempo se han ganado con base en resoluciones de ustedes como magistrados.

El sacrificio de cientos de miles de horas estudiando y trabajando, seguramente se han perdido de cumpleaños, bodas, celebraciones y funerales familiares, por estar ahí, por abrazar la responsabilidad que bajo sus hombros recae en tan importante puesto en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Dormimos tranquilos mientras ustedes seguro no duermen, analizando, pensando en la trascendencia de sus decisiones. Todas ellas enfocadas en la justicia y la libertad que gozamos los mexicanos. Amparadas en nuestra Carta Magna y también cómo no, en el sentido común.

Vivimos tiempos difíciles en el país y en el mundo. Las creencias políticas y religiosas, sociales y de género nos han dividido, enfrentado, haciéndonos actuar de una manera en la que dejamos mucho que desear, sobre todo, con las imposiciones que grupos radicales intentan ejercer a otros sectores de la población. Llevado al extremo es la guerra en Medio Oriente. Triste momento de la humanidad, donde se exige respeto, aunque no se otorgue.

La Sala 2 de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, tiene en sus manos el día de mañana miércoles la inmensa oportunidad de impartir justicia, como lo hacen cada día, en un caso en el que sólo una parte de los interesados puede resultar seriamente afectada, no sólo en sus derechos y libertad, sino en su manera de entender y vivir la vida. En la manera de ser mexicanos, pero sobre todo en la manera de sentirse protegidos por esta institución que no debe nunca sucumbir a intereses que no sean la justicia y la libertad de los mexicanos, lejos de creencias y modas.

Como sociedad hemos aprendido a vivir con tolerancia, los mexicanos somos gente buena, respetuosa y alegre. Estas cualidades afloran cuando sabemos y sentimos que hay gente (magistrados) que trabajan para que estos privilegios se mantengan intactos e íntegros, en el sentido de que en este país cabemos todos. Hombres, mujeres, elles, heterosexuales, LGTBQ+, católicos, cristianos, judíos, musulmanes, ateos, de derecha, de izquierda, de centro, apolíticos, taurinos, antitaurinos, etcétera.

Me atrevo a exponer un sencillo ejercicio comparativo entre los que gustamos de la tauromaquia y entre quienes pretenden prohibirla: TAURINOS VS. ANTIS:

Libertad vs. prohibicionismo.

Respeto y tolerancia vs. intolerancia.

Amor al toro vs. exterminación de la especie.

Crianza y cuidado del ganado bravo (68000 cabezas de ganado) vs. exterminación de la especie. Ecologistas, 170 mil hectáreas destinadas al toro bravo en perfecto equilibrio ecológico vs. oficinas urbanas.

Generación de empleos lícitos (83084 directos y 147411 indirectos) vs. eliminación de empleos. Entrega de firmas aceptadas al INE 33600 vs. entrega de firmas aceptadas al INE 12300.

Orgullo por nuestras tradiciones vs. vergüenza por lo nuestro.

Libertad para ir a los toros vs. exterminar la libertad.

Recursos lícitos y transparencia vs. recursos de no comprobada procedencia.

Son puntos básicos para entender quién está de cada lado. Creer que la sociedad será mejor si se prohíben los toros es absolutamente absurdo. La tauromaquia gusta a millones de mexicanos y no les gusta a otros, menos, muchos menos, pero ellos tienen la libertad de no asistir, no leer, no ver, no escuchar, no tener ningún contacto con nada que tenga que ver con esta cultura. En esta decisión lo que está en juego es la libertad de millones de mexicanos que, sí, gustamos de la tauromaquia, vivimos de ella y bajo sus valores.

La decisión es sencilla: libertad para todos o libertad sólo para unos cuantos.

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