Mauricio De Maria Y Campos

Vietnam lanza una industria automotriz nacional con futuro ¿Y México?

Mauricio de María y Campos indica que mientras en México seguimos empeñados en seguir un modelo de desarrollo automotriz e industrial agonizante y dependiente del exterior; en Vietnam, se registra la segunda mayor tasa de crecimiento económico mundial después de China en los últimos 25 años.

Pocos ponen atención a Vietnam en México. Pero como lo muestro en un ensayo de próxima aparición sobre países con gobiernos promotores del desarrollo, esta nación ha experimentado la segunda mayor tasa de crecimiento económico mundial después de China en los últimos 25 años: 7.2 % anual; con una característica singular sobresaliente: creciente equidad.

Hoy quisiera destacar que Vietnam, que exporta legumbres, pescado, café, ropa, calzado y productos electrónicos al mundo, poniendo en jaque la producción mexicana en el marco del CPTPP recién firmado entre 11 países de la zona Asia Pacífico, adoptó recientemente una gran apuesta: apoyar la audaz iniciativa industrial de su mayor grupo privado Vingroup de desarrollar una industria automotriz nacional de avanzada, con componentes 60% locales para atender su mercado local y las oportunidades de exportación.

De esta manera da continuidad a la tradición iniciada por Alemania, seguida después por Japón, Corea del Sur y China de desarrollar grandes sectores estratégicos industriales como el siderúrgico, el naviero y ramas industriales claves para la movilidad de las personas: la bicicleta, la motocicleta y el automóvil y otros vehículos de transporte- desde el mercado interno para el mundo.

México debería aprender mucho de las estrategias, las políticas industriales, financieras y tecnológicas exitosas de los países asiáticos - incluyendo ahora la de Vietnam- en la construcción industrial a partir de una estrategia pública-privada con visión nacional y global de largo plazo.

Vietnam, pudo surgir de las cenizas de la Guerra de Vietnam gracias a un poderoso y visionario gobierno que aprovechó una razonable dotación de recursos naturales, un mercado interno potencialmente importante (hoy 95 millones de habitantes) y su posición geo-estratégica, al sur de China en despegue económico para configurar un proyecto nacional de largo plazo que ha seguido obstinadamente con gran disciplina, perseverancia, organización, formación sostenida de recursos humanos, construcción institucional y políticas eficaces de ahorro-inversión-innovación.

Sin embargo, hasta hace 5 años todavía lamentaba no haber iniciado un proceso de consolidación de ramas estratégicas que la convirtieran en un país moderno e industrializado. Un primer notable caso fue el del sector naviero. A partir de la creación de astilleros que le maquilaban a Corea del Sur la parte intensiva en mano de obra (a la que luego los astilleros coreanos le incorporaban el gran valor agregado electrónico), Vietnam ha empezado a consolidar sus propios astilleros capaces de producir hoy sus propios barcos cargueros especializados, con creciente contenido nacional.

El sector estratégico pendiente para Vietnam desde hace un par de décadas ha sido el automotriz. Esta industria, con su gran capacidad de generar empleos, contenido de manufactura avanzada e ingeniería, diseño y capacidad de difusión de innovaciones, no se desarrolló hasta ahora suficientemente por limitaciones de su mercado interno, la decisión gubernamental de privilegiar el ahorro sobre el consumo de las familias y la gran competencia productiva e innovadora de las empresas de sus vecinos asiáticos. Se crearon sí ensambladoras de automóviles y otros vehículos de transporte desde los 90s, a través de coinversiones con empresas como Fiat, Mitsubishi, Toyota e Isuzu y más tarde Honda, Ford, Mercedes Benz y GM, pero básicamente se concentraron en autobuses y vehículos utilitarios. La importación de autos estuvo prohibida. La decisión de privilegiar el transporte colectivo e impulsar el individual primero por bicicleta y luego por motocicleta, apoyaron el desarrollo local de empresas para estos fines.

Fue hasta 2007, tras de que Vietnam se incorporó a ASEAN y a la OMC que se empezó a permitir la importación de automóviles de Tailandia, Malasia e Indonesia; pero con aranceles del 70% que resultaban prohibitivos. En ese marco se estableció una estrategia para el desarrollo de una industria automotriz vietnamita con la meta de alcanzar un contenido local de 40-45% en 2010. No se alcanzó entre otras razones por lo reducido del mercado local. En 2015 se vendieron 350 mil vehículos. En 2016 la capacidad aumentó a 460 mil, de los cuales, solo 200 mil fueron autos de pasajeros. Las grandes empresas extranjeras japonesas, coreanas y chinas han preferido invertir en los países asiáticos vecinos y exportar desde ellos a Vietnam.

