La Fiesta Está Viva

Cantera y plata

Duele sin duda no poder celebrar los 45 años de inaugurada la Monumental zacatecana, pero es ejemplo de buen gobierno priorizar el bienestar de los ciudadanos ante esta pandemia.

Zacatecas, joya de nuestra cultura e identidad, una de las ciudades más bonitas de nuestra República Mexicana; digo “nuestra” porque me alarma y me duele esta corriente absurda del rechazo a lo que somos como pueblo, la fusión inequívoca y contundente de dos culturas. ¿Quién tiene autoridad moral para quitar y poner estatuas de personajes históricos de la trascendencia de Cristóbal Colón? Dichos monumentos son propiedad de todos, patrimonio de los capitalinos. Facultades, los políticos, tristemente, pero ¿calidad moral? Debemos los ciudadanos levantar la voz y evitar que atropellos culturales se sigan llevando a cabo por parte de las autoridades, innombrables, resentidas, acomplejadas y de poco arraigo mexicano.

Viene a cuento esto con Zacatecas porque me aterroriza que salga algún “iluminado” terrorista de nuestra cultura y pretenda derribar la catedral zacatecana para poner ahí una pirámide de tablaroca fosforescente.

El rosa canterano y la plata que desde las entrañas de aquella tierra colorada se extrae con sudor y trabajo de mexicanos para embellecer el mundo y crear admiración por la creatividad y las mágicas manos de orfebres zacatecanos, es orgullo de este país, al que no deben restarle identidad para transformarlo, ¿en qué?

Septiembre es el mes patrio y el mes en el que se lleva a cabo la Feria Nacional de Zacatecas (FENAZA), evento de calidad mundial cuyos festejos giran alrededor de las corridas de toros. Este año, Zacatecas Tierra de Toros, la empresa que año tras año ha venido dando realce y categoría esta feria taurina, ha decidido, en conjunto con el gobierno estatal, no celebrar los festejos taurinos. Duele sin duda no poder celebrar los 45 años de inaugurada la Monumental zacatecana, pero es ejemplo de buen gobierno priorizar el bienestar de los ciudadanos ante esta pandemia que esperemos termine o dominemos por completo muy pronto.

En el campo zacatecano, curiosamente, se dio el milagro de la creación del toro mexicano, que al igual que con los humanos de culturas ajenas, hace más de 500 años primero chocaron pero luego se fusionaron para ser lo que somos. Ahí, en esa tierra colorada, agrietada en la seca y de verde generoso en la lluvia, pastaron vacas criollas a principios del siglo pasado, llegó la primera importación por parte de los hermanos Llaguno, de sangre brava hispana, y así como los mexicanos, comenzó una nueva raza, la brava del toro mexicano, fusión de encastes y genialidad genética y ganadera.

Curiosa similitud, maravilloso resultado en ambos casos. Este año no hay Feria, sin embargo, continúa la grandeza de la mexicanidad zacatecana, donde la pita al cinto y la plata en la hebilla manifiestan el orgullo de esta cultura, donde el admirable trabajo cantero en rosa deslumbra por su belleza en fachadas, callejones, escaleras y detalles en toda la ciudad, bajo un cielo de cruel azul ante la mirada del cerro de la Bufa, que orgulloso alberga en sus entrañas la plata que refleja la calidad de su gente, su paisaje y su bondad.

Añoramos los días de Feria, su gastronomía que comienza con la visita obligada para el desayuno al café de la Acrópolis, admirando la catedral. Un paseo por el mercado de artesanías; apreciar la fachada del Teatro Calderón, construido en 1833; mirar en los callejones, las galerías; degustar los dulces típicos o las gorditas de fama mundial. Aprovechar la enorme oferta cultural de sus museos: Manuel Felguérez, Pedro Coronel, Museo de Guadalupe, Rafael Coronel, Francisco Goitia, Museo Zacatecano, Museo Toma de Zacatecas, entre otros. Historia y arte, cultura y tradición.

Los días de corrida el sorteo tiene personalidad propia y suele preceder a un evento cultural taurino en la plaza misma. La oferta para comer bien es grande, en Feria los restaurantes aledaños a la plaza, o bien los tradicionales en la ciudad, como la churrasquería Garufa, Los Dorados de Villa y muchos más.

Tras la corrida, una copa para tertuliar, ya sea en el bar del Hotel Quinta Real, antigua plaza de toros, o en una de las muchas cantinas con centenarias barras de madera que nos hacen viajar en el tiempo.

Ya si por la noche hay palenque, ni les cuento, gallos y lo mejor de nuestros artistas dentro de un ambiente alegre y respetuoso.

Ya será en el 22, volveremos a esta joya nacional que es Zacatecas y su Feria.

COLUMNAS ANTERIORES

Lo de Juan
Olé Aloi

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.