Trópicos

Que Dios reparta suerte

Maniatado por el derrumbe en las encuestas ante el pésimo manejo de la pandemia, Donald Trump inició con su estrategia electoral más sucia: la de diversificar a sus enemigos.

El autor es periodista mexicano especializado en asuntos internacionales .

¡Donald Trump tiene otros datos! Según sus cálculos mágicos, México es un peligro para su nación en cuanto a la propagación del virus Covid-19 se refiere. Así lo dijo en una entrevista en la televisión estadounidense el domingo para justificar la construcción del muro fronterizo.

No sólo es una sin razón ya que una cosa no va relacionada con la otra, no hay que ser científicos para saberlo. Al contrario, es por todos conocido que en estos momentos es el país con mayor número de contagios y muertes en el mundo gracias a sus medidas desastrosas para controlar desde un inicio la pandemia, por lo que es evidente que está buscando, desesperadamente, encontrar culpables para justificar sus propios errores.

Sus argumentos fuera de lugar, sin sentido común y totalmente desproporcionados, van dirigidos a un electorado estadounidense ignorante; aquellos que se dejan llevar por la mala información y acostumbrados al amarillismo. A ese sector duro y numeroso que votó por Trump hace cuatro años, capaz de darle nuevamente el triunfo el próximo 3 de noviembre.

Por ello la andanada de insultos es de esperarse, ya que en estos momentos la posibilidad de que gane la presidencia se aleja. Pero con factores tan inciertos y volátiles como el Trump-candidato, un sistema electoral estadounidense anacrónico, más el contrincante demócrata que demuestra poca fuerza, el destino puede cambiar rápidamente.

Mientras tanto, maniatado por el derrumbe en las encuestas ante el pésimo manejo de la pandemia, Donald Trump inició con su estrategia electoral más sucia. La de diversificar a sus enemigos, acusarlos, amenazarlos y suscribir ocurrencias caricaturescas. Todo ello para construir una narrativa de 'echar culpas a los otros' de los múltiples problemas que agobian a su país, desde la crisis sanitaria y económica, hasta el tema del racismo y violencia policial. Por supuesto, entre sus blancos favoritos incluye a México y a los mexicanos.

En referencia a la pandemia, Trump sentenció: "¿Por qué no hablan de México, que no nos está ayudando? Gracias a Dios construí casi todo el muro, porque si no lo tuviera tendríamos un problema mucho mayor con México". Al respecto, Andrés Manuel López Obrador respondió: "Hay que tomar en consideración que en Estados Unidos están por iniciar formalmente las elecciones, es una temporada especial. En cualquier país del mundo, cuando hay elecciones, hay más declaraciones, más propaganda, más debate, pero nosotros no nos metemos en eso".

Prácticamente AMLO está justificando lo que será México para Trump en su campaña: un referente de agresiones para buscar un voto que está perdiendo. Y que, además, no responderá a futuras agresiones del mandatario estadounidense. Es decir, se sobreentiende que lo va a estar 'toreando'… pero ojo, porque las faenas siempre tienen un fin y sabemos de qué se trata el último tercio.

No hay que olvidar que el mandatario mexicano en su muy reciente visita, abrazó una supuesta buena relación de respeto, la cual ya nos dimos cuenta que se está esfumando. Esa dicotomía nos enfrentará a la realidad de siempre, ¿hasta dónde permitir insultos y sumisiones cuando la asimetría entre ambos países es notoria y la dependencia de México hacia Estados Unidos en materia económica total?

Desde que quedó de manifiesto que no se trató el tema de la construcción del muro en el encuentro del pasado 8 de julio, se confirmó que el muro sí va a ser un asunto concurrente del inquilino de la Casa Blanca en el desarrollo de su campaña. No cabe duda que seguirá usando este anzuelo desgastado y desproporcionado para sumar votos.

El problema va a ser, ¿bajo qué premisas lo va a continuar usando? Ya lo ha hecho para argumentar que se debe frenar la migración porque los mexicanos son violadores. También porque el crimen organizado los envenena con sus drogas. O porque les robamos sus puestos de trabajo. Ahora, porque exportamos el coronavirus. ¿Qué sigue?

Esperemos que cuando aborde otros temas como la migración, la economía, la inseguridad, sean para construir puentes que busquen la solución de estas situaciones, ya que a pesar de nuestras asimetrías es inevitable resolverlos en conjunto. Incluso, habrá que esperar de qué manera el candidato demócrata, Joe Biden, trata estos asuntos, que sin lugar a dudas van a estar en ambas agendas. Al respecto, AMLO deberá tejer finas respuestas, para defender la dignidad de los mexicanos sin herir y sin ser herido.

Paralelamente, nuestro país inició con tres disparos de salida la batalla electoral a celebrarse a mediados de 2021 en el marco de las crisis de salud y económica. El primero fue cuando los nueve gobernadores del PAN hicieron el llamando a un 'Acuerdo en Defensa de la Libertad, la Democracia y el Federalismo' el 14 de junio pasado.

El segundo fue la mediática publicación titulada 'Contra la deriva autoritaria y por la defensa de la democracia', hecha por 30 académicos, periodistas y escritores, que mereció una pronta respuesta del presidente de México, que tituló 'Bendito coraje' el 15 de julio. En ambas se delinean visiones ideológicas y choques contundentes de lo que será la batalla por controlar la Cámara de Diputados y renovar 15 gubernaturas el próximo año. El tercero, fue la llegada de Emilio Lozoya a México.

Pero vamos por partes, y veamos qué pasa con el primer toro de la tarde, que lleva por nombre: DT.

COLUMNAS ANTERIORES

Nuevos líos para la candidata puntera
Las sombras que inquietan el futuro de Sheinbaum

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.