Uso de Razón

Las Mil y una Mañanas de López Obrador

Todos los días López Obrador da pasos firmes hacia su destino: dejar un país destrozado que tardaremos décadas en componer.

El país se deteriora con una rapidez que aflige, aunque el presidente nos arrulle con un cuento distinto cada mañana para aplazar su cita con la realidad. Como Sherezada.

Las Mil y una Mañanas de López Obrador, en cambio, no tendrá un final feliz.

Todos los días da pasos firmes hacia su destino: dejar un país destrozado que tardaremos décadas en componer.

La austeridad es una simulación, pues los ahorros se canalizan a reparto de dinero en efectivo.

Los padrones de beneficiarios los hacen miembros de Morena para crear clientelas electorales, sin regulación ni normatividad.

Así aspiran a eternizarse en el poder.

Fue falsa la promesa de someterse a revocación de mandato a la mitad del periodo (1 de diciembre de 2021), pues la quieren adelantar para empalmarla con la elección intermedia.

Un gobernante debe promover unidad, y desde Palacio Nacional alientan el encono y el resentimiento. La herida que se está abriendo en México dejará daños por generaciones.

Los datos oficiales de homicidios dolosos en mayo son los más elevados de la historia –un promedio de 86 asesinatos diarios. Y junio viene peor.

Todos los delitos graves van al alza, incluyendo el secuestro y el robo con violencia.

Vamos para atrás en seguridad y en economía ni se diga.

Las cifras no mienten: el IMSS reportó que la creación de empleos formales en mayo fue 88 por ciento menor al mismo mes del año pasado.

El desplome en la creación de empleos es consecuencia de la caída del crecimiento de la economía y de ahorros que cancelan programas para repartir en efectivo.

Los bancos internacionales bajan la perspectiva de crecimiento de la economía nacional para este año y el pronóstico ya no bordea el dos por ciento, sino el uno.

Habían dicho que el país no crecía por culpa de las políticas neoliberales que llevaban al desempleo, la delincuencia y la desintegración del tejido social.

¿Y? ¿Cómo le hicieron para bajar el crecimiento a menos de uno por ciento anual?

¿Cómo le hicieron para tirar al piso la creación de nuevos empleos formales?

¿Cómo le hicieron para disparar la criminalidad en lugar de bajarla?

No se necesita ser economista para entender el axioma: si no hay inversión suficiente no hay crecimiento económico, ni más empleos ni mejores salarios.

Y si encima de ello se destruyen grandes proyectos de infraestructura para realizar verdaderos disparates, la ruta es cuesta abajo.

Para que haya inversión tiene que haber confianza, y hasta ahora no la hay.

El gobierno ahuyenta la inversión por sus erróneas prioridades, y ahora cancela la participación privada en asociación con Pemex para buscar y extraer petróleo (farmouts), cuando había prometido lo contrario.

De acuerdo con la Secretaría de Economía, en el primer trimestre del año el país recibió diez mil 162 millones de dólares en inversión extranjera directa (productiva), contra doce mil 664 millones de dólares en el mismo periodo del año pasado.

Vamos para abajo. No hay confianza en las ocurrencias ni en los súbitos cambios de parecer.

Y en Palacio Nacional nos cuentan, con voz pausada que encanta y adormece, que vamos para arriba.

Las reducciones de personal en la industria manufacturera –que es nuestro fuerte– nos ponen en el peor escenario desde 2010.

Sobre ese dato, está otro: según el Inegi, en la industria manufacturera no sólo cayó la creación de empleos, sino que también cayó el salario en más de un tercio de ellas.

En los primeros cinco meses de este año la construcción de viviendas cayó 16 por ciento con respecto al mismo periodo del año anterior.

Vaya paradoja en un gobierno de izquierda: la caída se da fundamentalmente en la construcción de vivienda de interés social.

Va un botón –muy significativo– que muestra el desplome en la vivienda popular: en el primer trimestre de 2013, Homex vendió cinco mil casas. Y en el primer trimestre de esta administración sólo reporta ventas de 701 viviendas.

Se tira el dinero en caprichos como la destrucción de aeropuerto en Texcoco. Se va a construir uno pequeño, lejos, impráctico e inseguro en Santa Lucía.

Además se hará una refinería sobre un pantano y no recuperaremos la inversión jamás (200 mil millones de pesos, cuando menos).

El gobierno reparte, cada mes, mil 733 millones de pesos a jóvenes aprendices, y anualmente dispone de una bolsa de 201 mil millones de pesos para entregar, cash, en sus programas sociales.

Muy bien. ¿Detonó el consumo? No. Al contrario.

La Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio (ANTAD) reporta que de enero a mayo tuvo su peor crecimiento (3.2 por ciento) en cinco años para ese periodo.

Ese dinero, en consecuencia, se va a la economía informal.

La producción de gas natural está en su peor momento en catorce años. El gobierno no produce suficiente y tampoco quiere inversión privada.

¿Consecuencia? Apagones en el sureste (por ahora). Y en esa misma región del país, ya se observa escasez de gas para uso doméstico e industrial.

Importamos gas obtenido a través del fracking, y el presidente prohíbe que en México –donde hay mucho gas– se use el fracking para producirlo aquí.

Es como si en una casa sean vegetarianos sólo cuando se trate de carne nacional, pero si al animal lo matan en otro país, adelante, buen provecho.

La salud es un desastre porque la convirtieron en fuente de 'ahorros' del gobierno para repartir ese dinero a las clientelas electorales.

El IMSS cerró 300 Unidades Médicas Urbanas (UMU) de 315 que había.

El Universal presentó hace una semana el oficio por el cual se informa que debido a la conclusión de Prospera y su transformación al nuevo programa de Becas para el Bienestar de Educación Básica Benito Juárez, IMSS-Bienestar ya no recibiría recursos y éstos se entregarían a los beneficiarios. En consecuencia, las UMU dejaban de operar.

Monetizar para repartir: tengan mis votantes cautivos.

La principal tarea de las UMU era dar servicios médicos a personas de escasos recursos que carecen de seguridad social, fundamentalmente en zonas marginadas.

A los médicos y enfermeras "nos corren sin liquidación, no hay oportunidad de reubicarnos, y lo peor es que la gente que venía para controlar su diabetes, hipertensión o darle seguimiento a su embarazo, se quedó sin ese servicio", dice la enfermera Tania Rincón, despedida de la UMU Ocotal 2, según narra la reportera Perla Miranda en un espléndido y estremecedor reportaje.

En Veracruz, el médico Miguel Martínez le explica que en la delegación norte de esa entidad había 19 Unidades Médicas Urbanas que atendían a 44 mil 677 personas. Adiós.

La gente "nos preguntaba dónde se atenderían, pero a nosotros no nos dieron detalles, sólo nos pidieron entregar las instalaciones".

Mientras, en Palacio Nacional, el presidente nos cuenta un nuevo cuento maravilloso cada mañana, basado en 'sus datos' que nada tienen que ver con la realidad.

De seguir por ese camino no hay opciones: el desastre es inevitable.

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