He Dicho

Gio, por lo que algún día fue

Está claro que en este momento, más allá de lo mediático, la contratación de Giovani dos Santos está basada en su pasado (lejano), escribe Miguel Gurwitz.

América se aferra al pasado, a lo que un día fue, incluso a lo que todos pensamos que podría llegar a ser. Se abraza al pronóstico más que al diagnóstico; al futuro más que al presente.

No deja de ser una apuesta, una de alto riesgo; quizá no tan considerable como lo era la de Jéremy Ménez, que desde un principio traía síntomas inequívocos de fracaso, pero no deja de ser aventurado porque Giovani dos Santos, con el enorme talento que tiene, con los inagotables recursos técnicos que posee, con lo que parecería la mezcla futbolera perfecta con la magia brasileña combinada con la picardía mexicana, simple y sencillamente no termina de cuajar.

América repite el ejercicio de Barcelona, Tottenham, Ipswich Town, Galatasaray de Turquía; Racing de Santander, Mallorca, Villarreal y LA Galaxy: creer, creer y esperar. Creer que en algún momento Giovani dos Santos entenderá que el futbol ha sido exageradamente bueno con él y es momento de retribuirle. Esperar que exista sinergia entre los pies y la cabeza para que entonces tengamos bases para que ese crack, producto de nuestra imaginación, nos dé pruebas de realidad.

Merecida o no, ahí tiene de nuevo una gran oportunidad, una grande, porque está claro que en este momento, más allá de lo mediático, su contratación está basada en su pasado (lejano), más que en su presente, y claro también es que Giovani dos Santos necesita más al América que el América de Giovani.

El destino vuelve a jugar a su favor.

La pelota, como tantas otras veces, está en su cancha.

¡He dicho!

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