Hace 2 años el principal grupo privado del país, Vinigroup, propiedad del billonario vietnamita Pham Nhat Vuong, con activos por valor de 6.7 billones USD (dic.2018) -fundamentalmente en los sectores de bienes raíces, comercio, hospitales, educación, agricultura y un conjunto de empresas de la industria automotriz y de autopartes-, anunció la constitución de Vinfast una subsidiaria que se dedicaría a producir automóviles, autobuses, y motonetas eléctricas para el mercado nacional y de exportación.

Al mismo tiempo estableció otra subsidiaria, Vismart, que ya comenzó a producir teléfonos móviles inteligentes y otros productos electrónicos para el hogar, con una inversión importante en investigación y desarrollo tecnológico, en inteligencia artificial y "big data", inspirada en el modelo Samsung.

Pero la joya de la corona de sus ambiciones es la industria automotriz. Un año y medio después de la primera piedra, ya edificó su complejo automotor que está listo para producir un sedán y una SUV, (que presentó en el auto-show de París), con una capacidad de 500 mil unidades anuales y una meta de contenido nacional de 60 % para 2025. Con un total de 335 hectáreas, el complejo automotriz de Haiphong que incluye 8 plantas productoras de autopartes será el tercero más grande del mundo después del de VW en Wolfsburg y el de Hyundai-KIA en Ulsian.

Para lograr su propósito PN Vuong ha firmado contratos con BMW, Bosch, Siemens y otras empresas alemanas; realizó una coinversión con Aapico la gran empresa tailandesa de autopartes; y compró todo el negocio de GM en Vietnam (plantas de ensamble y autopartes, distribuidores y empleados y trabajadores). Su primer automóvil de pasajeros, el FADIL es resultado de una licencia de GM.

La compañía se crea con toda una visión y estrategia del automóvil del futuro. En una primera etapa fabricará autos con motores de combustión interna; sin embargo, ya está desarrollando autos eléctricos a través de una asociación con la alemana EDAG Engineering, con la que ya tiene lista para lanzamiento una motoneta eléctrica inteligente con internet 3G, GPS y otras monerías electrónicas, que empezará a fabricar en 250 mil unidades anuales con vistas a alcanzar el millón de unidades y sentar las bases mercadotécnicas para su auto eléctrico de baterías.

¿Culminará con éxito su muy ambicioso proyecto de crear una compañía líder automotriz en el Sudeste de Asia, de excelencia mundial?

El informe del ISEAS- Yusof Ishak Institute (Le Hong Hiep 2019) al que he tenido acceso advierte que la competencia internacional está fuerte en materia tecnológica y económica. Como nueva empresa seguramente tendrá que concentrarse en la primera década en el mercado interno y eso requiere un salto enorme hacia adelante, cuantiosos recursos y todo el apoyo del gobierno vietnamita, que parece haberle comprado el proyecto y ofrecido apoyos críticos fiscales, financieros, educativos y tecnológicos y una gran inversión en infraestructura, indispensable en un país donde los embotellamientos de tráfico en las principales ciudades son muy severos.

Pero si lo han logrado Japón, China y Corea del Sur, es probable que la apuesta tenga éxito. Será la coronación de un proyecto nacional industrializador público-privado sin telarañas ideológicas. Si fracasa, traerá muchos dolores de cabeza al Gobierno y a la iniciativa privada vietnamita.

Cuando analizo el proyecto industrializador de Vietnam me muero de envidia. En México seguimos empeñados en seguir un modelo de desarrollo automotriz e industrial agonizante y dependiente del exterior- a pesar de tener un gran mercado nacional real y potencial, una importante capacidad instalada y una envidiable trayectoria nacional y prestigio global en materia automotriz. El valor agregado nacional es de 30% y con riesgo de reducirse más con el T-MEC.

¿Sería mucho pedir que un Carlos Slim o un consorcio Alpha despertaran y se impusieran un desafío industrial y tecnológico schumpeteriano nacionalista a la altura del Sr. Vuong?

Para ello es indispensable, sin embargo, un estado desarrollador con visión de largo plazo y una política industrial audaz e innovadora en el marco de un proyecto nacional. No los veo… ¿Será posible construirlos todavía?

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