Uso de Razón

El color del gato sí importa

El principal desafío del presidente Biden será retomar el liderazgo mundial que la irresponsabilidad de Donald Trump dejó a la deriva por optar por el aislacionismo.

MIAMI, Fl orida.- Los chinos son misteriosos y nadie sabe qué están pensando ni cuáles son sus intenciones.

Sea lo que sea, el principal desafío del presidente Biden será retomar el liderazgo mundial que la irresponsabilidad de Donald Trump dejó a la deriva, pues optó por el aislacionismo.

Paso que retrocedió Estados Unidos, paso que avanzó China.

Se ha ganado merecidamente el aplauso internacional por su apertura económica, pero es una dictadura.

No hay libertad de asociación. No hay libertad de expresión. Existe un solo partido autorizado, el Comunista. No se puede practicar la fe que cada quien profese. Los derechos humanos no están en sus leyes ni en el lenguaje oficial. Los disidentes van a la cárcel o al exilio.

El mundo democrático fue demasiado optimista con los cambios en China y se precipitó al abrirle puertas de la OMC, por ejemplo, sin exigir nada a cambio.

Occidente echó las campanas al vuelo con las reformas económicas que arrancó Deng Xiaoping, pero el gigante asiático ha sido selectivo en su apertura.

No ha permitido que entren empresas extranjeras en el sector servicios. O lo maneja a antojo del gobierno.

Hace dos semanas los reguladores chinos frenaron la mayor oferta pública de la historia a la tecnológica Ant Group (Alibaba tiene un tercio), por 35 mil millones de dólares, para crear un gigantesco servicio de pagos. Para abajo.

No hay acceso libre a lo que no sea agricultura, manufactura y minería.

Uber y Google, por ejemplo, no están autorizadas para operar en China.

Y el mundo libre le abrió de par en par sus mercados como si tratara con uno de los suyos. China abreva de las bondades de Occidente sin aceptar compromisos en derechos humanos, libertades individuales y democracia.

China ha ido ganando aliados en la medida que Estados Unidos abandonó la cooperación para el desarrollo. A países de África y América del Sur les ha abierto la chequera para asegurar el litio y el cobalto, indispensables para las baterías de los vehículos eléctricos.

Desde hace diez años se prepararon para la migración que tendremos de autos movidos por combustibles fósiles a eléctricos. Chapeau por China, que tiene una política industrial definida y hoy cuenta con 99 marcas de coches eléctricos.

Este año China va a crecer casi al dos por ciento, a pesar de la pandemia que nació en su territorio, pero la controlaron. Estados Unidos tendrá una caída de casi 4 puntos de su PIB.

Durante la depresión global de 2008 la economía estadounidense cayó -2.5 por ciento, en tanto que China creció +9 por ciento. Fue un punto de quiebre que lanzó hacia arriba al país asiático.

De pronto, en la lista de las 500 empresas más grandes del mundo que aparecen en la revista Fortune, vimos a 119 compañías chinas (y 121 de EU) que llevan la delantera en la construcción, banca, ingeniería…

En la industria de los cinco gigantes de fabricación de teléfonos celulares, cuatro son chinas. De Estados Unidos sólo aparece Apple.

Hasta ahí todo es elogio para China.

Pero se trata de una dictadura, y su modelo basado en economía de mercado sin libertades individuales, embelesa a muchos. Demasiados.

Hasta nuestros más prestigiados intelectuales citan a Deng Xiaoping con la frase de que no importa si el gato es negro o pardo, el chiste es que cace ratones.

Pues fíjense que el color del gato sí importa.

Por lo menos para los que creen en las libertades individuales, en el derecho a decidir qué hacemos con nuestras vidas, si cambiamos o no al partido en el gobierno.

O si con nuestra pareja nos parece bien instalarnos en Mérida o en Empalme, y tener dos, tres o ningún hijo. Leer a Orwell, a Ma Jiang (autor de Pekín en coma), ingresar a un grupo de yoga y ampararse si el gobierno nos quiere expropiar.

¿Cuáles son las intenciones de China? ¿Cuál es su siguiente paso?

Un enigma, pero va a avanzar.

Depende del petróleo, no tiene, y la mayor parte pasa por el estrecho de Ormuz. De ahí que el pleito Trump-Irán era una maravilla para China.

¿Tomará por la fuerza lo que llama "el mar de China meridional"?

Ahí reclaman derechos Vietnam, Malasia, Brunei y Taiwán. Por esa vía pasa el 30 por ciento del comercio marítimo de crudo del mundo.

¿O va a invadir Japón, aliado de Occidente al que la administración Trump maltrató?

China será el principal desafío para la política exterior de Biden, si quiere que Estados Unidos retome su papel de liderazgo en el mundo.

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