Mauricio Jalife

El IMPI hoy

Mauricio Jalife indica que ante la llegada de Juan Lozano Tovar al IMPI, la lista de tareas que enfrenta el instituto es, posiblemente, la más larga de su corta historia.

Planteábamos en este espacio la pasada semana, con motivo de la celebración del día mundial de la Propiedad Intelectual, los grandes desafíos que la materia enfrenta en un entorno de clara "desglobalización", y de incremento de retos en el comercio digital. Sin ser ajenos a estas tendencias "macro", la regulación de estos derechos en el país enfrenta un escenario aún más complejo.

El momento coincide con el cambio de administración en el IMPI, que desde diciembre del año pasado dio paso a la llegada de Juan Lozano Tovar, generando en ese momento algunas dudas sobre el rumbo que el Instituto tomaría. A pesar de los escasos antecedentes de Lozano con la materia, de manera muy rápida el funcionario se ha involucrado con los temas y parece ya muy bien acomodado a los retos que enfrenta.

Por otro lado, las evidentes habilidades de Lozano Tovar como administrador público, se han manifestado en la implantación inmediata de mejoras en los sistemas internos de notificación y control de las diversas gestiones que cotidianamente se siguen ante el IMPI. Por lo pronto, la política de puertas abiertas, que por algún tiempo obedeció a criterios discrecionales, ha regresado a la sensatez del diálogo y la apertura.

La lista de tareas que el IMPI enfrenta es, posiblemente, la más larga de su corta historia. Buena parte de sus esfuerzos y recursos, tendrán que enfilarse a brindar de manera eficiente servicios de registro a una comunidad de usuarios cada vez más informada y demandante. Hoy, el empresario ya no requiere para cada trámite a una firma especializada, sino que puede, a partir de gestiones en línea, obtener resultados que espera sean expeditos y sustanciales. Pero al mismo tiempo, el IMPI no puede hacer a un lado las altas miras que el manejo de esta materia impone a sus reguladores. La protección jurídica de la innovación, en muchos países del mundo, ha actuado como palanca de cambio, estimulando la creación de empresas de base tecnológica desde la base del "primer contacto" con los inventores.

En esa misma lógica, el Instituto no puede olvidar su papel como promotor de inversiones extranjeras, a partir de dotar de seguridad jurídica a empresas foráneas que buscan, en la tutela a sus marcas y su tecnología, la plataforma y la punta de lanza de ingreso a economías como la nuestra. En este sensible renglón, se inscriben los esfuerzos de lucha contra la piratería, que tiene ya que pasar, de los inoperantes operativos físicos, a la inteligencia que detecte el financiamiento, la evasión fiscal y los beneficios que genera; y en la misma línea, el perfeccionamiento de los filtros aduaneros de detección de piratería y la reducción del tráfico ilegal auspiciado por plataformas digitales de todo tipo.

Otra tarea más, consistirá en ordenar los intereses con relación a las Denominaciones de Origen, e impulsar decididamente la protección y desarrollo de productos con Indicación Geográfica del país. En este punto, el asunto de la regulación de los Consejos Reguladores se vuelve un factor de atención especial. Por si esto fuera poco, tocará al IMPI coordinar y vigilar que las obligaciones asumidas por nuestro país en los grandes tratados en ciernes, bajen a la legislación en forma armónica, generando las condiciones adecuadas para la formación de nuevas leyes.

Es este un momento de coyuntura. Lo que se decida y haga en estos años, tendrá una influencia decisiva en las décadas siguientes.

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