He Dicho

Sin altares ni fantasmas

Esta claro que aún hay muchas cosas por pulir en el Tri. La defensa, la sincronía en los movimientos y de las deficiencias en pelota detenida, escribe Miguel Gurwitz.

Gana, gusta y golea. Combinación poco común para tiempos actuales, y lo mejor es que lo hace con un equipo alternativo, ya que al menos la mitad del once no es el que supuestamente puede ofrecer una mejor perspectiva de la Selección Mexicana.

No pretende esta colaboración sacar de su debida proporción las cuatro victorias en cuatro partidos, pero sí que hay cosas que merecen ser destacadas.

Lo primero sería la calidad de los rivales, si bien ninguno es hoy por hoy uno de gran consideración en Conmebol (de hecho estamos hablando de cuatro equipos que ni siquiera calificaron al Mundial), tanto Chile, Ecuador, Paraguay y Venezuela ofrecen más resistencia que casi todos los rivales de Copa Oro. Es decir, son buenos sinodales.

Segundo, la capacidad goleadora del equipo. Trece no es un mal numero, más aún si tomamos en cuenta que salvo Raúl Jiménez, ningún otro elemento sería titular si estuvieran los que hoy no están. Y además de la cantidad, los momentos, el equipo no solo ha demostrado pegada, sino capacidad de reacción.

Tercero: la idea asimilada con tan poco tiempo provoca buen sentido colectivo, y esto se debe a la claridad en el concepto y en la transmisión de las ideas partiendo de lo más básico: poner a cada jugador en la posición en la que mejor rinde y no en la que el entrenador se imagina que puede hacerlo. Se llama congruencia, una difícil de encontrar en el futbol de hoy, más si consideramos el dicho y el hecho.

Esta claro que aún hay muchas cosas por pulir. La defensa, por ejemplo, y no solo por la cantidad de goles que se reciben ya que muchas veces obedece al estilo de juego, hablo de la sincronía en los movimientos y de las deficiencias en pelota detenida.

En términos generales me gusta el presente, sin duda, pero en esto de la debida proporción cabe el futuro, y me parece exagerado e innecesario hablar de lo que Martino puede ofrecerle al equipo. Y es innecesario porque este entusiasmo desbordado lo mostraron con José Manuel de la Torre, La Volpe, el mismo Osorio a quien justificábamos por los resultados y muchos otros que han pasado por la silla.

Dejemos que el tiempo transcurra, que la pelota ruede, y apeguémonos a esa vieja, trillada y aburrida frase que verbalizan los futbolistas: vamos partido a partido. Sin altares ni fantasmas… solo déjense llevar y vamos viendo como se pone la cosa.

¡He dicho!

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