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Regreso a clases, a punta de amparos

En nuestro país no parece haber un plan, que no sea esperar el semáforo verde o la vacunación, que por cierto, al ritmo que vamos terminaremos de vacunar a la población en 80 o 90 años.

Ha transcurrido casi un año desde que la Secretaría de Educación Pública (SEP) ordenó la suspensión de clases presenciales en todo el país. La medida, que en principio parecía sensata, se prolongó más de lo esperado. Mientras otros países realizan esfuerzos para regresar a los más pequeños a la escuela, México parece dispuesto a continuar la suspensión durante 2021.

¿Qué daños sufrirán los infantes por estar confinados frente a las pantallas? Los adultos podemos darnos –indebidamente– permisos ocasionales para fiestas y 'reunioncitas', los niños no tienen opción, la escuela está cerrada.

¿Existe un derecho a regresar a clases presenciales? El Poder Judicial de la Federación tendrá que resolverlo. Por lo pronto el Juzgado Decimosexto de Distrito en Materia Administrativa en la Ciudad de México, concedió una suspensión definitiva que permitió la reapertura de un colegio ubicado en las Lomas de Chapultepec.

El asunto debería preocuparnos, en septiembre de 2020 el International Journal of Environmental Research and Public Health publicó un artículo donde se concluyó que los niños en edad preescolar, bajo el modelo de clases virtuales, sufrirán una desaceleración de 66 por ciento en su aprendizaje de lectura.

En especial los niños pequeños requieren de interacción con sus compañeros para moldear su habilidad social. Por eso naciones como Bélgica, Francia, Israel, China y el Reino Unido fomentan el retorno al colegio. El primer ministro de Gran Bretaña, Boris Johnson, declaró que para su gobierno es un "deber moral" reabrir las escuelas y enfatizó que "nada tendrá un mayor efecto en las oportunidades de vida para nuestros niños que volver a la escuela".

Indudablemente es un asunto que genera controversia. Si bien el virus SARS-CoV2 estadísticamente ha demostrado ser mucho menos severo en niños y adolescentes, subsiste un riesgo, al fin y al cabo. Por más medidas sanitarias que se adopten, existe la posibilidad de que los menores contraigan el virus en la escuela y posteriormente lo esparzan entre sus familiares.

En países como España se ha optado por un modelo mixto, en donde los padres, atendiendo a sus circunstancias, pueden elegir entre enviar a sus hijos a clases presenciales o continuar con el modelo a distancia. Los niños que asisten a la escuela deben observar diversas medidas establecidas por el Ministerio de Educación, tales como el uso obligatorio de mascarillas desde los seis años, toma diaria de temperatura y medidas extraordinarias de higiene.

En nuestro país no parece haber un plan, que no sea esperar el semáforo verde o la vacunación, que por cierto, al ritmo que vamos terminaremos de vacunar a la población en 80 o 90 años.

El futuro de la próxima generación está de por medio, es un tema que amerita discusión inmediata. No seré yo quien recomiende un regreso masivo a las escuelas, pero sí abogo por el establecimiento de medidas sanitarias que permitan, a quienes así lo deseen, enviar a sus hijos a clases con la mayor seguridad posible.

Estamos ante un caso donde debe prevalecer el interés superior del menor y el derecho de los padres a decidir sobre lo que estiman más conveniente para sus hijos. Existen riesgos para la salud, es cierto, pero también hay peligro de daño permanente si los infantes continúan sin asistir a clases presenciales. Cada quien debe ponderar en conciencia qué riesgo estima mayor y será deber del Estado mexicano permitir que los niños tengan disponible la opción de volver a sus aulas.

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