Uso de Razón

Lilly Téllez, y la oposición extraviada

La oposición se deja abofetear y aplaude, o murmura. Da igual. Salvo Lilly Téllez. Hay que decirlo, porque es una forma de protegerla.

A la oposición le declararon la guerra y hasta ahora sólo la senadora Lilly Téllez parece haberse dado cuenta de lo que eso significa.

Con consejeros del INE a su servicio y magistrados del Tribunal Electoral grillos, grises, impreparados y cooptados por el gobierno, el oficialismo recibió 73 por ciento de la representación en la Cámara de Diputados luego de alcanzar 54 por ciento de los votos.

A la oposición la aplastaron.

Con 42 por ciento de los votos le dieron solamente 26 por ciento de las curules.

Ya es oficial que al gobierno y a Morena no le vienen con eso de que la ley es la ley.

El TEPJF decidió con los votos de tres magistrados golpistas, Mónica Soto, Felipe de la Mata y Alfredo Fuentes Barrera, que Alejandro Moreno podía quedarse al frente del PRI, contra la ley electoral y los estatutos de ese partido, hasta entrada la siguiente década si le da la gana.

Así dividen a lo que queda del PRI, con un esperpento de resolución contraria a la impugnación presentada –en nombre de militantes, exlegisladores y cuadros valiosos– por los expresidentes de ese partido Dulce María Sauri, Pedro Joaquín Coldwell y Enrique Ochoa Reza.

La oposición no tiene cabida en México, más que como ornato para usarla cuando haya que decir que hay democracia.

Ayer lo dijo el presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña: “Van dos carros, uno frente a otro, uno se tendrá que quitar y no es el nuestro” (entrevista con La Razón, primera plana).

Fuera de mi camino, opositores. Si quieren ir a las sesiones en San Lázaro, vayan, y si no van da igual.

A la oposición le quitaron los votos para impugnar la constitucionalidad de leyes ante la Corte.

No existen más caminos ni ideas que las de Morena. A los demás no se les dirige la palabra.

Se está imponiendo en México, con burlas a la ley, el pensamiento único.

Lilly Téllez tiene toda la razón. Es de una ingenuidad supina jugar a ser “oposición leal” de la maquinaria del gobierno que los va a aplastar.

“Nosotros vamos en un tráiler, ellos van en un Volkswagen”, ejemplifica Fernández Noroña en la entrevista.

La presidenta Sheinbaum es la que conduce el tráiler y los opositores le desean “que le vaya bien”.

Eso cabía en otros tiempos, cuando la oposición participaba en la toma de decisiones, iba a Los Pinos a dialogar, rechazar o negociar, como ocurre en todas las democracias. Esa realidad ya no existe.

Que le vaya bien a la presidenta Sheinbaum es desearle que acabe con la autonomía del Poder Judicial, con la participación de la sociedad en la vigilancia del gasto del gobierno, con los órganos reguladores autónomos que dan certeza a los inversionistas.

Y que acabe con la oposición política mediante un órgano electoral dependiente del gobierno.

Desde luego que hay leyes que responden al sentido común y está bien que pasen con el voto unánime de los legisladores, pero hacerle guiños al gobierno, como hacen dirigentes y legisladores del PRI y PAN, es de pena ajena. Hasta ridículo.

Hemos visto verdaderos desfiguros, como el de la senadora priista por la Ciudad de México, Cinthya López Castro, que se coló a la comitiva de recepción de la presidenta el 1 de octubre.

Claudia Sheinbaum no le extendió la mano para la foto del recuerdo, sino que optó por una foto con el grupo.

No los quieren, no los toman en cuenta, si se atraviesan los aplastan. En los hechos, ya no hay legalidad democrática.

Si no entregan la lista con las vacantes en el Poder Judicial, “usaremos la información pública”, dijo la Presidenta.

¿Amparos? Eso que era una joya de la justicia mexicana dejó de existir con las violaciones cometidas con la construcción del Tren Maya.

A los jueces que otorgan “suspensiones definitivas” ni los voltean a ver.

“Ya no somos neoliberales”, señora presidenta… “mi querido Miguel Ángel”… “que le vaya bien”, doctora… “queremos colaborar con el gobierno”…

La oposición no fue convocada a la construcción del Programa Nacional de Seguridad presentado ayer. Ni una idea, ni una palabra pudieron aportar. La sociedad civil organizada, tampoco.

Debió ser una política de Estado, incluyente, contra el crimen y la inseguridad, y fue un acto unilateral. Lo que Morena ve y punto.

El Estado son ellos.

Háganse a un lado que no cabemos todos en la ruta, dice el presidente del Senado. Y así actúa la presidenta Sheinbaum.

La oposición se deja abofetear y aplaude, o murmura. Da igual.

Salvo Lilly Téllez. Hay que decirlo, porque es una forma de protegerla.

COLUMNAS ANTERIORES

La Constitución ha muerto
Trump, o gana o asalta el poder

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.