Despertador

Christine Lagarde y la política económica de México

La visita de la directora del FMI y sus señalamientos toman importancia en un momento en que el país atraviesa por una transición estable, con reformas y cambios en lo político, social y económico.

En días pasados, recibimos en la Comisión Permanente del Congreso de la Unión a la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde. Llegó en un momento interesante, ya que próximamente se discutirá en la Cámara de Diputados, el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, y estamos a punto de empezar la discusión, en el Senado de la República, del nuevo Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, conocido como T-MEC.

Por eso, en este contexto vale la pena rescatar parte de las ideas que ha externado y en las que estamos de acuerdo. Por ejemplo, su señalamiento de que el crecimiento económico mundial se ha vuelto más desigual, y que elegir la política correcta reviste una importancia crítica para cada una de las economías, la economía mundial y la de los habitantes de todo el mundo. Nos anima que la señora Lagarde llevara al Fondo Monetario Internacional otras voces, porque el problema es que los expertos en economía del FMI solían sólo hablar entre ellos.

También compartimos su ánimo de revertir las políticas fiscales procíclicas, invitando a actuar contracíclicamente recordando que, en épocas difíciles y con el objeto de evitar la recesión, el gasto público compense las caídas temporales en la demanda privada. Para esto es indispensable contar con ahorros y evitar la tentación de aumentar impuestos.

También recordé que fue la señora Lagarde quien recomendó eliminar los obstáculos jurídicos que impidan la participación de la mujer en la economía, porque esta medida es fundamental para abordar los niveles elevados de desigualdad y elevar el potencial de crecimiento de todos los países.

En este contexto de pluralidad y de división de poderes, actualmente se vive en México un proceso de reformas y cambios que tocan directamente, o de manera lateral, los temas de política económica y social. Es un proceso en el que existen, hay que reconocerlo, diversas visiones y distintas concepciones que se expresan por la vía democrática.

La nueva experiencia mexicana puede dar lugar a una combinación virtuosa en la que la creación del bienestar social no se contradiga con la necesaria disciplina financiera y fiscal macroeconómica en un marco de decisiones soberanas de nuestro país.

Vale la pena reflexionar sobre sus palabras, sobre todo en este momento, en que cobra relevancia la firma del T-MEC, lo cual no cierra posibilidades para seguir explorando otros mercados y otras alianzas comerciales con distintos países.

La visita de Lagarde y sus conocidas afirmaciones toman importancia especial en México en una etapa que se distingue por una transición estable y con varados indicadores macroeconómicos interesantes. El salario mínimo creció y su poder adquisitivo también; la inflación está controlada; el índice de confianza del consumidor ha aumentado; la inversión extranjera se ha incrementado; el peso se mantiene fortalecido frente al dólar; el país avanza varios lugares en el ranking de competitividad; los impuestos no han aumentado. Asimismo, se impulsan fuertes programas de austeridad, se revierte el robo de combustible público, se cancelan las condonaciones fiscales.

De igual forma, se promueven nuevas políticas sociales, universales o masivas y se avanza en nuevos derechos educativos, laborales y de las mujeres.

Puede decirse que el esquema general que vive México podría apuntar hacia un equilibro entre las políticas de bienestar y la disciplina macroeconómica no gastar más de lo que se tiene, pero gastar más en lo social.

Sin embargo, sigue existiendo un problema básico: no se ha logrado aún que la economía vuelva a crecer. Falta definir una visión conceptual de la política económica y una ruta clara de crecimiento.

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