Opinión Pablo Pruneda

La UNAM y la violencia de género

La máxima casa de estudios no ha sido inmune a este problema y dentro de ella hemos tenido que lidiar con prácticamente todas las modalidades de la violencia de género.

Pablo Pruneda Gross es Consejero Universitario de la UNAM, representante de los maestros de la Facultad de Derecho, integrante de la Comisión Especial de Equidad de Género.

Son innumerables las expresiones de violencia de género que se han ido replicando en nuestro país y concretamente en la Ciudad de México. El más reciente caso de la niña Fátima así como el de Ingrid Escamilla, dan cuenta de una barbarie que deja en evidencia la dimensión del problema y el enorme reto que nos representa como sociedad, generar las condiciones y mecanismos que permitan acabar con este cáncer.

La máxima casa de estudios, como gran entidad educativa de nuestro país que atiende a una población matriculada de más de 356 mil estudiantes, no ha sido inmune a este problema y dentro de ella hemos tenido que lidiar con prácticamente todas las modalidades de la violencia de género, desde el inadmisible acoso sexual, hasta sus más graves expresiones como la violación o el feminicidio, generando la preocupación y agravio de quienes formamos parte de la comunidad universitaria y dando pie a las más diversas manifestaciones de rechazo.

Desde la perspectiva institucional, la UNAM ha sido especialmente cuidadosa y activa en el combate y erradicación de la violencia de género, siendo muy importante subrayar que su compromiso y trabajo en pro de la equidad y en contra de la violencia de género no nacieron a partir de las exigencias o movimientos recientes. Ya desde 1945, en el estatuto general de la UNAM quedó establecida la igualdad entre los hombres y las mujeres en la universidad. Hace 28 años, creó el entonces innovador Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG). En 2010, dio nacimiento a la Comisión Especial de Equidad de Género dentro de su máximo órgano de autoridad, el Consejo Universitario. En 2013, publicó los "Lineamientos generales para la Igualdad de Género en la UNAM", así como el "Glosario para la Igualdad de Género". En 2016, ya bajo el liderazgo del Dr. Graue, publicó el "Acuerdo rectoral por el que se establecen políticas institucionales para la prevención, atención, sanción y erradicación de casos de violencia de género en la UNAM" y se suscribió la adhesión de la UNAM a la plataforma ONU-Mujeres He for She. De manera muy destacada, se emitió el primer "Protocolo para la Atención de Casos de Violencia de Género en la UNAM" como una herramienta procedimental para darle cauce institucional a las acciones promovidas por las víctimas de violencia de género. En 2017, el Consejo Universitario aprobó la transformación del Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG) en el actual Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) dándole un mayor impulso a su relevante tarea de aglutinación y formación de expertos que estudian con seriedad y rigor este fenómeno social, así como los mecanismos para erradicarlo. En 2018, ese mismo Consejo aprobó el "Documento Básico para el Fortalecimiento de la Política Institucional de Género de la UNAM", emitiendo lineamientos de observancia general para todas las entidades de la universidad poniendo especial énfasis en la necesidad de que cada entidad cuente Comisiones Internas de Equidad de Género (CinEGs). En 2019, se hizo un trabajo serio y comprometido para modificar y mejorar el Protocolo para la Atención de Casos de Violencia de Género en la UNAM con la finalidad de que fuera una herramienta más eficiente en el acompañamiento a las víctimas desde su denuncia y apoyo psicológico, hasta la sanción a los responsables.

El miércoles pasado, en una sesión maratónica de más de diez horas de duración, el Consejo Universitario aprobó un muy relevante paquete de reformas a diversos reglamentos y normas en pro de la equidad de género. En particular, se materializó el primero de los cinco ejes anunciados por el rector para fortalecer la atención y prevención de los casos de violencia de género, reformándose los artículos 95 y 99 del Estatuto Gral de la UNAM en los que se calificaron como causas especialmente graves de responsabilidad a la violencia de género y en el que se garantizó la paridad de género en la integración del Tribunal Universitario.

La magnitud y gravedad del problema supera por mucho los trabajos realizados hasta ahora. Estamos aún lejos de alcanzar las condiciones de respeto y seguridad que queremos para las universitarias, pero estoy convencido que en una aplastante mayoría de quienes formamos parte de esta institución, existe la enorme convicción de que vamos en el camino correcto y que se seguirán generando mecanismos para desterrar los inadmisibles atavismos culturales donde algunos hombres se creen con derecho de violentar a las mujeres a partir de su cobarde fuerza bruta o posición jerárquica.

Si alguna institución le debe a México erigirse como promotora de la igualdad y alzar una sola voz de alto definitivo y castigo a los responsables de la violencia de género, esa es, sin duda nuestra UNAM.

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