Trópicos

Morena se indigesta

Los dos políticos que luchan por la dirigencia representan a grupos distintos y con sed de triunfo rumbo a las presidenciales de 2024.

El autor es periodista mexicano especializado en asuntos internacionales .

El partido político más fuerte de México llegó a un punto de quiebre para convertirse, o en una fuerza tradicional que primero busca el dinero, después el poder, y hasta el final, impulsar algún proyecto surgido de sus bases ideológicas. O en uno renovador, vanguardista, de consensos y que integre a los mejores perfiles desde sus entrañas ideológicas de izquierda. Capaz de promover temas progresistas, de alto valor social y hábiles para definir contrapesos. Donde interpongan la ideología y los proyectos. Y que, de llegar al poder, sea el medio y no el fin para conseguir sus objetivos.

Como van las cosas, e independientemente del grupo que logre la presidencia de Morena, y tomando en cuenta el comportamiento demostrado por diversos liderazgos, se encaminan a ser un partido tradicional. Otro más que contribuirá al debilitado sistema de partidos, y que, en lugar de fortalecer la democracia de México, se sumará a la pantomima de autonombrarse los verdaderos promotores de un cambio por México.

Tradicional, desde el punto de vista donde sus cúpulas buscan un solo objetivo, el poder para sí mismos. El poder para reciclarse, el poder para que sean unos cuantos quienes gobiernen el partido y algunas veces el país.

Lo que inició como un movimiento de zarpazos decididos, para arrebatar el poder a los partidos tradicionales, correosos y sin ideología, está mudando de piel rápidamente para sumarse al contingente de los de siempre. Logró el poder total, pero al parecer está cayendo en las mismas inercias de los viejos partidos. Quizá porque sus fundadores se formaron en los entretelones del teatro representado por el PRI, PAN y PRD.

El espectáculo demostrado para llegar al máximo nivel del partido es de antología, ya que, quienes se dignificaron en ser la "esperanza de México", se convirtieron en el hazme reír. Han escenificado varios actos dignos de la obra de Eugène Ionesco. Primero, crean reglas que posteriormente ni ellos mismos respetan. Segundo, se desconocen entre ellos. Tercero, gastan millones en encuestas inútiles. Cuarto, invierten más dinero en una tercera encuesta. Quinto, feministas frenan un acto ilegal. Cinco actos del teatro del absurdo.

Porfirio Muñoz Ledo sintetiza lapidario: "hay poco partido porque hay mucho movimiento". Y se declara en "desobediencia" porque las instituciones electorales no le dieron el triunfo. Y ve con malos presagios una tercera encuesta. Mientras tanto, su rival, Mario Delgado, afirma que "Morena no es de nadie, es del pueblo de México". Califica a Muñoz Ledo de "golpista" y sí acepta celebrar la encuesta definitiva. Nada mal para lo que se pronostica como un final infeliz.

Supuestamente, entre alguno de ellos dos va a quedar la presidencia de Morena. Pero como se observan las cosas, esta elección se pronostica más compleja que la de Estados Unidos. Ya se movieron institutos, tribunales, encuestadoras, legisladores… incluso el presidente, Andrés Manuel López Obrador definió: "es mucho pueblo para tan poco dirigente", y sugirió que "ya se pongan de acuerdo". Y nada para nadie. Por ello, no hay indicios en que una tercera encuesta logre lo que ahora parecería un milagro: certeza, consenso y unidad.

Entre ambos políticos, que representan a grupos distintos y con sed de triunfo rumbo a las presidenciales de 2024, aún no se sabe si son opuestos ideológicamente o no, porque eso no es lo que importa en estos momentos. Su 'lucha' se concentra en arrebatar el control de un partido que va a repartir infinidad de puestos de elección en junio de 2021 y preparará la plataforma del candidato presidencial hacia las presidenciales en 2024. Un verdadero botín de recursos económicos y plataformas para futuros 'políticos'. Por eso las propuestas no importan por ahora… esas, ya llegarán.

Muñoz Ledo ha sido crítico con el presidente López Obrador. Y sin negar que ha construido una admirable trayectoria política, siempre ha asumido un rol personalista y con más influencia en la academia y entre intelectuales que con el grueso de la sociedad, es decir, los que viven en la pobreza, los marginados, los olvidados. Un perfil distinto a la visión que ha emprendido López Obrador, de amasar su lucha, "con el pueblo y para el pueblo".

Por su parte, Mario Delgado es un político astuto que entiende bien los tiempos para tejer posiciones claves dentro del sistema de poder mexicano. Ha sido secretario en la CDMX, diputado y senador. Pero también ha sido eficiente en alinearse con las figuras ganadoras. Entre ellas, la del canciller Marcelo Ebrard, de quien fuera secretario de Finanzas, secretario de Educación, y coordinador del programa de gobierno de la campaña para jefe de Gobierno y responsable del equipo de transición.

No obstante, es necesario para él romper con la imagen que representa de operar y depender de 'otros' y crear su propia personalidad: la de ser un político con ideas propias. De lo contrario, y de llegar a la presidencia de Morena, le costará el doble de trabajo unificar al partido que al propio Muñoz Ledo.

Vamos a ver de qué están hechos los liderazgos de Morena en una de las etapas más difíciles para México. Y que más allá de sectarismos y anacronismos ideológicos, se requieren mentes progresistas para hacer frente a las exigencias que demanda México. La moneda está en el aire y a punto de caer al suelo.

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