Mauricio Jalife

Entra en vigor, el tratado mundial de Indicaciones Geográficas

A pesar de que nuestro país parece haber tomado ya todas las decisiones cruciales en este tema, desde la reforma realizada en 2018 a la Ley de la Propiedad Industrial, hace falta que concluya las gestiones necesarias para que el Acta de Ginebra se convierta en ley positiva en nuestro país.

El 26 de febrero de 2020, pasará a la historia como la fecha de mayor relevancia en la protección de Indicaciones Geográficas en el mundo, como consecuencia de la conclusión de las formalidades que llevaron a la Unión Europea a adherirse al Acta de Ginebra de 2015; con ello, se ha alcanzado el número de ratificaciones suficientes para poner en marcha la vigencia del Instrumento internacional.

A pesar de que el Acta de Ginebra se firmó desde el ya lejano mayo de 2015, hasta el momento no se habían reunido las ratificaciones suficientes para que pudiese iniciar vigencia, en parte, por las constantes presiones de Estados Unidos para impedir el avance del Acuerdo. Este instrumento forma parte del llamado Arreglo de Lisboa, el cual crea el Registro Internacional de Denominaciones de Origen, que bajo este nuevo acuerdo extiende la protección a las llamadas Indicaciones Geográficas.

De esta manera, la exclusividad a nombres de productos étnicos y tradicionales alcanza su mayor cobertura en la historia, que no solo amplía las categorías protegidas, sino también los territorios de numerosos países adheridos al acuerdo y los tipos de productos beneficiarios de la nueva regulación, entre otros, café, té, vinos, quesos, embutidos, frutas, cerámica y tejidos. Para muchos de los países europeos, se trata de una gran victoria, gestada a lo largo de más de 20 años de negociaciones y cabildeo en foros internacionales.

A pesar de que nuestro país parece haber tomado ya todas las decisiones cruciales en este tema, desde la reforma realizada en 2018 a la Ley de la Propiedad Industrial, hace falta que concluya las gestiones necesarias para que el Acta de Ginebra se convierta en ley positiva en nuestro país. Los beneficios serán inmediatos, al poder extender la exclusividad de sus importantes Denominaciones de Origen a los nuevos firmantes del tratado.

La otra tarea obligada para México, consiste en revisar el texto de la iniciativa de nueva Ley de la Propiedad Industrial que ha sido presentada al Senado, que deberá ser consistente con las obligaciones incluidas en este tratado. Inclusive, ciertos compromisos asumidos frente a Estados Unidos y Canadá en el T-MEC, podrían quedar desbordadas por el texto de este instrumento.

Más allá de lo formal, el verdadero reto para nuestro país es el de convertir el "deber ser" de la ley, en hechos concretos que traigan beneficios a las comunidades rurales y productores que a lo largo y ancho del país elaboran productos de alto valor agregado, basados en sus métodos tradicionales y materias primas endémicas.

De hecho, es esta es una de las grandes oportunidades que la Propiedad Intelectual ofrece a las pequeñas empresas mexicanas para impulsar su competitividad y crecimiento. Las otras, pasan por la protección de tecnología adaptativa por medio de modelos de utilidad y patentes, protección de folclore y conocimiento tradicional, nuevas variedades de plantas y la tutela de contenidos audiovisuales, que es un área en la que México es protagonista mundial desde hace varios años.

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