Trópicos

La educación en tiempos de Covid-19

La televisión será la gran apuesta transitoria en México. Y será clave porque es el único sistema con amplia cobertura a nivel nacional, inclusive más que la conectividad que ofrece internet.

El autor es periodista mexicano especializado en asuntos internacionales .

Uno de los principales problemas que se han venido agudizando en México y el mundo por el virus SARS-CoV-2, además del tema de la salud y la economía, es la continuidad y calidad en los sistemas educativos. Y por supuesto, evitar la deserción es todo un desafío en estos momentos. La ONU afirma que la pandemia "ha creado la mayor interrupción de la historia, afectando a casi mil 600 millones de estudiantes en todos los continentes".

El vacío de este sector ha dejado importantes secuelas en el desarrollo de los jóvenes, tanto en su progreso académico como en su desarrolló psicológico. Y aunque por fortuna el virus provoca pocos daños en la salud de los jóvenes, son los que mayores afectaciones emocionales sufren, cuyos impactos aún son indeterminados hacia un futuro próximo.

El confinamiento ha incrementado la violencia intrafamiliar, el esparcimiento en espacios abiertos para el adecuado desarrollo cognitivo de niños, niñas y jóvenes. Y por supuesto, el cierre de escuelas contribuye a detener su crecimiento óptimo e integral.

Los padres de familia han tenido que sortear no sólo la incertidumbre de sostener la economía del hogar, sino de resolver interrogantes de cómo trabajar con los hijos e hijas en un momento de crisis como el que vivimos. Nos dice la ONU: "los progenitores, especialmente las mujeres, se han visto obligados a asumir pesadas cargas de cuidados en los hogares".

En México, urgía un regreso a clases que permitiera reactivar el desarrollo mental y cognitivo de los jóvenes. Difícilmente se regresará a las aulas pronto, al menos mientras sigamos viendo que el promedio de contagios aumenta diariamente, por lo que era importante un esquema alterno y realista.

La televisión será la gran apuesta transitoria en México. Y será clave porque es el único sistema con amplia cobertura a nivel nacional, inclusive más que la conectividad que ofrece el internet. Según Jenaro Villamil, presidente del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano, con "la alianza público-privada, se va a permitir la cobertura hasta el 90 por ciento o más del territorio nacional para que lleguen las clases hasta el último rincón del país".

Sin duda esta ecuación no es la pedagogía más óptima. Jamás se va a sustituir a la escuela tradicional: el aula como el centro del desarrollo educativo, donde el maestro y el alumno, es decir emisor y receptor, interactúen presencialmente dentro del proceso educativo más todos los materiales de estudio indispensables.

No obstante, ante un escenario como el que enfrentamos se debe aprovechar lo mejor que se tenga, para comenzar con la activación y desarrollo educativo de los jóvenes. Es momento de sustraerlos del sosiego y la incertidumbre respecto al modo de vida que estamos transitando. Por lo pronto no se ve otra posibilidad para reanudar clases que sea por medio de la Televisión.

Existe la opción del rotundo 'No' de iniciar cursos bajo ninguna modalidad, y que los jóvenes sigan en la inacción intelectual sistematizada por varios meses, a la espera de que termine la pandemia. Pero esto más que una solución, es un riesgo que atrae mayores peligros. La ONU es categórica: "nos enfrentamos a una catástrofe generacional que podría desperdiciar un potencial humano incalculable, minar décadas de progreso y exacerbar las desigualdades arraigadas". Es tiempo de actuar e ir ajustando los mecanismos de aprendizaje día a día.

Al menos por nuestros jóvenes, la sociedad mexicana debe unirse, no podemos darnos el lujo de desperdiciar una generación. Al contrario, hay que aprovecharla, la necesitaremos para los retos futuros de nuestro país y del mundo. La globalización volverá a su sistema natural porque las nuevas tecnologías no se detienen; es cuestión de tiempo que se reestablezca esta naturaleza, por ello necesitamos que nuestros jóvenes no pierdan el rumbo y dejen de desertar.

La familia –padres, tíos, hermanos, abuelos…– serán determinantes para que las niñas, niños y jóvenes tengan la adecuada mentalidad y herramientas necesarias para aprovechar lo mejor que se pueda esta aventura educativa que iniciará el 24 de agosto. Es importante este esfuerzo conjunto.

No será fácil estar frente a un televisor durante varias horas sin distractores, bajo una concentración adecuada, y con los útiles escolares óptimos. Por brindarles el apoyo, dentro de las posibilidades de cada familia, en un espacio y ambiente agradable, será contribuir a su futuro. Vivimos tiempos de crisis y hay que sabernos adaptar mientras estos pasen.

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