Plaza Viva

El zorro, el erizo y el futuro

No se trata de escoger entre zorros y erizos, sino de saber que hay dos formas de entender el mundo, con ventajas y desventajas, de acuerdo al contexto.

El poeta Arquíloco hizo famosa la fábula de El zorro y el erizo, la moraleja de la historia es que el zorro sabe muchas cosas y el erizo sabe una sola, pero muy importante.

Creo que esta historia es muy relevante aún hoy en día, porque revela dos modelos de pensamiento que podemos ver en los distintos liderazgos políticos de México.

No se trata de escoger entre zorros y erizos, sino de saber que hay dos formas de entender el mundo, con ventajas y desventajas, de acuerdo al contexto.

En México, el gobierno federal parece seguir una lógica de erizo. Todos los problemas son resultado de un único tema: la corrupción del pasado que debemos superar para lograr un futuro brillante.

Sin embargo, no todos los problemas del país parten exclusivamente de la corrupción, existen los que son resultado de la complejidad emergente del mundo, problemas nuevos que no pueden resolverse con soluciones del pasado, sino que requieren hacer uso de la visión de zorro y enfoque de futuro.

Hablemos por ejemplo del desarrollo sustentable, de cómo las ciudades pueden convertirse en espacios que sean amigables con sus habitantes y con el entorno donde se desarrollan.

Es vital alejarnos de un enfoque donde las ciudades se vuelven depredadores de los recursos naturales, donde el progreso se entiende como el dominio del concreto, de las avenidas, las calles y los edificios sobre la naturaleza.

Esta clase de enfoque genera satisfactores inmediatos pero graves problemas a mediano y corto plazos. Como ha señalado María Neira, directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS: 70 por ciento de los últimos brotes epidémicos se debe a la destrucción masiva de selvas y bosques tropicales que la humanidad ha realizado en aras del progreso.

En contraposición a este enfoque progresista, tenemos una visión multidisciplinaria que ha comenzado ha desarrollarse en distintas ciudades del mundo, que comprenden la interrelación de los seres humanos con el medio ambiente, su entorno social y el futuro de las nuevas generaciones.

No se trata de entender el mundo con un único indicador, ni el PIB ni el IDH son suficientes para explicar la complejidad del mundo que debemos proteger.

Es necesario incorporar elementos que reflejen nuestra realidad más allá de una visión antropocéntrica. Entender que propiciar y salvaguardar la diversidad de la fauna y flora en el mundo no sólo es un deber ético, sino una forma de mantener un equilibrio que nos beneficia.

Ciudades como Londres, Amsterdam o Barcelona, han demostrado que espacios más humanos, donde se puede dormir, trabajar y divertirse sin necesidad de realizar grandes traslados, aportan también a una mejor relación con el medio ambiente y al resurgimiento de especies que habían sido expulsadas de su entorno.

¿Y si incorporamos a nuestra idea de progreso la necesidad de mantener y propiciar la biodiversidad? Estoy seguro de que un futuro más diverso, es un mejor futuro.

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