He Dicho

¿Canelo mejor que Chávez?

No hay necesidad de querer ver algo que no existe; compararlos es simple y sencillamente una falta de respeto a los dos, escribe Miguel Gurwitz.

La agenda deportiva de septiembre guarda varios espacios de absoluta atracción: US Open de Tenis, el inicio de la NFL y la Champions, así como el final de temporada regular de Grandes Ligas.

Entre lo más destacado se encuentra la segunda edición del pleito entre Saúl Canelo Álvarez y Gennady Golovkin en Las Vegas. Precedido de un polémico primer combate que no tuvo ganador, el doping de Canelo, las acusaciones del ruso y los tropiezos verbales del promotor del mexicano.

Para Saúl es nuevamente (por injusto que parezca) otra prueba de credibilidad. Y en eso radica el desatino de las declaraciones de Oscar de la Hoya hace algunos días, donde estableció que "Canelo puede ser más grande que Chávez", en querer vender algo que simple y sencillamente no existe.

Canelo no es ni será más grande que JC porque la historia de Julio es única e irrepetible. Estamos hablando de uno de los mejores pugilistas de toda la historia, de un boxeador que no tiene símil porque es casi imposible reunir resistencia, capacidad, inteligencia, destreza, calidad, carácter, bravura, pegada y una popularidad que hasta hoy no tiene sistema de medición. Cuando todo esto se junta y es duradero, entonces nacen los ídolos que después se convierten en leyendas. De esas que hay muy pocas.

Saúl es un muy buen boxeador, subvalorado e injustamente estigmatizado. Si bien es cierto recibió un empujón publicitario, cierto también es que sacó provecho de ello, y lo hizo gracias a su trabajo y dedicación, a su talento. La publicidad no pelea ni forja campeones, sólo ayuda a ser más conocido, la gran diferencia radica en ser reconocido, y en eso la crítica ha sido injusta con Saúl. Por eso esta clase de declaraciones no abonan, porque Canelo ya se vende sólo, no hay necesidad de querer ver algo que no existe; compararlos es simple y sencillamente una falta de respeto a los dos.

COLUMNAS ANTERIORES

Reglamentos, no comunicados
La grata sorpresa celeste

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.