Mauricio Jalife

AMLO®

La decisión Andrés Manuel López Obrador y de su esposa Beatriz Gutiérrez Mueller de registrar sus nombres como marca ante el IMPI, ¿a qué se debe?

La decisión del Presidente Andrés Manuel López Obrador y de su esposa Beatriz Gutiérrez Mueller de registrar sus nombres como marca ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, es muy representativa del distorsionado entendimiento de los fines y las funciones de las marcas registradas. Las siglas "AMLO" también formaron parte del paquete de registros.

Los registros realizados fueron presentados ante el IMPI el pasado 13 de julio de 2020 y concedidos el 21 de agosto pasado. Si atendemos al plazo obligatorio que debe transcurrir para fines de que terceros puedan presentar oposición a una solicitud de registro de marca, y que dicha publicación se realiza a los 10 días de presentada, estamos ante las marcas registradas que fueron otorgadas de la manera más expedita de la historia.

Los registros fueron tramitados para dos clases de servicios. La primera es la 35 que incluye, entre otros, los servicios de publicidad y comercialización; la otra se dirige a los servicios de la clase 41, que comprende los culturales y el entretenimiento. Ambas clases están vinculadas a los servicios prestados por medios de comunicación.

Como muchos otros célebres personajes que recurren a esta opción para con ello inhibir la utilización del nombre por parte de terceros, la acción se inscribe en lo anecdótico al quedar lejos de ese propósito. En realidad, la protección del nombre pasa por la tutela jurídica general que la ley otorga a la imagen de las personas, como un derecho que forma parte del más amplio derecho a la privacidad. En el caso de personajes públicos como artistas, deportistas y personajes públicos del mundo de la política, la frontera de la privacidad sufre una modificación ante el interés público que impulsa el derecho a la información.

Al punto al que nos conduce esta reflexión es que las marcas registradas por la pareja presidencial no les serán de utilidad para impedir la utilización de sus nombres en medios de comunicación. Claro, si alguien las emplea para la organización de un seminario, o para un establecimiento que vende productos, entonces la titularidad de las marcas les servirá para impedir su uso en esa clase de usos comerciales.

De hecho, en el caso de Beatriz Gutierrez, se manifiesta como fecha de primer uso de la 'marca' la del 13 de enero de 1969, que corresponde a su fecha de nacimiento. Ese dato revela, de manera clara, la enorme confusión que impulsa esta idea de que 'nombre' y 'marca registrada' se fusionan. No es así. Las marcas se usan cuando una palabra o un diseño son empleados para distinguir productos o servicios específicos, no cuando la persona arriba al mundo.

Lo que subyace a esta abrupta decisión de registrar sus nombres parece revelar dos ángulos. El primero es el hartazgo que ha llevado a Andres Manuel y Beatriz a recurrir al sistema normativo creador de derechos exclusivos para el uso de marcas, para tratar de responder selectivamente a usos que deben considerar como abusivos de sus "derechos de la personalidad".

El otro punto interesante es que AMLO haya recurrido al sistema de Propiedad Intelectual para este fin. Como miles de empresas que rutinariamente acuden ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial a tramitar marcas registradas y otros derechos exclusivos. Esa sí que es muy buena noticia.

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