Trópicos

El viaje del sexenio

Este encuentro es una de las apuestas más arriesgadas de AMLO, al celebrarse un cuerpo a cuerpo con uno de los líderes más inciertos y erráticos.

El autor es periodista mexicano especializado en asuntos internacionales .

Estamos a unas horas de que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, inicie formalmente su reunión de trabajo con el mandatario estadounidense, Donald Trump. Este encuentro será el viaje al exterior más trascendental de su sexenio porque se verá su capacidad para persuadir, convencer y delinear la complicada agenda bilateral de los próximos años sin que el mandatario estadounidense amenace la relación ante la evidente asimetría de poder que hay entre ambos países y en medio de la crisis global más profunda de, al menos, los últimos 100 años.

Este encuentro es una de las apuestas más arriesgadas de AMLO, al celebrarse un cuerpo a cuerpo con uno de los líderes más inciertos y erráticos; pero al mismo tiempo, capaz de descubrir debilidades de los mandatarios para hacerlos sucumbir. Recordemos que ya se han dado rupturas entre Trump y otros primeros ministros debido a sus excesos verbales e impertinentes ocurrencias. Por ejemplo, con el canadiense Justin Trudeau, quien decidió no ser juez ni parte en esta reunión al considerarla poco conveniente para los intereses de su país.

En el libro de moda, The Room Where It Happened, escrito por John Bolton, exfuncionario de la Casa Blanca, desenmascara esta desavenencia y afirma que "a Trump no le gustaban ni Macron ni Trudeau, pero los toleraba, enfrentándose burlonamente con ellos en las reuniones…" Por ello Trudeau, quien tiene menos que perder frente a Trump, seguirá desairando encuentros con él las veces que sean necesarias. En pocas palabras, no se toleran y sabe que de la reunión de hoy no va a depender el éxito del T-MEC.

No obstante, la ausencia de Trudeau y el hecho de que se haya convertido en un encuentro bilateral, en el contexto de un acuerdo trilateral, podría proporcionar mejores beneficios al mandatario mexicano. Un mano a mano sin más protagonistas que él y Trump podría permitirle desarrollar una buena táctica para convencer al estadounidense de llevar la fiesta en paz, de dejar de humillar a México y sobre todo impulsar una agenda bilateral de relevancia y efectiva, con temas como el combate al crimen organizado y detención del contrabando de armas que viene de norte a sur, un plan migratorio integral; y muy importante, una estrategia que impulse un crecimiento económico sostenible.

Será la única oportunidad que tendrá AMLO para persuadir y dejar acuerdos transformadores, por lo que no la debe desaprovechar. En diplomacia, los encuentros personales son la mejor herramienta para hacer cambiar percepciones y seducir al oponente, de tal manera que le dé oportunidad para construir escenarios ganadores. A pesar de las "benditas redes sociales" ningún tuit ni llamada telefónica va a ser tan efectivo como mirarse a los ojos, intercambiar puntos de vista, y a partir de ello concretar acciones. Si AMLO regresa sin ningún acuerdo, entonces Trump se habrá salido con la suya y el encuentro habrá servido como un mero acto de campaña con un claro triunfador.

Donald Trump ya calentó los ánimos previamente y comenzó su estrategia de presión para incomodar a su invitado al publicar en su cuenta de Twitter, un día antes del arribo de AMLO a Washington, cuatro fotos de barrotes negros que bordean los estados de Texas, Arizona, Nuevo México y California, acompañado de un integrante de la Patrulla Fronteriza y escribir que la frontera sur es "muy peligrosa". Ese mismo lunes, Trump dijo ante medios de comunicación que el mandatario mexicano es un "amigo" y una "persona maravillosa". Juego maquiavélico.

Nuevamente sacó a relucir su clásica estrategia de intimidación y seducción, recurrente en el magnate desde que negociaba y especulaba con su imperio inmobiliario antes de llegar a la presidencia de los Estados Unidos… y durante.

La visita de AMLO a EU se realiza entre el péndulo de dos campañas electorales, una a corto plazo y otra a mediano. La primera, el 3 de noviembre, en la cual Donald Trump buscará su reelección por cuatro años más frente a Joe Biden.

La segunda, a mediados del próximo año en México, y en la que el grupo en el poder, Morena, buscará extender su control en el Congreso de la Unión y arrebatar estados gobernados por la oposición. Seguramente habrá cambios en el gabinete presidencial con miras a su segundo periodo de gobierno, fundamental para concretar sus anhelados proyectos. Ambos presidentes se juegan mucho en estos meses que vienen, por eso hoy es un día importante en sus respectivos tableros de ajedrez.

En este contexto, el encuentro no ha dejado de recibir críticas. Los demócratas cuestionan a AMLO su decisión de no reunirse con representantes del partido. Voces importantes como la de Alexandria Ocasio-Cortez, congresista de 30 años que goza de mucha popularidad en la comunidad latina, ha exigido cancelar la reunión por "politizar" la relación con México en beneficio para los republicanos. También las comunidades migrantes se muestran sorprendidas e indignadas por la ausencia de encuentros con este sector tan vulnerable y agredido por Trump, máxime cuando el mandatario mexicano los ha calificado de "héroes" en múltiples ocasiones. Pareciera ser que en la agenda AMLO, Trump impuso sus caprichos.

Al término de esta visita, la imagen de AMLO llegará debilitada o fortalecida. Tendrá la oportunidad de construir la imagen de un presidente capaz de sortear asuntos internacionales con un líder extremadamente complejo como el neoyorquino y, al mismo tiempo, decirle al mundo que México es un país que no sólo va a lidiar efectivamente en América del Norte, sino también a liderar en América Latina. O bien, dejará en claro que sólo somos un país con buenas intenciones, pero sin la capacidad de proyectarse más allá de sus fronteras. La suerte ya está echada.

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