La Fiesta Está Viva

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Esta entrega está dedicada a Arturo Saldívar, que apenas la semana pasada cumplió su primera década como matador de toros.

A principios de este siglo emergió de la mente de un grupo de amantes de la tauromaquia la idea de crear una escuela taurina que brindara frutos tangibles en la formación de nuevos toreros mexicanos, así nació Tauromagia Mexicana, de la mano de gente realmente importante dentro del medio taurino; apoderados, ganaderos y un buen número de (en aquella época) niños comenzaron un sueño. Los frutos comenzaron a verse casi de inmediato, los niños asumieron la actitud y vocación de toreros desde el inicio, y el camino que nunca es fácil, brindó la oportunidad de soñar con hombres de bien convertidos en Figuras del toreo.

La primera generación ha sido asombrosa, Octavio García "El Payo", el recordado y añorado Mario Aguilar, y Arturo Saldívar, son tres de los nombres que llegaron al doctorado en tauromaquia y que hoy gozan de un lugar de privilegio en nuestra baraja.

Esta entrega está dedicada a Arturo Saldívar, que apenas la semana pasada cumplió su primera década como matador de toros.

Tomó la alternativa en la Plaza Nuevo Progreso de Guadalajara, el 31 de octubre del 2010, de manos del "Zotoluco", y como testigo Sebastián Castella, ante toros de Los Encinos. Confirmó su alternativa en la Plaza México ese mismo año, el 12 de diciembre, de manos de Sebastián Castella, y como testigo José Luis Angelino, con toros de Teófilo Gómez y Los Encinos. Hizo lo propio en Las Ventas de Madrid el 15 de mayo del 2011, ante el padrinazgo de Morante de la Puebla y el testimonio de Alejandro Talavante, con seis toros de Núñez del Cuvillo.

No será ésta una columna estadística de Arturo, es un hombre cuyos logros taurinos exceden la extensión de esta página. No puedo no mencionar una tarde en la que Saldívar dio una dimensión rotunda de su tauromaquia en La Plaza México, fue el 6 de noviembre del 2011, ante toros de San Isidro, en la que alternando con Enrique Ponce y confirmándole la alternativa a Diego Silveti, se dio el lujo de cortar cuatro orejas y un rabo. Tarde consagratoria, pensamos en aquel momento, el sueño se había cumplido, el sacrificio de aquel niño de Aguascalientes que se hacía hombre desde pequeño ante los toros, era una realidad.

Desgraciadamente lo pararon, la miopía empresarial no supo aprovechar a un torero capaz, valiente y solvente, que conecta con la gente y que nunca se deja nada para después. La repercusión en el ánimo de Arturo llegó, ¡cómo no iba a llegar!

Arturo seguía dando la cara pero ya no estaba, no era ese torero fresco e ilusionado dispuesto a todo, menos a caer en las garras empresariales, que lejos de ver por el público, ven solamente por mantener un poder que sólo lo es dentro del medio y que visto en perspectiva es muy corto, ya que el público se aleja cuando percibe que antes del amor por el toro está la vanidad de los taurinos.

El toro es un sabio de la vida, quienes lo amamos terminamos aprendiendo de sus lecciones y del amor que le tenemos. Al toro si te le entregas en vida, sea lo que sea a que te dediques con relación a él, te devuelve lo que te toca, ni más ni menos.

Esta pasada Temporada Grande gozamos de nuevo de Arturo Saldívar; de no ser por la espada, este hombre se hubiese erguido como el máximo triunfador del serial capitalino. Así como en el ya lejano 2011, Saldívar arrolló en La México, con la frescura de su niñez, el valor de siempre, pero el concepto taurino natural y auténtico de su sentir. Tardes sublimes que no coronó con la espada, una pena, pero a la vez un estímulo para que no desvíe su camino hacia lo más alto del toreo.

Estos primeros 10 años como matador de toros son el preámbulo de una etapa que promete ser formidable en su carrera, la madurez añade a su recio toreo múltiples elementos de conexión con la gente. Gracias a su valor y a su técnica, le sirven muchos toros, pero sobre todo, hoy más que nunca en su cabeza y en su alma, está cimentada la vocación inquebrantable de ser torero.

Ahora que regresemos a las plazas, Saldívar será un lujo y nosotros como aficionados lo único que le debemos es apreciar su entrega y su amor por la tauromaquia.

Enhorabuena, matador, que sean muchos más y que lo mejor esté por venir.

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